“Que el pensar haya de destruir algo, no importa para nada lo que sea, en principio no es argumento contra este pensar si la destrucción es forzosa, es decir, si la cosa requiere una destrucción semejante. Pues una tal destrucción, si se trata de un pensar real y no de una mera manipulación sofística, no es un juego inmotivado que sale a ejercer el pensar para, tal como se dice, dar por tierra a alguna cosa, sino que está motivado por la cosa misma; de lo contrario no será válido” Adorno, Theodore (1909-1969)
Parece ser que el mundo conspira a favor del no pensar. La urgencia de lo inmediato y la inmediatez de lo burdo promueven un tipo de pensamiento no pensado, una forma de comprender la realidad que no trasciende lo meramente respirado, lo recibido desde la perspectiva del sinsentido, del mensaje implícito que el propio desconocimiento incluye en su esencia.
La costumbre, la naturalización, el abandono por el cansancio y el descreimiento endémico, general y absoluto sobre el todo, nos condiciona la vida. Es más fácil la ignorancia porque, como ya dijo algún genio, la tristeza es causa del saber, cuanto más se sabe más infeliz se es. Y cuanto más te enteras de algunas cosas, más desearías no haberte enterado.
Es innegable que el mundo ha cambiado y el discurso posmoderno dice que es deseable adaptarse a los cambios, aunque esos cambios impliquen el sometimiento a las formas que diseñan las estructuras para nosotros, a la realidad objetiva de la injusticia y al carácter estático de la desigualdad. En ese discurso de la desesperanza, los pobres siempre son pobres y el poder siempre está del otro lado. Porque si bien el mundo cambia, eso parece no cambiar.
La fuerza de los discursos y su trabajo incansable sobre la estructura del pensamiento, lo explícito y lo encubierto de los modelos actuales, nos transforman en lo que hoy somos. Lo preocupante es que esa transformación es inconsciente y no responde a un sujeto como tal, sino al carácter global de la humanidad.
Y parece ser, que en esa construcción que nos proponen, el tener le ganó al ser. Lo banal se publica y los abusos se aplauden. El consumo enaltece y la pobreza se esconde. Y la catarsis se disuelve en un espacio virtual.
Lo que alguna vez prometía ser ideología, dio lugar a la doctrina ideológica, aquello impuesto por intereses no siempre visibles, creado para manipular a los sujetos en función de una estructura de pensamiento prestablecida, y al servicio de algo. En algún momento nos convencieron a los de abajo que el secreto de la felicidad era parecerse a los de arriba, y así nos acostumbramos a pensar.
No accedemos a lo mismo, intentamos consumir lo mismo, aunque no podamos, y las formas de inclusión que nos prometen solamente nos habilitan a participar de esa maquinaria de consumo. Ideológicamente nos construyen para consumir y el modelo que nos proponen es el del consumidor no pensante.
Pensar da miedo. Porque pensar implica una ruptura. Implica la destrucción de lo impuesto para la construcción de lo propio, de lo libre. Como nos decía Adorno, la ruptura para el caso no sólo es necesaria, sino que es urgente. Porque la ruptura la pide la cosa, es la cosa la que pide a gritos ser destruida.
No hay forma de explicar este estado de barbarie en el que nos hemos sumergido sin destruir el discurso insostenible del progresismo, porque el propio progreso es violento en la medida en que… “como un dominio de la naturaleza plantea una suerte de nexo de culpa, se reproduce en las relaciones mutuas de los hombres e incuba así, él mismo, las fuerzas que se dirigen contra el progreso” (Adorno, 2015)
Necesitamos someternos al ejercicio urgente de comprendernos como sujetos históricos. Necesitamos comprender nuestro recorrido en el mundo, nuestro desarrollo y nuestra decadencia. Necesitamos, quizás, desprendernos de la idea del progresismo lineal, porque parece estar más que claro que muchos avances implican un retroceso. Un retroceso que parte de su ser destructivo, para comenzar a construir.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.
*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala
Llega la Navidad y las ciudades se iluminan con luces navideñas, música o villancicos que se escuchan en cada rincón y se respira un ambiente de felicidad. Además, centenares de personas llenan las calles cargadas con bolsas de comida y regalos para las fechas.
Todo esto se da ya que se suele relacionar la Navidad con la alegría, las compras, salir a la calle, comidas de Navidad entre amigos, pasar tiempo en familia… Pero mucha gente (más de la que pensamos) se siente obligada a sentir esta felicidad, provocando malestar, presión, obligación o incremento del estrés y depresión en Navidad.
La llaman depresión navideña, depresión blanca o blues de Navidad. No aparece en ningún manual de clasificación de enfermedades mentales. Pero existe: un síndrome caracterizado por un estado de ánimo melancólico que aparece en las fiestas navideñas. Sus síntomas se parecen mucho a los de la depresión verdadera.
Una de las causas más frecuentes es el duelo por un ser querido. Y es que estas fiestas suelen ser las ocasiones en las que más se notan las ausencias de las personas que han muerto. Esta sensación es especialmente fuerte el primer año, es decir, durante las primeras fiestas en que la persona no está.
Otro motivo es la ausencia de personas queridas no porque hayan fallecido, sino porque se han distanciado, a causa de enfados, peleas, separaciones o porque viven lejos. En estos casos, a la ausencia se añaden sensaciones como la culpa y la soledad ante lo que podría estar ocurriendo y sin embargo no sucede.
También la añoranza es uno de los motivos recurrentes de la depresión navideña. "Pensamos que las Navidades del pasado eran felices, porque teníamos niños, o porque teníamos otras características". Está claro que, muy a menudo, la memoria selectiva lleva a idealizar el pasado y a tener la sensación de que antes todo era maravilloso, cuando en realidad no es así. Ese caprichoso comportamiento de los recuerdos también puede contribuir a sentirse mal en la época de Navidad.
La llegada del fin de año, por otra parte, promueve que mucha gente haga un balance del año. A menudo el saldo no es positivo, debido a los proyectos no concretados, las pérdidas sufridas u otros elementos negativos.
Muchas personas que atraviesan una situación económica difícil se sienten mal por no poder comprar esas cosas que “debemos” comprar.
El mandato social, la "obligación" de que en estas fechas “debemos” ser felices. Los medios y las redes sociales ayudan a crear la sensación de que, en efecto, "todo el mundo" es feliz. Como contrapartida, lo que muchos sienten es: "Todo el mundo es feliz, menos yo", lo cual agudiza su malestar.
Muchas son las personas que no disfrutan de estas fiestas, a otras les parece indiferente o incluso se dan personas que odian fechas como la Navidad por diversos motivos.
Nadie puede ni te debe obligar a celebrar nada, ni presionarte a hacer nada. Puedes vivir las fiestas al ritmo que quieras y puedas, adaptándote a lo que desees. En definitiva, no te adaptes a la fiesta ni a la manera de vivirla, adapta la fiesta a tus sentimientos y posibilidades.
QUERIDO AMIGO:
Si sientes la falta de alguien, de un familiar, amigo querido, aprovecha estas fechas para recordarlo de la mejor manera y hazlo a modo homenaje.
Si no te gustan las reuniones familiares acude a las que puedas o a las que creas que debes ir y aprovecha el tiempo restante para hacer lo que desees como salir con los amigos.
Si estás pasando por una mala época, aprovecha para sincerarte y apoyarte en alguna persona o familiar cercano. Quizás pueda ayudarte más de lo que piensas.
Fundamentalmente, trata de no pasar solo.
TE DESEO UNA FELIZ NAVIDAD!!!… a tu manera.
Sinceramente.
*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina
Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).
Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.
Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.
Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.
En nuestras empresas, el conflicto prácticamente es inevitable; existen numerosas causas que generan dicho estado, entre algunas, podemos enumerar: procesos de cambio en donde me cambian mi “status quo”, celos y emociones personales, mala comunicación, organigrama complejo o no resuelto sin separación efectiva de responsabilidades y roles de cada empleado, clima organizacional no efectivo. Todas estas causas de conflicto hacen que la empresa esté funcionando fuera de su estado normal, y por lo tanto se resiente y dificulta el ciclo de generación de dinero para mantener el sistema.
