La dirección de Género de la Intendencia de Maldonado, plantea fortalecer el vínculo con las mujeres rurales extendiendo la experiencia del año pasado. Datos conocidos en los últimos días, confirman que las mujeres emigran del campo más que los varones, y en particular, las jóvenes, por no poder desarrollar proyectos propios.

Según datos divulgados por la dirección de Desarrollo Rural del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (Mgap), las mujeres, y en particular las más jóvenes, emigran más del campo que los varones, porque ven frustradas sus intenciones de desarrollar proyectos propios.

Frente a este escenario, la directora de Políticas de Género de la Intendencia de Maldonado, Gladys Scarponi, adelantó que se estudia fortalecer el vínculo con las mujeres rurales, extendiendo en 2018 la experiencia del año pasado mediante reuniones en escuelas rurales.

De acuerdo a lo que se programa, los centros a visitar serían 7 u 8 diferentes a los de 2017, y en dos oportunidades y no en una instancia como el año pasado. Mediante talleres vivenciales se usará el rol central de las escuelas del campo para agrupar a las mujeres rurales.

Uno de los objetivos es extender la misma oferta cultural y formativa que tiene Maldonado en todos los municipios, de acuerdo a lo informado por el secretario general de la comuna, doctor Diego Echeverría, como una red que da oportunidades y pone en valor a las mujeres.

De esta manera se procura evitar un impacto más pronunciado de la emigración interna del campo a la costa, en una apuesta del gobierno departamental de Maldonado que cobra importancia ya que apunta a mitigar la realidad común a toda Latinoamérica.

Son más

Las estrategias de Maldonado se basan en el documento “Panorama Temático Laboral. Trabajo en el campo en el siglo XXI. Realidad y Perspectivas del empleo rural en América Latina y el Caribe”, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

La tasa de participación de las mujeres ha caído levemente en las áreas rurales (de 45 a 44%) mientras que se ha incrementado en áreas urbanas (de 49 a 51%) entre 2005 y 2014. Su incorporación en el mercado laboral en las áreas rurales es menor que en las áreas urbanas.

El estudio indica que es casi la mitad que la tasa de participación de los hombres en las mismas zonas rurales. Esta asimetría puede atribuirse, en parte, a la invisibilización del trabajo de muchas mujeres rurales que participan en fincas familiares.

Hay un amplio espacio para mejorar los ingresos de los hogares rurales fomentando la participación femenina en el mercado laboral. Hechos similares se observan en la tasa de ocupación, la que se redujo para mujeres en zonas rurales pero se ha incrementado para las de zonas urbanas.

La tasa de desocupación de las mujeres en zonas rurales se ha reducido ligeramente en la última década. Si bien la brecha de género se ha reducido, la desocupación de las mujeres es casi el doble que la de los hombres, según los datos contenidos en el informe.

Sin embargo, en 4 de los 14 países analizados la participación del empleo agrícola en el empleo rural femenino continuó siendo mayoritaria (Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú). También se destaca que el número de trabajadoras agrícolas en zonas rurales disminuyó en términos absolutos.

En 2015, aproximadamente 31 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años vivían en las zonas rurales de América Latina, un quinto del total de jóvenes en la región. Se estima que, en 2012, un 31% trabajaba en la agricultura, 27% en empleos rurales no agrícolas y 42% no trabajaba.

La tasa de ocupación juvenil rural ascendió al 42% en 2014, superior al 36% de ocupación juvenil urbana. Esto se debe a una mayor participación juvenil rural, posiblemente reflejando presiones para un abandono temprano del sistema educativo o falta de infraestructura educativa en las áreas rurales.

Otra característica central de la incorporación de jóvenes al mercado de trabajo es el elevado porcentaje de trabajadores familiares auxiliares entre los ocupados jóvenes rurales de 15 a 24 años (27% en 2014), en comparación a los jóvenes de zonas urbanas (6%).

Sin embargo, este porcentaje se viene reduciendo desde el año 2005, tanto para hombres como para mujeres jóvenes. Por el contrario, el empleo asalariado privado en zonas rurales se ha incrementado de 39% a 46% en el mismo periodo.

Otra importante fuente de inserción laboral para los jóvenes rurales es el empleo por cuenta propia, que casi duplica al de los jóvenes urbanos (20% y 11%, respectivamente). La mayoría de jóvenes en zonas rurales trabaja en la el sector agrícola.

Debido a las diferencias en la inserción laboral de los jóvenes rurales, su tasa de pobreza es sustancialmente mayor que la de los jóvenes urbanos: el 39% de los jóvenes vive en la pobreza, con mayor incidencia en el ámbito rural (46%) que en el ámbito urbano (25%).

La brecha también se asocia con las diferencias educativas entre ambos grupos. Mientras que en zonas urbanas el 41% de los jóvenes cuenta con 13 y más años de estudio (equivalente a educación terciaria), el porcentaje se reduce a 9% en zonas rurales para la muestra de 14 países analizada.

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