A un año de la inundación histórica que sufrió la ciudad, Guillermo Goyenola, biólogo y docente del Centro Universitario Regional del Este (Cure) del departamento de Ecología y Gestión Ambiental explicó que con el sistema generado interinstitucionalmente se puede ver cómo crece el río muchos kilómetros aguas arriba y “qué está pasando en Santa Lucía”.

 

El investigador que trabaja en conjunto con Virginia Fleitas y Pablo Raftópulos, también investigadores del Cure, advirtió que los desafíos en el territorio “son incrementales”, y recalcó que es necesario conocer el comportamiento del río Santa Lucía y “tener información de calidad para tomar las mejores decisiones”.

En marzo de 2024, la ciudad de Santa Lucía ubicada sobre una planicie baja del río del mismo nombre, en el departamento de Canelones, registró “la mayor inundación histórica”, recordó Goyenola. “En ese momento el único sistema de monitoreo automatizado con envío de datos que estaba funcionando era el que habíamos instalado nosotros gracias a un convenio con la intendencia”, señaló.

Por lo que, “tanto al municipio (de Santa Lucía), como a la dirección general de Gestión Ambiental de la Intendencia de Canelones y al Cecoed (Centro Coordinador de Emergencias Departamentales), les resultó muy útil poder ver cualquier día de la semana, a cualquier hora, qué era lo que estaba pasando en el río” y “prever sobre la emergencia”.

El proyecto integra a las autoridades locales, vecinos en red, el Sinae y la Universidad de la República, a través de la Facultad de Ciencias y el Cure. “Estamos trabajando en varios frentes en convenio con la Intendencia de Canelones, administrado por la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Básicas Fundaciba”, apuntó.

“Si bien el proyecto del trabajo en conjunto viene de hace años y tenía foco en calidad de agua, los objetivos se fueron adaptando a las necesidades de la comunidad”. A partir de 2022, comenzó la instalación de equipos de monitoreo automático en ríos y arroyos de Canelones, uno de los cuales está en Santa Lucía, un kilómetro y medio río arriba de la ciudad.

Las tareas “se han ido ajustando a las necesidades de la Intendencia y hemos generado otros componentes que fueron construidos en conjunto con la Intendencia y con el Cecoed”. Además, “estamos midiendo el nivel del río automáticamente cada hora y mandando esos datos por internet”, explicó.

Pese a que el punto de monitoreo se encuentra aguas arriba de la ciudad, “hemos logrado transformar los datos de nivel del río en el lugar donde los medimos, para que se expresen de forma equivalente a la escala que los vecinos de Santa Lucía conocen, que es una regla específica, ubicada en el puente viejo sobre la Ruta 11”.

Adicionalmente se instalaron 40 reglas físicas que “permiten saber cómo está avanzando el agua cuando ya entró a la ciudad”, componente de monitoreo en cuyo diseño participaron investigaciones de la Facultad de Ciencias, en fuerte interconexión con los actores locales, destacó Guillermo Goyenola.

Problema complejo

Consultado acerca de las posibles medidas a tomar en la zona, explicó que “la solución definitiva sería la reubicación de las personas que están en zona inundable”, aunque admitió que eso es muy costoso, “pero además tiene una gran resistencia por razones culturales, históricas, de apego afectivo y de costo económico”.

Advirtió además que “hay otro factor que es el cambio climático y el cambio del uso del territorio que involucra que cada vez las inundaciones tengan consecuencias más graves, mayor altura y hasta mayor extensión de la ciudad”, a lo que la población estaba acostumbrada, pero que, ya “no es lo mismo a lo que tiene que enfrentarse ahora…”.

El año anterior, a raíz “de la desesperación, muchos actores privados y públicos, particularmente por la inundación extrema, plantearon soluciones alternativas del tipo del dragado del río. Pero está demostrado técnicamente que no es posible solucionar inundaciones de esa magnitud con ningún tipo de dragado”, aclaró.

El docente estimó que el camino a recorrer es “tratar de conocer mejor cómo se comporta el río, qué esperar y tener información adecuada, de calidad posible para que los actores públicos y los vecinos puedan tomar las mejores decisiones que protejan sus intereses, sus vidas y también sus propiedades”.

(Foto: Guillermo Goyenola)

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