Será necesario apaciguar/solucionar dichos conflictos, generar un clima de tolerancia y que las confrontaciones personales y antagonismos, puedan ser resueltos de manera efectiva, prudente y rápida. Para ello el líder, el dueño, el gerente, el director, el accionista, serán personas claves en tratar la situación.
Es muy importante haber establecido la causa real del problema, su solución, y de acuerdo con lo sucedido, poder anticipar nuevas confrontaciones; esto se denomina “retroalimentación positiva” en el conflicto funcional.
Esto en general pasa prácticamente en todas las empresas, el conflicto funcional puede generar nuevos espacios de entendimiento y colaboración, abrir el camino para un mejor y normal desarrollo de mis procesos administrativos.
Ahora quisiera darles una visión sobre la conflictividad que tenemos en nuestro país.
Las relaciones entre empresarios y sindicatos son cada vez más lejanas, complicadas, y confortativas. Nuestra cultura se ha generalizado a emplear el derecho de huelga como prácticamente el primer paso ante cualquier situación.
La huelga debería ser el último recurso a usar para destrabar o conciliar un conflicto. No existe en el frente sindical, una visión moderna y efectiva para encarar sus soluciones, se tiene un pre concepto generalizado de la “explotación” del patrón hacia el obrero, muchas minorías que gobiernan dichos sindicatos siguen pensando en la utopía marxista de socialismo, lucha de clases, y evidentemente no han visto los cambios que se han producido en los últimos 30 años; entre los más destacados la caída del régimen dictatorial soviético, el muro de Berlín y la creación de Estados independientes con economías social demócratas, y con apertura al mundo.
En estas decisiones de paro, que se toman con mucha rapidez en la emoción del momento, no se piensa prácticamente en las consecuencias que tiene para la población; paro de maestros, paro de los distribuidores de garrafas de gas, paro de médicos, paro y más paros… ahora faltó combustible por casi cuatro días por un paro de los trabajadores de los transportistas, y la causa primaria fue un accidente laboral.
Parece ridículo llegar a un paro por este motivo, tiene que haber instancias previas de dialogo y para establecer las causas de dicho accidente y como prevenirlas. Pero nuestra cultura Oriental está primando, paramos y váyanse todos al carajo, me importa un bledo las consecuencias.
Incluyo en este último y ridículo paro que nos dejó sin combustible, la total inoperancia del gobierno en su Ministerio de Trabajo para solucionar el tema. Se decreta la esencialidad tres días después de comenzado el conflicto…
Para terminar, no puedo dejar pasar otra perlita de cosas que pasan en nuestro Paisito; los vándalos de siempre, encapuchados, hicieron una marcha (ojo: escoltados por la Policía, que no hizo absolutamente nada para prevenir los desmanes), en 18 de Julio, para protestar contra la G20.
Encapuchados rompieron todo lo que había cerca. Días después se identifica a dos de ellos y se los procesa (presentarse en la comisaria una vez por semana), pero uno de ellos ya tenía alquilado un rancho en Valizas; y que solidarios y buenos que somos, le dijimos al encapuchado: “bueno anda a Valizas, tomate tus vacaciones y después empezas a cumplir la importante pena de presentarte cada tantos días en la comisaria”. La realidad supera la ficción…
*) Master en Administración de Empresas (New York University). Ocupó cargos gerenciales de primer nivel en áreas administrativas financieras en importantes empresas en Montevideo y Buenos Aires. Docente Universitario. Desde el 2008 hace consultoría y capacitación en empresas familiares en áreas de Administración, Contabilidad, Finanzas y Organización. Cel. 099 141 417 - Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
*) Lic. en Psicología Adriana Savio Corvino
“…y un día le pregunté a mi hijo de 7 años: Si nosotros los buenos, matáramos a todos los malos… ¿Quiénes quedaríamos?
Y él me respondió: “Los asesinos papá… Solo los asesinos…”
Noticia escalofriante… dos asesinos confesos y de perfiles de alto nivel de peligrosidad se pasaron factura de la forma más salvaje y uno de ellos de forma cruenta fría y hasta si se quiere despiadada, asesinó a sangre fría y mientras dormía al “pelado” sin darle ni siquiera la oportunidad a la víctima de defenderse.
El hecho sucedió dentro de una celda de 2x2 donde Marcelo Roldán compartía cohabitabilidad con Víctor Hugo Pereyra Da Silva; ambos asesinos confesos desde tempranas edades y habiendo sido los homicidios hechos que iniciaron en ambos, la carrera criminal.
Aparentemente ambos presos se “llevaban bien” y convivían en cierta “armonía” según explicaron algunos técnicos de la Institución Carcelaria; razón por la cual no se comprendió como “problemático” el hecho de que compartieran celda.
Sin embargo, es cierto que estos perfiles deben ser analizados a fondo, y nunca es demasiada información la que se tiene para llegar al supuesto “basamento” de sus verdaderas intenciones o impulsiones violentas.
Ambos reclusos eran lo que se conoce como “presos viejos” dentro del centro de reclusión; y compartían celda en La Roca- área de mayor seguridad en Libertad- desde hacía nada más que 3 meses. Sin embargo, los rumores que corrían eran que El Pelado “había perdido su estrella de líder” hacía ya unos años atrás, frente a la comunidad carcelaria.
En los últimos tiempos, según expresa el victimario, la víctima no hacía más que “insultar a su madre enferma de cáncer.” Este es el testimonio aparentemente “justificatorio” de su acto salvaje y voraz con el que elige ultimar a su víctima: ahorcarla, luego acuchillarla, flagelarla, comer parte de su torso fritado y finalmente degollarla para colgarla como una res del techo de la celda.
El posible análisis más profundo, que puede entreverse en función de las conductas podría ser algo así como: se observa presente la burla del homicida ante su víctima tanto estando esta viva y luego de muerta. Cortar el cuerpo para profanar la paz de su descanso, que simbólicamente solo puede obtenerla si está su cuerpo completo.
Aparentemente él insultó a la madre y este otro le estropeó el duelo a la suya propia. El victimario según su relato presenta a su madre “muriendo de cáncer” y por ende mató a la madre de Roldán en vida, estropeando el cuerpo de su hijo y su duelo.
A través de la condición psicopática del victimario, se da un duelo de madres detrás del duelo real entre víctima y victimario; podríamos decir que el victimario mató a la madre de Roldán, antes que la circunstancias según el mismo explicó, terminen con la vida de la propia. Matar en vida a la madre de Roldán, por intermedio de la comisión de tan brutal homicidio hacia el cuerpo de su hijo, no se puede leer como otra cosa que matar a su madre en vida, luego de haberlo ultimado al hijo como lo hizo.
El homicidio con rasgos de especial intencionalidad y alevosía, suma vilipendio, o sea, atentado contra el derecho de la paz de los muertos, pues se trató de una flagelación con decapitación post mortem, que claramente buscaba el asombro con la “instrucción” a la comunidad carcelaria y a la sociedad por completo.
Criminológicamente podríamos describir que dató de un desmembramiento “expositivo” por estas mismas causales; que van vinculadas a claros indicios de falta total de empatía y angustia del lado del victimario, quién advirtió públicamente en el juicio que ni se arrepentía ni pediría perdón por sus aberrantes conductas hacia Roldán.
Este hecho presenta varios focos de análisis; el primero es desde la dimensión comunitaria carcelaria. Desde la antropología criminal es bien sabido que los “actos” de feroz violencia como decapitación, flagelación y desmembramientos; refieren arquetípicamente a actos de tortura milenarios que tenían por esencia el “advertir” acerca de un territorio o una persona ante la cual era precepto “cuidarse”.
Recordemos a los Jíbaros con sus reducciones de cabeza del enemigo y comer el corazón para “absorber” el poder del enemigo; o las culturas vikingas con sus prácticas del “águila de sangre” donde se desmembraban especialmente los torsos y se buscaba el desangrado de la víctima en vida, aspecto que está en dicho caso, e incluso se induce especialmente cuando Víctor cuelga de cabeza hacia abajo el cuerpo de su víctima ya decapitada, al igual que se desangra un animal al ser faenado.
