*) Mag. José Luis Corbo

En los últimos tiempos, las dinámicas de los procesos productivos han hecho gala de su condición estructurante, determinando la transformación del total de las prácticas sociales. En ese sentido, es sabido que los modelos neoliberales promueven la dirección del mercado productivo por sobre el total de las prácticas, relegando a un segundo plano las figuras políticas que dirigen los Estados y abandonando esa dirección a los antojos de las multinacionales.

El modelo neoliberal promueve solapadamente la reproducción de condiciones estructurales, en la medida en que modela la hegemonía a su servicio, buscando eliminar a como dé lugar las condiciones de posibilidad para la habilitación de procesos dialécticos de transformación de parte de la sociedad. Hoy parece asumido que la sociedad debería someterse a un modelo productivo que se embandera en las políticas de la desigualdad y que parece incuestionable e irreparable, de la mano de los discursos posmodernos del fin de la historia como teleología.

En relación con la educación, se ha buscado de forma subliminal introducir proyectos neoliberales en gobiernos (llámese) progresistas -deberíamos analizar el concepto de progresismo a partir de las tesis de Benjamín, pero es otro tema- que se presentan como revolucionarios pero que perfectamente podríamos etiquetar de reaccionarios y reproductivistas. Tal vez la evidencia más notoria de estas políticas de génesis internacional, es que ellas mismas terminan siendo el eje sobre el que se articulan proyectos educativos posteriores, de la mano de gobiernos neoliberales.

A modo de ejemplo, podríamos mencionar las teorías del pensamiento computacional, promovido en nuestro país por empresas multinacionales con carteles filantrópicos (¿no deberíamos haber sospechado?), hace ya unos cuantos años. Es extraño, de plano, que el nombre propio del proyecto no genere disonancias en un proyecto político de izquierda, por el simple y sencillo hecho de su raíz epistemológica.

El pensamiento computacional promueve estrategias de comprensión que parten de problemas prácticos pero que realizan sucesivas abstracciones con la intención de aislar el foco problemático. A su vez, propone transponer estructuras axiomáticas de resolución de problemas, al mejor estilo computadora, a similares situaciones prácticas, es decir desarrollar inferencias que posibiliten la habilitación de mecanismos repetitivos de acción que sirvan como base para la resolución de todo tipo de situaciones de la vida.

Este proyecto, de corte estrictamente positivista, se opone diametralmente a cualquier proyecto político de izquierda, encarnando en su estructura los elementos de la crítica a los que en primer lugar atacó la epistemología -o tal vez la gnoseología- materialista. Cualquier epistemología de izquierda debe partir de lo real y proponer una abstracción inicial sobre el objeto, pero debe volver siempre sobre lo real, porque el simple y sencillo hecho de que la verdad es concreta. Está claro además que verdad y validez no son la misma cosa.

Estas propuestas neoliberales, a la vez que promueven la resolución de lo inmediato en las dinámicas desesperantes de los tiempos actuales, construyen sujetos descolgados del mundo, que saben que suceden cosas pero no saben por qué suceden, sujetos incapaces de comprender que los hechos son el producto de una trama de relaciones que determina su devenir permanente. En definitiva, sujetos incapaces de conectar la realidad en la que viven con la dinámica de las relaciones productivas y, por tanto,< incapaces de cuestionar el capitalismo neoliberal.

Además, y como si fuera poco, se venden en el nombre de la crítica, una crítica que no trasciende los meros procesos comprensivos, una crítica que recorta imperceptible pero intencionalmente su pata política, una crítica que jamás fue ni llegará a ser de izquierda.

Como último punto, destacamos la quintaesencia de nuestra inocencia política en el plano educativo: nos rasgamos las vestiduras defendiendo proyectos de UNESCO. Como bien lo expresan Luque y Carrera (2016), la Unesco es un organismo multinacional que nace en 1945 (aunque ya venía gestándose desde 1922) y que inicialmente fue financiado por los países miembros. Su ideario inicial incluye la búsqueda de oportunidades educativas y pone su foco en el tercer mundo. No obstante, en el año 1963 se crea el Instituto internacional de planificación educativa, de la mano de un sistema estadístico que el propio organismo venía desarrollando, el que fue sufragado en su momento por la Fundación Ford. Desde ese momento, y de la mano de la búsqueda en la mejora de los procesos de modernización económica, las directrices de la UNESCO quedaron en manos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Hoy, casi 60 años después, sería buen momento para empezar a sospechar de la preocupación de este organismo para promover proyectos educativos en un país que se presume de izquierda. Lindo día para quitarse las vendas.

 

*) Licenciado en Educación Física. Magister en Didáctica de la Educación Superior. Posgrado en Didáctica de la Educación Superior. Actual Director Coordinador de Educación Física de CEIP Maldonado.

Integrante de la línea "La Educación Física y su Enseñanza" adscripta al grupo “Políticas Educativas y Formación Docente. Educación Física y Prácticas Educativas”.

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