“Y, para el hecho de que los seres humanos sean en realidad capaces de enfrentarse con el fenómeno de que su propia racionalidad es irracional, de que, pues, no reciban lo que su comportamiento racional les promete, existe como única respuesta un comportamiento irracional que conduce a que ellos asimilen justamente esta irracionalidad del curso del mundo y se identifiquen con este, y lo conviertan en su propia causa.” (Theodor Adorno)
Está claro que no existe una única forma de entender la libertad. Parece claro también que más allá de esa multiplicidad de ideas que sobre la realidad se tejen, el propio hecho de la libertad parece escondido en el concepto, en la propia idea.
Entendemos, por oposición a esa naturalización banal, que la realidad es objetiva y que responde entonces a las formas de las relaciones sociales de las que deviene en idea, y que sus representaciones son representaciones de clase y de lucha de clase, muchas de ellas antinómicas e insostenibles.
Analicemos la siguiente cuestión.
Por un lado, están aquellos que sostienen que la libertad se construye subjetivamente, entendiéndola como una manifestación personal del sujeto, del orden de lo psicológico. Estas formas de entenderla, enmarcadas bajo las banderas del libre albedrío, o sea de la capacidad del sujeto para decidir su forma de actuar sin condicionamientos ni restricciones, se conectan paralela y contradictoriamente con el derecho positivo en sus formas kantianas.
Es decir que aquellos que promovieron la libertad como representación de lo individual en la modernidad, son los mismos que instalaron restricciones jurídicas sobre el hacer, instalando a su vez una antinomia que define un sujeto libre en tanto actúe respetando las máximas deontológicamente instaladas. O sea que la misma libertad concebida como idea es definida y limitada por la no libertad jurídica, orientada esta última por un constructo normativo que es producto de una clase y de su ideología y que será, entonces, inevitablemente funcional a esa clase.
Adorno lo explica de la siguiente manera. Está claro que la cuestión de la libertad va de la mano con la cuestión del derecho. Pero sucede que los que defienden esa forma de libertad idealista, kantina -en las formas de la autodeterminación-, “deducen la responsabilidad incondicional de los sujetos individuales”, pero serán los primeros en apurarse a aplicar el peso de la ley sobre esos sujetos presuntamente libres cada vez que su actuar se desvíe de las formas de actuar prestablecidas.
En las formas de la educación, esa libertad idealista se manifiesta en la exageración de la autoayuda, de la inteligencia emocional y sus derivados y de cualquier propuesta que se enfoque en la dimensión individual, psicológica, y que entienda que cada sujeto será lo que su “voluntad de espíritu” determine que deba ser, más allá de su condición material, de su punto de partida. Olvida establecer una nota al pie, ante tanta promesa de libertad irreal, que aclare que el sujeto es sujeto en su relación con los otros y que son esas relaciones las que determinan su ser y que serán a su vez ellas mismas las que limiten su libertad en relación dialéctica con las formas de necesidad que en ella se instalen.
Estamos por otro lado los que pensamos que la libertad es objetiva y que se define de forma particular y propia para cada espacio social en donde se construyen las relaciones materiales que la determinan. Desde esta perspectiva, no hay posibilidad de definir de forma fáctica la libertad, ya que sus formas responden a la dinámica de lo real.
Siguiendo con las ideas de Adorno, lo explicaremos de la siguiente manera. Existe una realidad que se construye a partir de las relaciones de los sujetos, sujetos sociales. Esa realidad define formas históricas que serán la representación de una segunda realidad, una segunda naturaleza que se manifiesta bajo las formas de la cultura, de lo culturalmente establecido. Esa cultura naturaliza relaciones sociales que mantienen a los sujetos en una especie de hechizo. Desnaturalizar esa segunda naturaleza para acceder a la comprensión de la realidad objetiva, de la naturaleza real, y pensarse agentes de transformación sobre ella, será la condición determinante para acceder a la libertad. Estamos hablando, en palabras del autor, de superar el hechizo.
Desde una mirada educativa estas formas de la libertad, las que deben su génesis a la tesis de un sujeto social y socialmente construido entienden, en contrapropuesta con la libertad idealista, que el sujeto es, en tanto es materialmente y que su espíritu es el reflejo de su condición material. Es decir que existe, entonces, un giro ontológico.
En esa línea, creemos que no alcanza con golpear la espalda a los estudiantes y decirles que ellos serán lo que quieran ser, porque nos quedaremos siempre con el ejemplo de aquel que llegó a universitario trabajando y estudiando a la vez. Y será siempre un caso en mil.
Entendemos imperativa la construcción de una libertad colectiva y la entendemos superando el hechizo, desnaturalizando lo culturalmente establecido. La superación de las formas de ese hechizo es el punto de partida necesario para transformar el mundo, porque no pueden ser parte de esa transformación aquellos que no comprenden la naturaleza objetiva de los fenómenos sociales.
Entendemos también que de la libertad que piensa al sujeto colectivo deviene la comprensión de los puntos de partida del sujeto como individualidad, en relación dialéctica. Todos partimos de condiciones materiales diferentes y, aunque nos propongamos hacer las mismas cosas, esas condiciones serán determinantes.
Nuestro faro utópico como educadores es pensar en la construcción de una idea de libertad que se ocupe, de una vez por todas, de nivelar esos puntos de partida, aquellos que serán realmente determinantes al momento de que nuestros estudiantes decidan realmente lo qué quieren ser.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.