Tal es así, que no es raro hallar en la biografía del victimario, actividades relacionadas con la cacería y la faena de animales; los cortes e incisiones a pesar de haber sido realizadas con instrumentos rudimentarios como los “cortes carcelarios” parecen realizados en el lugar perfecto junto a las uniones musculares exactas para favorecer su velocidad y aplicación de fuerza en exactitud.
Se trata de un aspecto que por perfilación criminal y matcheo de casos me recuerda a la vida y acciones criminales de Ed Gein, también caníbal, niño criado en medio rural, con conocimiento de cacería y faenado de animales que fue reconocido como uno de los 10 asesinos seriales más terribles de la historia criminal; y en su país llamado el “Caníbal de Milwaukee.
Pero no alejándonos tanto de nuestro país; también emergen nuevamente formas de matar vistas en el caso de El Cosita que junto al Sapo matarían al “Caramelero” tirando restos de su cuerpo hacia afuera de la celda y comiendo parte de su corazón.
En lo que a perfiles criminales respecta llaman potentemente la atención, aspectos como la asepsia y búsqueda de “orden” extremo en la escena del crimen en ambos casos; El Cosita llego a juntar la sangre del Caramelero con jugolín en sobre, desperdigándolo para poder juntarla luego de emulsionada y evitar que saliera hacia afuera de la celda.
De la misma manera que el victimario de Roldán, luego de matarlo, desmembrarlo, decapitarlo, comerlo y colgarlo, limpiaría toda la escena, se bañaría y finalmente se sentaría a esperar que lo “castigaran”. Hay que aclarar que cuando la fiscal del caso ingresó a la celda el hombre explicó: “No limpié para evitar que piensen que no haya sido yo el culpable… soy el único que estuvo con él dentro de la celda.”.
Claro es que la búsqueda de “orden” es en ambos casos una búsqueda más interna del victimario que perteneciente al plano de la realidad. El desorden y el descontrol de la situación eran dos circunstancias que al victimario de Roldán no le satisfacían en absoluto; a tal punto que al tocar el “botón parafrénico” de la figura materna, el asesino de asesinos se abalanzó sin dudar y pasó a la comisión del acto en una “tormenta psicopática” que de tan efectiva y tremenda, parece hasta irreal. ¿La Víctima no luchó? ¿No se defendió ni siquiera instintivamente por su vida a pesar de poder estar dormido? ¿Nadie los escuchó?...
Desde un lugar más dinámico no descarto una admiración desmedida de parte del agresor hacia su víctima -luego de ultimarlo se viste con sus ropas-, y en cierto nivel una “competencia” de poderíos de liderazgo dentro del ámbito carcelario. Desde lo simbólico; el homicida va tras su cabeza en primera instancia, donde residía quizás uno de los mayores “poderes” de “El Pelado” ya conocido por su don de liderazgo y reconocimiento por parte de la comunidad carcelaria, la cual destaca como central su “don de persona” con “códigos” en el ambiente.
Luego fue al corazón; y aparentemente equivoca la lateralidad realizando la incisión en el lado derecho; también aspecto muy significativo. El corazón es símbolo de fuerza y sentimientos; recordemos que aparentemente la víctima “insultó” a su madre, símbolo de la mayor adoración para cualquier hijo y más para uno convicto.
Se busca “extirpar” el corazón, ¿denotando que no lo tiene... del lado “opuesto” ?, para demostrar que no tiene corazón o lo tiene en un lugar que no corresponde? Estos aspectos que parecerían muy aventuraros deben ser analizados ante el victimario; pero les aseguro que nos asombraríamos si hablásemos con él y según su discurso llegáramos a conclusiones que confirmen que estos “sentidos” estuvieron presentes, aunque sea desde el plano más inconsciente de su psique.
Claramente el “móvil” criminológico fue Humillación de la Victima, lo cual remató con un flagrante vilipendio que falta el respeto al cuerpo del muerto y busca seguir burlando al mismo más allá de su muerte; ya habiendo éste dejado de ser un ser vivo, pero no por eso un cuerpo con derechos como la dignidad y respeto ante el mismo.
El descuartizamiento es también lo que se entiende como “romper en partes” para que sea posteriormente irrecomponible; esto desde la fantasía es con el fin de “maldecir la partida”.
Esto tiene una traducción en el plano real que se centra en que el cuerpo no pueda ser duelado correspondientemente, pues nunca estará “completo”. Ahí mismo ya existe y se hace presente la esencia de la figura del vilipendio que luego se materializa a través del canibalismo, desmembramiento y apuñalamiento post mortem.
También es de orden pensar en el Modus Operandi elegido; en el “dime como matas y te diré quién eres…”; la mutilación alude a una clara disposición interna que está presente en el acto en sí, como también en lo que busca expresar con el mismo -separación cabeza y corazón del cuerpo-. En realidad, la fantasía se centraría en que no se pudieran “hallar las partes” lo cual induce a realizar el desmembrar -siempre que nos estemos refiriendo a lo que motiva inconscientemente a un homicidio con tal ferocidad-, en el mismo momento del acto.
Finalmente agregar otro factor más que sería el neuro psicológico criminal, más específicamente en este caso vinculado al “cerebro de reptil”. No podemos olvidar el concepto de “desterritorialización” o sea, “pérdida de referencia geoubicacional” dentro de los predios de encierro y mucho más intra-celda.
Claramente hubo presente también, un conflicto de territorios y mando con dominio sobre el mismo, donde aparece un dato clave acerca de la personalidad de Roldán. Según allegados era una persona “…que no sabía vivir en libertad...” o sea, requería del territorio definido y sobre el cual nunca perdiera el control del espacio. Esto no es casual si hacemos referencia a la escena y al tipo de muerte que terminó dando final a su vida de forma brutal.
Por otra parte, no olvidar la firma del criminal; que en este caso como no podía ser de otra forma, vuelve a ser la misma al igual que en su primer homicidio donde la victima ex pareja del victimario, terminó en una escena lamentable como la de Roldán, también decapitada.
Para cerrar el caso aquí, creo central destacar la importancia de analizar científicamente y de forma actualizada los perfiles psicológicos de convivencia de los reclusos, por más que se trate de “presos viejos” como era éste el caso. La mejor de todas las condiciones de convivencia intramuros debe ser buscada y custodiada siempre, no únicamente por los operarios policiales de intervención directa, sino también por los técnicos del ámbito psicológico y mental.
Tenemos la responsabilidad funcional, pero por sobre todo ética y moral, de ofrecer a razón de la investigación y formación continua; una mejor realidad de convivencia para los presos, en relación principalmente a la protección de su dignidad como seres humanos de derecho y a la protección del ser humano en sí mismo.
Los casos “complejos” en cuanto a su conducta criminal y personalidad, deberían ser objeto de estudio constante y análisis científico-criminal, con el objetivo de avanzar en prevención victimológica y seguridad para todos.
Cuando lo urgente no deja tiempo para lo importante… no es una buena transacción… y en estos casos tampoco…
Hoy valió la vida de un convicto que transitó más del 70% de su vida en condiciones de encierro… hoy de nuevo “triunfó” la fuerza más brutal y feroz de la violencia más monstruosa que el ser humano puede expresar… hoy triunfó de nuevo, intramuros, la barbarie que todos desde nuestros lugares debemos combatir día a día… segundo a segundo…
Todas las vidas valen… y un acto violento no se puede justiciar ni enjuiciar con más violencia. Las vidas violentas tampoco…
*) Especialista en Psicología Forense y Psicología Criminológica – Perú. Maestrado en Derechos de la Infancia, Adolescencia y Políticas Públicas - UdelaR. Promotora DDHH Mec. Directora del Instituto de Psicología Forense del Uruguay (I.C.P.F.U.).
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Por contacto con la Psic. Forense Adriana Savio Corvino, directora ICPFU, Montevideo, Uruguay, como para información acerca de cursos conferencias y charlas forenses, contactarse con el teléfono: +5928-091434174, o al correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla., únicos medios de contacto.
“La televisión, que pretende ser un instrumento que refleja la realidad, acaba convirtiéndose en un instrumento que crea una realidad” Bourdieu, P. 1996.
La tristeza y la desesperanza que vivimos hoy es social. Su construcción es colectiva. No deberíamos dudar de esto. Las formas de una incertidumbre triste se construyen en el colectivo, se promocionan ahí mismo, y adoptan sus rasgos más perversos cuando se transfiere su desarrollo al interior de los sujetos, al plano intrasubjetivo. Es una de esas enfermedades sociales que no entendemos de qué forma silenciosa se propaga, pero sabemos que sus daños son irreparables.
“La radio me dice que está todo mal. La violencia aumenta en las calles. Los crímenes son cada vez más y la fuerza de las drogas es tal, que te matan por dos pesos. La policía no alcanza, las penas son blandas y la culpa es de los otros, de los que no entienden que la única forma de detener la violencia es con más violencia. Eso dice la radio... o es lo que creo entender”.
También parece estar claro que vivimos en un mundo que no es todo construido por nosotros. Hablamos, inclusive, muchas veces con las voces de los otros, de los que tienen el poder para construirnos el mundo. Repetimos lo que oímos, y la voz del pueblo, la que habla, está tan teñida de matices que no distinguimos ficción de realidad.
“El diario me dice que está todo mal. Ni siquiera respeta las lágrimas de sangre de Brasil, porque parece que los brasileños tienen lo que se merecen por haber optado otrora por una supuesta izquierda corrupta que no entiendo por qué, si es izquierda, está tan alejada de las ideas utópicas que nos enamoraron”.
Parece difícil, bajo formas de dominio tan sutiles y perfectas, intentar convencer a alguien de que hay formas posibles de pensar en todos ante el inobjetable discurso del sálvese quien pueda. El “ser humano” tiene el poder de ganarle a “la humanidad”, porque los discursos parecen decir que no hay forma de que exista esperanza para ningún tipo de justicia social. Nos hacen creer que la pobreza es necesaria porque siempre existió, y porque el mundo funcionó con pobres y con ricos a la vez, y parece que convivían sin problemas.
“Veo en la televisión que está todo mal. Los inmigrantes llegan al norte a sacarle el trabajo a los norteamericanos. Las medidas de fuerza aumentan para que esto no suceda. Me lo cuentan las señales internacionales. Temo que pase lo mismo acá, vienen de otros lados y trabajan por miserias. La gente se subleva ante la amabilidad a los inmigrantes porque, según dicen, los tratan mejor que a nosotros”.
La xenofobia parece promocionarse sin necesidad de invertir ni energías ni dinero.
La manipulación es tal que parece imposible, sin una educación realmente liberadora, sin un desarrollo crítico de los sujetos, que cada uno logre construir su propia idea del mundo, o por lo menos comprenderlo. Muchos menos ser parte de la transformación.
El desafío aumenta cada día porque las formas de la manipulación también lo hacen, y sólo queda resistir. Porque lo otro es sumarse a la desesperanza que, tal como aparece hoy, no es más que la tristeza disfrazada de compañera.
Enfrentarse críticamente al mundo que construimos y que nos construyen implica, en cierta forma, un enfrentamiento con uno mismo. Una especie de debate entre el “yo construido” y el “yo emancipado”. Supone también comprender las formas de la manipulación más allá de la simple práctica de manipular. Un acceso a otra perspectiva del mundo en que vivimos y del espacio social que compartimos.
Ese acceso implicará, a su vez, una reformulación de los sentidos adjudicados a todas nuestras prácticas. Para el caso de nosotros, los docentes, una perspectiva nueva y necesaria que supondrá, entre otras cosas, habilitar a los sujetos a la construcción y reconstrucción de su propio mundo, liberar su capacidad infinita de operar como agentes de cambio en la búsqueda de formas nuevas y diferentes de algún tipo de justicia social.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.
Hace poco tenía consulta médica, en el horario exacto me llaman, ni un minuto antes ni un minuto después; ante mi asombro importante, y estado de bienestar/felicidad que me produjo esto, entro al consultorio (no conocía al médico); lo primero que le digo es: ¡¡¡Felicitaciones!!! El facultativo (Ella) -no me banco el lenguaje inclusivo, con respeto, espero no ofender a muchos- me mira sorprendido y me pregunta el porqué de la felicitación, le explico y sonríe…. y me dice “en general cuando llamo a los pacientes no están”.
La probabilidad compuesta (es la probabilidad de que se den simultáneamente dos sucesos) para lo que pasó con la consulta médica es realmente baja, en general los pacientes estamos más o menos a la uruguaya en hora, el tema de los facultativos es mucho más crónico e inestable.
Aplicando este concepto a nuestra idiosincrasia, a nuestra forma de ser, nuestra cultura, estamos bastante lejos de ser un país que atienda en tiempo y forma, la interesante y explosiva combinación del factor humano en todas las decisiones y eventos que nos pegan a diario hace que ya estemos “curtidos” de la no atención en hora de cualquier cosa.
Traduzco atención en hora a todo lo que me debe brindar el Estado a través del Gobierno de turno, y la contrapartida de nosotros, los ciudadanos comunes de hacer las cosas de la mejor manera, tratar de brindar el mayor esfuerzo en que el sistema funcione.
El sistema funciona bastante mal en el territorio Oriental, nos hemos prácticamente olvidado del término “derechos y obligaciones” y esto es para todos, población y gobierno.
Uds. ya saben todo lo que nos pasa, no quiero aburrirlos en repetir nuestros males y sombras que están en el horizonte de la economía, la sociedad, nuestra cultura, y lo que si me altera es no ver algún indicio de que se vaya a “hacer algo”.
Estamos tan metidos en la diaria y en como llegar con mi empresa al mes siguiente, y poder cobrar mis créditos, pagar al personal y proveedores, pagar el crédito bancario que obtuve por un bajo flujo de caja, y hasta poder pagar mis impuestos mensuales, que no salgo de este círculo vicioso de incertidumbre y poca estabilidad, económica y emocional.
Al Estado le pasa lo mismo, hay que mantener el gasto, saquemos dinero de donde sea para mantener el estatus quo reinante; me olvido de lo que es, gobernabilidad, innovación, inversión, trabajar para todos, pensar en cinco a diez años para adelante…. Y tantas cosas más que quiere el ciudadano común (¿seguridad, educación, salud?).
Escucho y leo cosas que tienen que ver con sucesos que están condicionados a darse simultáneamente, acá en actos de mal manejo de los dineros públicos, ineficiencia marcada para gestionar empresas del Estado, cierta corrupción y estructuras enormes ineficientes y con una marcada burocracia y lentitud en toma de decisiones; acá si tenemos probabilidad compuesta que se da, y es alta; están todos alineados en algo que llamo decadencia y pensamiento especifico de uno solo para su “uno mismo”, me quiero salvar yo, deseo seguir dependiendo de la teta del Estado, mi preocupación es solo mi entorno.
Pero somos tres millones quinientos casi, que necesitamos que el paciente se presente en hora y el facultativo lo atienda en tiempo y forma.
*) Master en Administración de Empresas (New York University). Ocupó cargos gerenciales de primer nivel en áreas administrativas financieras en importantes empresas en Montevideo y Buenos Aires. Docente Universitario. Desde el 2008 hace consultoría y capacitación en empresas familiares en áreas de Administración, Contabilidad, Finanzas y Organización. Cel. 099 141 417 - Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala
Muchos hombres viven absortos en sus empresas exteriores o en la superficialidad de una vida de masa que se muestra poco inclinada a la reflexión. Solamente entran dentro de sí en el choque con la realidad, es decir, en la experiencia de la frustración, del fracaso o la derrota.
El infortunio, un accidente de tráfico, la muerte de los padres, de la esposa o de un hijo… nos arrancan cruelmente de la dispersión para ponernos frente al problema del significado fundamental de la propia existencia. “Me convertí para mí mismo en un grave problema”, afirma Agustín, refiriéndose al trauma sufrido con ocasión de la muerte de un amigo.
El fracaso de nuestros propios proyectos, la fatiga y la dureza del trabajo, el cansancio de vivir, la impotencia de alcanzar una paz estable, la soledad, el abandono de tantos amigos…, en una palabra, el contraste entre lo que uno es y lo que le gustaría o debería ser para ser plenamente hombre, son otras tantas experiencias que nos invitan a reflexionar.
Muchos intentan un planteamiento de la vida en conformidad con una filosofía o una visión del mundo y del hombre, sin tener en cuenta las dimensiones profundas y personales del mismo. Este vive alienado, como número en medio de una gran masa interpersonal, que lo seduce con crueldad sin tener en cuenta sus problemas personales. O bien corre detrás de valores engañosos, orquestados por una pérfida publicidad, olvidándose de los verdaderos problemas.
Y sucede que todo este conjunto llega en el momento en que no sólo no ofrece ninguna satisfacción, sino que se hunde dejando aparecer el vacío y la nada. Correr diariamente tras una fantasía rutinaria, en modo automático…; de pronto todo se derrumba, se revela en toda su crudeza el absurdo y el vacío de semejante existencia.
Este fenómeno de experiencia del vacío y de la nada frente a una civilización dominada únicamente por la técnica y por el funcionalismo lo atestiguan otros pensadores como A. Schaff y E. Bloch. El hombre no vive solamente de economía, de política, de tensiones sociales. La experiencia del vacío y de la nada no es más que un modo negativo de repulsa de una civilización que debería servir al hombre, pero que lo ahoga en sus aspiraciones más profundas y más personales.
El mismo sentido de la existencia y la posibilidad de realizar una auténtica libertad parecen depender en amplia medida de los demás. La frustración de estas relaciones parece conducir por tanto casi inevitablemente a suscitar el problema del ser y del significado del hombre.
Es necesario transitar la vida, siendo conscientes que existen puntos inconciliables con los que no vamos a poder.
RECUERDE: EL Suicidio es una causa de muerte EVITABLE.
*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina
Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).
Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.
Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.
Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.
“Sería en verdad una actitud ingenua, esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica.” Paulo Freire
En la medida en que la educación deja de ser tema de la academia y circula como objeto de análisis en los diversos espacios de encuentros de sujetos, surgen y se reconstruyen las mismas charlas y los mismos debates. Muchos de esos debates ofrecen perspectivas claras.
Tal vez la más común es la que se alinea a la voz del pueblo y al discurso coloquial internalizado. Otras no parecen tan claras y se asocian, en la mayoría de los casos, a las formas de la educación. Generalmente, este tipo de análisis desconoce que el debate debe ir más allá e interpelar supuestos subyacentes, y que las reformas también deberán apuntar a lo profundo de la lógica del aparato educativo.
Es preciso aclarar que el cambio profundo en la educación, el que parte de sus estructuras político-ideológicos y de una idea de construcción sobre el proyecto social para el cual se educa, supondrá muchas veces un cambio en las formas, en las prácticas de enseñanza, en la planificación, metodología y evaluación pero que, más allá de que ese cambio es necesario, es deseable que necesariamente sea antecedido del análisis y la reconstrucción de los fondos.
En dicho sentido, la escuela moderna se caracterizó por un proyecto social reproductivista. La escuela siempre fue y continúa siendo un espacio de circulación de saberes necesarios para la interacción de los sujetos en la cultura a la que pertenecen. Un proyecto pensado exclusivamente para la reproducción de esos objetos culturales entenderá la escuela como un espacio de enseñanza en el cual los docentes deberán trasmitir ciertas formas culturales, sin la posibilidad de habilitar a los sujetos a la reconstrucción cultural. La analogía del maestro como la jarra con agua y los alumnos como vasos vacíos.
La reproducción de la cultura hegemónica fue, durante muchos años, el fin en si mismo de la escuela. En sociedades con estructuras de clase complejas, el aparato ideológico, como parte de una superestructura, funcionaba al servicio de la reproducción intentando, bajo estrategias metodológicas modélicas y transferibles, que todo se mantuviera tal cual estaba.
La escuela moderna nunca intentó resolver el problema de las diferencias de clase, porque su fondo ideológico no era ese. Tampoco se cuestionaba, porque la escuela, y por tanto la educación formal, siempre estuvo en manos de ellos, de los que se favorecieron históricamente de que todo siguiera tal cual estaba, aquellos que de forma solapada eran protegidos por un sistema político construido por ellos mismos y a su servicio.
Es desterrado de esta manera el concepto del hombre “bien educado” como aquel que acumula conocimientos validados culturalmente, ya que los conceptos que manejan estos sujetos están claramente recortados por la clase dominante. Su cabeza construye un mundo que es el que le construyó un grupo de poder encargado de recortar con su propia tijera aquello que deberán saber tanto como aquello que no deberán saber.
Las formas de la educación cambian con el discurso de la teoría crítica de la enseñanza. El sujeto crítico no es aquel que maneja gran cantidad de conocimiento, aquel que es un producto de la reproducción cultural, sino aquel que ha sido habilitado mediante prácticas realmente liberadoras, a la reconstrucción de esas formas de la cultura hegemónica.
Ser crítico implica un posicionamiento político ideológico sobre un objeto de enseñanza validado socialmente, que posicione a los sujetos en un determinado lugar del espacio social con las herramientas suficientes para la transformación.
Los discursos sobre la criticidad se confunden a diario. No es crítico aquel que cuestiona o interroga como estudiante, sino aquel que tiene la posibilidad de ubicar lo que aprende en un determinado momento sociohistórico, y comprender las formas en que ese objeto se ha construido en su propia cultura, social y políticamente, y las formas en que será posible participar como sujeto activo, desde su potencial reconstructor.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.
*) Lic. en Psicología Adriana Savio Corvino
Si existe un denominador que podríamos llamar “común”, al túnel oscuro y siniestro que significa para el adicto, atravesar su proceso por el calvario de la sustancia, es “necesitar aquello que lo daña” más que aquello que lo sanará y liberará definitivamente de su calvario. Ojalá, nunca necesites como el aire para respirar, aquello que tal cual veneno al cuerpo, terminará exterminándote.
*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala
En uno de sus fragmentos, el filósofo alemán Friedrich Schlegel (1772 -1829) reflexiona sobre el suicidio:
Por lo general, el suicidio es solamente un suceso, raramente una acción. Si es lo primero, su autor habrá obrado siempre mal, como un niño que se quiere emancipar. Sin embargo, si es una acción, ya no cabe hablar de derecho sino únicamente de conveniencia, pues solo a ésta se halla sujeto el arbitrio, que debe determinar todo lo que no pueden determinar las leyes puras, como el aquí y el ahora; y que puede determinar todo lo que no destruya el arbitrio de los demás, destruyéndose, con ello, a sí mismo.
El suicidio se representa como el acto más radical porque se comete aparentemente contra la necesidad, es decir, contra nuestras determinaciones naturales. También se hace contra el destino, que, si bien nos tiene deparada una muerte, también nos impone la obligación de seguir viviendo.
De modo tal que el suicida es uno que se coloca en el lugar del destino para realizarlo por su propia mano, de tal modo que es al mismo tiempo un rebelde y un desesperado.
Hegel menciona que el hombre es “la muerte que una vida humana vive”.
Camus todavía hablaba del suicidio con un acento, digamos, romántico. Querer acercar la muerte voluntaria a un asunto filosófico es desdibujar el problema, borrar su fondo. El suicidio no puede pertenecer nunca a la filosofía ni a la literatura, aunque en ambas ha sido y es un asunto crucial.
En el acto voluntario de morir intervienen demasiados factores, a veces azarosos. El suicidio está latente en un rincón de nuestra mente, pero también de nuestra cultura. Si nos “asusta” es porque, de algún modo, contraviene el orden, tanto biológico como cronológico.
Según nuestra mentalidad, la muerte tiene sentido cuando ya ha consumado un proceso, una vida, un camino. Si nos turba la muerte de una persona joven es precisamente porque en ella se cumple esta violación del tiempo. En el rechazo del suicido, en la perplejidad que se siente ante él, se encierran muchas cosas.
Aristóteles abrió una tradición que todavía prevalece: consideraba a quien se daba muerte como un desertor de la sociedad, ya que, según su discurso, el individuo pertenece a la comunidad que le ha ayudado a educarse e integrarse.
Ante la empresa encomendada al ser humano, imposible de cumplir, surge la angustia. Esta empresa, sin duda colosal, consiste, para el creyente, en tener que responder a las expectativas de Dios depositadas en él, o bien, en los siglos últimos, de carácter laico, a lo que espera la sociedad de cada uno de nosotros; una sociedad, recordémoslo, implacable y a menudo impía, en la que el mercado -es decir, el dinero- ha dinamitado toda posibilidad de entendimiento. El avance de la barbarie, la brutalidad, su erosión, son cercos que el individuo de la contemporaneidad ve difíciles de romper.
El suicidio no nos salva, porque afrontarlo, aunque sea desde la legítima y comprensible desesperación, es darle la razón al mundo.
Si la estadística se cumple, hoy, en Uruguay, se quitarán la vida 2 personas y muchas más lo intentarán y según recientes estudios la mayoría habrá pedido ayuda en la última semana y otras hoy mismo. Las personas que hoy se quiten la vida serán muchos más que las mujeres que son asesinadas por violencia de género o las personas que mueren en accidente de tráfico.
Sin embargo, el suicidio, un grave problema social y de salud pública, sigue en el tabú de la calle y en el silencio de muchos. Es necesario “hablar”: hablar alivia; hablar libera. Hablar de suicidio no provoca suicidios, sino que ayuda a las personas a expresar sus emociones en situaciones difíciles. Y contribuye a que el suicidio no sea un tabú. O lo que es lo mismo, “cifras invisibles para la opinión pública”.
Invitar al padeciente a enfrentar la vida y encontrarle un sentido que vaya más allá de la supervivencia… invitarlo a vivir y no a perdurar en el tiempo.
RECUERDA: El Suicidio es una causa de muerte EVITABLE.
*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina.
Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).
Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.
Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.
Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.
“No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante” Guevara, E.
Hemos hecho referencia, en otras ocasiones, a esa conducta natural de los sujetos de evaluar de forma permanente. Hemos explicado también, que esa evaluación es la práctica que consiste en someter a un determinado objeto -o un recorte de ese objeto- a la comparación con su referente o “deber ser” y que ese ideal de comparación obedece a una construcción personal de origen social.
Es decir que, en función de una estructura cognitiva interna preelaborada, que responde a ideales construidos socialmente, entre sujetos, pero que goza de formas particulares para cada uno de nosotros, ponemos en marcha esa histórica práctica social que consiste en establecer juicios de valor de forma casi que permanente, sobre todos y, sobre todo.
Estas acciones no nos transforman en jueces supremos ni mucho menos, sobre todo porque la mayoría de los referentes de evaluación a los que responden esas prácticas, como hemos dicho, no son más que el producto de la historia personal del sujeto que desarrolla la práctica y de los rasgos particulares del espacio social al que pertenece.
Es así entonces como, cuando se trata de evaluar un sujeto o una acción de un sujeto, es la historia del sujeto evaluador la que establece referentes de comparación y criterios para evaluar y no la historia del sujeto evaluado la que lo hace, aun cuando ambos pertenezcan al mismo espacio social.
Lo que decimos, en definitiva, es que cada sujeto tiene una determinada forma de juzgar que responde a una determinada forma de ver y de entender el mundo, y que esa forma es el resultado inconsciente de una historia de vida que lo condiciona.
Es ella la responsable de esa práctica que consiste en vivir permanentemente estableciendo juicios de valor que muchas veces, la mayoría, no coinciden siquiera con los del amigo más cercano. En definitiva, nadie es culpable de pensar lo que piensa, aunque estemos en desacuerdo con él. Porque, en definitiva, la que lo piensa es su historia.
Queremos, en este caso, referirnos a una cuestión en particular. Durante muchos años, todas esas formas de entender el mundo, formas que determinan el ser y el hacer de los sujetos, coincidían en determinados criterios que simulaban formas de entendimiento o espacios compartidos de opinión. El que establecía cuáles eran esos puntos de encuentro, era lo que muchos llamaban “sentido común”.
Ese famoso sentido común, al momento de juzgar acciones propias o ajenas, respondía a parámetros éticos, es decir a aspectos teóricos del orden de lo absoluto y vinculados al comportamiento humano, a los parámetros supuestamente objetivados del bien y del mal. E intento acá ir mucho más allá de lo moral, dado su carácter relativo y por tanto variable.
La pérdida del tan mentado sentido común ha transformado las formas humanas de la evaluación en prácticas poco menos que insostenibles, alejadas de las líneas éticas que otrora aportaban lo general y absoluto, a lo particular y propio de los juicios construidos. Hoy parece que lo particular se robó el terreno y no existen parámetros regulatorios que orienten las formas de entender y, por tanto, de juzgar al mundo.
Y en ese recorrido, hemos ido perdiendo lo que alguna vez fue de todos y era por todos incuestionado. Abrimos acá un particular capítulo para los sentidos de la justicia social. Perdimos la capacidad de sorpresa ante las formas más extremas de pobreza, de violencia, de abandono. Caminamos entre la mendicidad sin siquiera espantarnos, y somos tan inertes e inquebrantables que inclusive nos creemos capaces de poder juzgar a los pobres por su pobreza.
Parece que hemos encontrado las formas de elaborar juicios de valor que condenen la pobreza, porque parece también que esta especie de inconsciente colectivo nos envalentona para opinar de todo y sobre todos, sin detenernos jamás, a evaluarnos a nosotros.
Asumimos, finalmente, que las formas político-ideológicas del neoliberalismo, han reestablecido los parámetros éticos y con ello los sentidos de la justicia social, elaborando, en palabras de Chomsky, una estructura de clases marxista, con los valores invertidos. Esos parámetros evaluatorios no solo validan la injusticia social, sino que la justifican, porque los que juzgan, subliminalmente, necesitan de las formas extremas de la pobreza y de la miseria humana para mantenerse, ellos, en el mismo lugar de la lucha de clases.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.
*) Lic. en Psicología Adriana Savio Corvino
Es sabido que Uruguay ha sido un país muy castigado en cuanto a sus valores elevados o significativos en proporción a nuestra poca población, con relación a los índices de Depresión y suicidios consumados.
En la actualidad este dato no ha dejado de variar, y volvemos a encontrarnos como el 2°país de toda Latinoamérica con más suicidios consumados por mes y por año, pero también nos hallamos entre los 5 países del mundo, que padece mayor tasa de depresión a nivel mundial.
La pregunta que nos hacemos cotidianamente todos los nativos es: ¿Qué explicaría, esta cierta “predisposición” o tendencia a la comisión de la muerte y al moverse de forma casi diaria, en contacto con la misma, ya sea a través de los intentos de autoeliminación -registrados en poblaciones etarias al 2018 centralizadas en 3ª edad y temprana adolescencia- como los suicidios consumados o el sobrevivir al margen de una depresión incipiente o declarada y cada día más instalada?.
¿Cuántos uruguayos viven hoy, a pesar de identificar correctamente los indicadores de depresión en predisposición a la misma, a la sombra tirana de la angustia y la tristeza sin tomar cartas en el asunto ni solicitar asistencia al respecto?.
Este es un tema que preocupa epidemiológicamente a la salud pública nacional, ya que aparentemente desde lo socio cultural y hasta casi antropológico, parece ser que los uruguayos tendemos a “sostener” el sobrevivir bajo la sombra de la tristeza o depresión prolongada en el tiempo, pensando quizás que no existe otra realidad psíquica posible.
Por otra parte, desde lo clínico esto instala otro problema que es el que el paciente depresivo, es un paciente muy resistente a consultar por dicha parecencia, aunque la identifique y tiende a camuflar, consciente o inconscientemente las causas de su mal, consultando por lo general por cuadros como: nervios viscerales, malestares estomacales sin causas aparentes, ataques de pánico, alteraciones al dormir o problemas y psico somatizaciones en la piel.
Alteraciones que, en el sistema de atención primaria de salud, o sea puerta, deberán ser debidamente identificados buscando también las posibles causales psicológicas y/o psiquiátricas que conecten con cuadros iniciales o avanzados de depresión, con o sin aparición de intentos de autoeliminación o tendencias suicidas, ya sean buscando consumarse conscientemente y expresadas así por el consultante, o a través de “accidentes” o “descuidos” mortales como ser accidentes de tránsito reiterados, etc.
Actualmente según las recientes investigaciones la depresión se conoce como un CONJUNTO de cuadros de orden psicológico que sumados van generando el devenir de la tristeza su cronificación y posteriormente la aparición de futuros diagnósticos depresivos de menor a mayores niveles de compromiso y pronostico del paciente.
Llamativamente en esta fórmula Depresión+Sucidio se suma un coeficiente llamado accidentes de tránsito, siendo los mismos no por casualidad, la 1ª causal de muerte en nuestro país y luego los suicidios. Debemos comprender que la madre de todos estos males, solo se llama de una manera y es la depresión no asistida o intervenida debidamente de forma temprana en la mayoría de los casos que finalizan sus vidas de formas tan tristes y poco dignas.
El suicidio como “opción” letal, emerge como resultado casi “esperable” luego de largo procesos de depresión, y si es éste el caso, se trata, por ende, de muertes totalmente EVITABLES, que siendo intervenidos a tiempo pueden remediar tan terrible desenlace.
Por otra parte, lo que debemos saber es que el deseo del suicida justamente no radica en “matarse” sino principalmente, en “desaparecer de la vida que le ha tocado” o sea “escapar” de la misma.
Pero aquí volvemos a la base depresiva, donde nos encontramos que los afectos y las relaciones con nuestro entorno son lo que nos da significado a nosotros y a nuestras vidas, por lo que uno de los factores protectores por excelencia de la depresión, así como también para los suicidios, es hacerle saber al otro que es importante o significativo en algo para nuestras vidas.
Las personas depresivas pueden evitar llegar a pensar en desenlaces fatales como el suicido, cuando se sienten importantes y con valor en la vida de aquellos que los rodean, o por lo menos de alguien que les demuestre su afecto y empatía.
¿Qué tener en cuenta para ayudar e intervenir sanamente en estos procesos?.
El paciente depresivo es un paciente muy negativista.
No hará fácil el acceso hacia su realidad interior y hacia su dolor.
Cuanto mayor es el nivel del estado deprimido que padece, mayor es el nivel de intolerancia a todo aquello que lo rodea y según él, no funciona como desea que funcione. Será difícil acercarse y empatizar con su realidad y dolor; sin embargo, los “actos” como demostrar que uno está acompañando o a su lado para cuando él lo desee puede ser de gran ayuda.
Por otra parte, la soledad que este tipo de paciente reclama, no es sana, y debe ser acompañada de alguna forma posible. El dicho “la soledad es una mala consejera” aquí se aplica con exactitud, ya que la soledad deshumaniza la vivencia cotidiana y mental del sujeto sufriente y muchas veces termina “respondiendo” lo que el mismo desea escuchar.
En este sentido como uruguayos también debemos hacer un gran esfuerzo ya que somos muy de “no meternos” en la vida ajena; sin embargo, la no acción o el no acercamiento humanizado en estos casos puede ser un detonante clave para desatar hasta las peores conductas suicidas basadas en la desolación y en sentirse fehacientemente “por fuera” o al “margen” del resto.
Algunas Recomendaciones Útiles y Practicas al respecto:
A los pacientes en sí, o a aquellos que sienten deberían consultar, promover que se acerquen a los sistemas de salud a consultas de médico general que derive en caso de ser necesario; que se nucleen a pesar de la dificultad interior que sientan y que no se queden solos.
A los familiares de pacientes o potenciales pacientes, que se asesoren al respecto de cómo hablar y tomar contacto con su ser querido y nunca interpreten la “barrera” de intolerancia como una necesidad de “soledad” sana; todo lo contrario, respetando al paciente, buscar seguir acercándose y aproximarlo a grupos de apoyo o trabajo para salir adelante.
Actualmente el nombre científico que se le otorga a la depresión es "Cáncer del Alma" justamente por ello, porque data de una parecencia que al igual que la reacción química del ácido sobre los objetos, no tiene límite de acción una vez iniciado el proceso de interacción con el paciente.
Puede comenzar como una simple “tristeza” pero complejizarse a puntos que rocen la comisión suicida o el perdurar en la depresión, sin permitir asistencia y en si permanecer en el tiempo flotando y aparentando estar vivo por fuera, y sin embargo por dentro estar muerto emocional y psíquicamente.
Somos dignos y tenemos derechos, y uno de nuestros derechos humanos es el derecho a ser felices, la felicidad no puede ser un horizonte lejano a pesar de todas las dificultades, debe comenzar a ser el estímulo acompañante en todos nuestros momentos de la vida, y nunca más transformarse en el “objetivo” a un tan largo plazo que terminamos deprimiéndonos si no lo alcanzamos.
Bajar los niveles de depresión y suicidio a nivel nacional es un problema social, y por ende es un problema de todos, no únicamente de quienes lo sufren.
Cada 3 días se suicida 1 uruguayo, y esta pérdida no es de la familia directa, es una pérdida que sufrimos todos y cada uno de nosotros como parte de la sociedad uruguaya que integramos.
Creemos y tomemos conciencia; hablemos sin tabúes del suicidio y la depresión. Evitemos las muertes “evitables”.
*) Especialista en Psicología Forense y Psicología Criminológica – Perú. Maestrado en Derechos de la Infancia, Adolescencia y Políticas Públicas - UdelaR. Promotora DDHH Mec. Directora del Instituto de Psicología Forense del Uruguay (I.C.P.F.U.)
Luego de casi un mes de paz cambiaria, en esta semana el dólar americano volvió a retomar la tendencia alcista de comienzos del segundo trimestre.
En nuestro país el dólar interbancario cotizó a $ 30,686, volviendo a los valores de principios de agosto. En el mundo, la suerte fue dispar: como era de esperar, cuanto mayor la debilidad técnica de los mercados, mayor el aumento del precio del dólar.
El objetivo favorito de los mercados fue Turquía. La lira turca ha caído más del 30% en lo que va de 2018, y la devaluación de la moneda local en dicho país se ha profundizado en los últimos días. Turquía ha enfrentado un fuerte déficit en su cuenta corriente, superior al 5% en 2017, y para dominar la situación económica, las autoridades locales han subido las tasas de interés locales y reducido en un 16% sus reservas internacionales.
Lejos de detener la sangría en los mercados locales, parece que las medidas no han sido suficientes, y el propio Euro se ha visto golpeado por efecto rebote, ante la preocupación de la situación de los bancos europeos expuestos a esta crisis turca.
El segundo país afectado ha sido Argentina, donde el dólar ha subido fuertemente en las últimas dos sesiones, y los operadores locales han manifestado que se constata una importante fuga de capitales con ventas masivas de papeles argentinos.
La exorbitante tasa de interés que ofrece el pobre equipo económico argentino del 40% nominal, y las intervenciones del Banco Central de Argentina en el mercado, no han sido suficientes para frenar la nueva corrida. Es que el problema de fondo ha sido el fracaso de la política económica del gobierno del Ing. Macri, y la ausencia de un plan creíble de la mano del FMI.
La única duda que persiste en Argentina es hasta cuándo se elevará el valor de la moneda extranjera, y cuál será la caída del PIB en estos próximos semestres. El default de su abultada deuda comienza a rondar como alternativa cada vez más posible.
Sudáfrica, India, Indonesia, México y Brasil; siguen en la lista de las próximas víctimas del ataque de pánico de los mercados, varias empresas y autoridades municipales la engrosan. Nuestro país se encuentra fuera de esta lista, por el momento nuestra economía está en buenas manos, y así lo reconocen los inversores.
Sin embargo, no escaparemos de algunas de sus consecuencias. Cuanto mayor la exposición de los agentes a los mercados cambiarios o de deudas, mayor su vulnerabilidad. En tal caso, en mal momento cae el planteo presupuestario de la Intendencia de Maldonado, que, al no haber reducido el endeudamiento público, pretende incrementarlo. Son tiempos de buena administración de las deudas, así lo manifiestan los mercados. De lo contrario, la crisis iniciada en Turquía terminará incorporándonos en esa larga lista de próximas víctimas.
*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.
“Lo que ve una persona depende tanto de a qué mira como de qué le ha enseñado a ver su experiencia visual y conceptual previa. En ausencia de tal aprendizaje, sólo puede darse una lujuriante y zumbante confusión, para decirlo con las palabras de Willian James” (Kuhn, T.S., 1962)
De un tiempo a esta parte, parece casi que de orden referirse a todo tipo de estructura mediada por algún tipo de relaciones sociales en términos de sistema. Es así como se repite en los discursos de los medios, esa referencia hueca en relación al carácter sistémico de las cosas. La ambigüedad con que es usado el concepto acaba habilitando su propio uso.
Podríamos decir entonces que si el sistema es concebido como una estructura modélica en la cual cada una de sus partes se articula de tal forma que lo ponen en marcha cual engranaje, la realidad está condicionada a la lógica del sistema. Cuando una pieza falla es tan sencillo como cambiarla.
Por otro lado, si el sistema acepta y promueve las relaciones de dependencia entre cada una de las piezas, pero se asume el carácter particular, propio y determinante de esas relaciones y la forma en que cada una de ellas condiciona al resto y acredita a su vez el cambio en las formas de esas piezas a sabiendas que dicho cambio condiciona el total del sistema, la lógica podría ser otra.
Para el caso de las instituciones, alinearse al orden de lo sistémico desde la primer perspectiva -en las formas del engranaje- podría ser en extremo problemático. En primer lugar, porque los sujetos que pertenecen al sistema no serían más que piezas sustituibles sin reparo alguno en la medida en que el resto del engranaje cambie su funcionamiento por un “defecto” en sus formas.
En segundo lugar, porque las relaciones sociales que se construyen en el propio sistema también pasan a ser piezas de ese engranaje y, generalmente, se construyen en el momento en el que dichas instituciones nacen. Es decir, los sujetos ingresan a una institución, adoptan su rol, y adoptan sus formas de ser y de hacer en relación a dicha institución.
Nos detenemos entonces en este último punto. Si el sujeto asume su carácter de agente bajo la lógica de las estructuras estructurantes y estructuradas, es posible que la institución que lo construye termine siendo construida también por él. Para el caso, es necesario que su rol se habilite, necesitando en la mayoría de los casos de un grupo mayor de agentes que acompañen sus ideas. De lo contrario, es probable que dicha institución lo forme a su gusto y antojo, absorbiéndolo a la interna del sistema y transformándolo en una pieza más de la estructura. De esa forma la institución puede funcionar años -mal o bien- sin modificaciones ni alteraciones visibles.
Sin embargo, los que pertenecemos o nos vinculamos a ciertas instituciones, nos preguntamos muchas veces cómo es posible que funcionen como lo hacen sin que nadie se detenga a cuestionar dicho funcionamiento. Parece ser que no sólo los sujetos actúan con cierta lógica determinista, sino que las relaciones se construyen bajo idénticas formas día tras día. Lo primero que debemos destacar es que, en la mayoría de los casos, no existen acciones conscientes sino acciones repetidas y validadas por la propia repetición.
Tomamos aquí entonces el concepto de naturalización. Para Josep Vicent Marqués (1981), la naturalización “es un fenómeno que lleva a los hombres a considerar sus acciones y sus creencias como naturales, ligadas a su naturaleza”. Desde una perspectiva sociológica, naturalizar formas de actuar, significa hacer sin pensar, hacer por hacer y porque siempre se hace o porque el resto de los que son iguales a mi lo hacen. Naturalizar nos aleja de la conciencia de las acciones, de la acción sobre la reflexión crítica y, por tanto, promueve relaciones hegemónicas que favorecen como siempre a la ideología dominante.
Para el caso de las instituciones, naturalizar formas de funcionamiento, ligadas esencialmente a los sujetos y a sus acciones y relaciones, significa abandonar las formas más básicas de la superación institucional. Repetir lo malo es naturalizarlo y repetirlo inconscientemente -como sucede en la mayoría de los casos- no nos exime de culpa. La naturalización puede transformarse en una agonía institucional permanente y en un desdén colectivo.
Cada uno de nosotros ve el mundo de determinada manera. Esas formas son las formas para las que nos prepararon y están sujetas a procesos de naturalización permanentes, promovidos por quienes se sirven de ese tipo de acciones para mantenerse donde están. Nuestro carácter de agentes nos exige el pensar profundamente nuestras prácticas -aún aquellas naturalizadas- para alejarnos de formas de reproducción de desigualdades que, generalmente, habitan todas y cada una de las instituciones a las que pertenecemos.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.
Hace unos días El País le hizo un reportaje a la directora de “La Sin Rival “fábrica de pastas de Montevideo, que funciona hace más de 50 años en el mercado. La empresaria, es hija de los fundadores, es segunda generación de empresa familiar, empezó a trabajar en dicho emprendimiento a los 13 años.
El ciclo de vida de las empresas familiares está en función directa de cómo toman la posta las segundas y terceras generaciones de la familia. El porcentaje de subsistencia de dichas organizaciones baja en términos alarmantes con el paso de una generación a otra; quedan en el camino entre el 30% y 50% de ellas.
La Sin Rival la conduce una profesional, una persona que aparte está empapada en el negocio desde chica, y consigue no solo sobrevivir, sino crecer en este increíble contexto negativo de hacer negocios en nuestro paisito.
Innovación, planificación, atención personalizada, calidad, buen trato a su personal, adaptación a las nuevas tendencias del mercado, son algunas de las herramientas y claves que le han dado el oxígeno necesario a esta organización para seguir su curso.
El entorno nada favorable que acompaña a nuestras empresas hace que los empresarios, los emprendedores, tengan que constantemente estar alerta para corregir los desvíos que se suceden en sus márgenes operativos, mantener el flujo de dinero para alimentar al sistema. Esto solo se puede realizar con constante innovación y búsqueda de oportunidades de mercado, adaptación a las tendencias.
Nuestras empresas deben estar en constante cambio, no podemos permitir que las presiones del entorno país a través de sus ridículos costos hagan que lentamente vaya hacia una entropía (muerte) de mi organización.
Les aclaro que en el concepto sistémico de empresa es una de las claves a tener en cuenta, mantener una entropía negativa, y para esto, la maquinaria del sistema debe funcionar y dejarnos cierta utilidad razonable para poder seguir el ciclo normal de trabajo.
Esta Sra. directora, es una luchadora, una persona que mira el crecimiento para afuera y no en el país. Tiene el proyecto de replicar su modelo en Brasil o Argentina.
El milagro de estar vivo en Uruguay ya es milagro, para que aumentar la probabilidad de que las cosas no vayan como lo planificado, hacer inversiones y no tener un retorno satisfactorio, afectar mi capital de trabajo o endeudarme; no prefiero ver fuera de frontera.
Fuerte el tema; está tan comprimido y acechado el empresario familiar uruguayo por todo el Estado acaparador, gordo e ineficiente, que hace que nos blindemos internamente y tratemos de generar riqueza, con los dientes apretados y luchando diariamente contra todo.
La informalidad, la no visión del gobierno de turno para un apoyo real y sin burocracias hacia el emprendedor / empresario. Todo este viento de frente que nos viene, hace que las empresas familiares que subsisten sean realmente merecedoras de un aplauso, y que no bajen los brazos. Termino este análisis volviendo a repetir algunas palabras mágicas que deben tener en cuenta: Innovación, planificación, coordinación, evolución, adaptación, servicio, personal fidelizado.
Una perlita (no me puedo contener, quería hablar solo de empresas, pero…) para terminar y dejarlos tranquilos, llegando al 4% de déficit fiscal, votando una rendición de cuentas que aumenta ese déficit, tratando de acomodar a todos los que piden más de la teta del Estado (básicamente todos los inamovibles públicos), sin contrapartida en mejorar la productividad, la eficiencia, la mejora en general.
Estoy a favor de la Educación universal laica y gratuita, es un pilar de nuestra Constitución; no estoy a favor de la enorme politización de los sindicatos respectivos y su constante actitud hacia el paro por cualquier motivo.
Mis congratulaciones a la directora de la Sin Rival; no baje los brazos, siga en su lucha, un ejemplo para el empresariado uruguayo.
*) Master en Administración de Empresas (New York University). Ocupó cargos gerenciales de primer nivel en áreas administrativas financieras en importantes empresas en Montevideo y Buenos Aires