*) Pablo Broder

La Argentina se debate en un acontecer casi límite donde ocupan la primera plana de las noticias, a más de la interminable cuarentena, el eterno dólar, las caídas del PBI o del empleo, la inédita suba de la pobreza y el déficit fiscal, el éxodo de empresas de primera línea buscando mejores horizontes, y también la oleada de argentinos pugnando por obtener su radicación en la vecina república del Uruguay.

Lamentablemente el agobio económico relativiza el hálito de esperanza institucional que ha proyectado la Corte Suprema al frenar los traslados de los jueces que tienen que ver con la situación procesal de la vicepresidente, (aun cuando aclararon que declarar admisible el reclamo no implica prejuzgar sobre la cuestión de fondo) enfatizando  que se trata de un caso de gravedad institucional.

En este sentido distintas expresiones calificaron esta decisión como “aire fresco para una Justicia independiente”, o como “en épocas de suma del poder público el voto de la corte nos brinda una primera bocanada de república”. La Nación. 30-9-20.

Mientras tanto, el país se enfrenta a un destino sin aparente salida.

Condenado a vegetar una y otra vez entre profundas crisis recurrentes y espaciados períodos en los que a mérito de alguna coyuntura exterior (el precio de los comodities de la primera década del actual siglo o el advenimiento de esporádicos gobiernos democráticos), permitieron ilusionarse con una perspectiva menos oscura.

Así, ante la crisis, se dejan oír diversas voces proponiendo ideas-fuerza o acciones concretas para enfrentarla.

No obstante, ninguna medida parcial estaría en condiciones de prosperar de no lograrse concretar los fundamentos básicos que posibiliten una solución consistente.

En ese camino, resulta prioritario concretar un consenso social de mediano plazo, a partir de una sociedad comprometida a ceder privilegios sectoriales. De no lograrlo, los esfuerzos esporádicos serían inútiles. (Lamentablemente es historia en la actualidad el prometido y nunca concretado Consejo Económico y Social que podría haber intentado conjugar las expresiones de los distintos estamentos políticos, económicos y sociales).

También con carácter previo, debería definirse expresamente la intención de  promover la inversión reproductiva y el incentivo para que capitales privados, vengan de donde vinieren, se incorporen al quehacer económico, a cuyo fin se torna necesario concordar en atender las condiciones inexorables que la inversión, nacional o externa, universalmente requiere y que deben estar presentes concurrentemente:

– seguridad jurídica.

– perspectivas ciertas de rentabilidad.

– posibilitar para los inversores, el diseño de un horizonte de planeamiento de mediano y largo plazo, que incluya certezas lógicas sobre las políticas nacionales básicas. En ese entender, se deberían acordar las imprescindibles reformas en los sistemas previsionales (a fin de dotarlo de sustentabilidad, actualmente inexistente), régimen laboral (que torne competitiva la actividad productiva reduciendo costos laborales), y estructura del Estado (que posibilite un equilibrio fiscal actualmente inasequible).

Si se repara en la historia de las últimas décadas de la Argentina, y en las condiciones en que se desenvuelve actualmente el país, ninguna de esas reformas fundamentales aparece como imaginables, por lo cual y a pesar de la luz de esperanza que en lo institucional brindó el último fallo de la Corte, la perspectiva no parece ser prometedora.

Lamentablemente.

*) Es Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, habiendo realizado cursos de especialización en Economía Moderna en la Universidad Federico Santa María (Valparaíso, Chile).

Fue profesor y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires; y profesor (en la carrera de postgrado) y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de la Cuenca del Plata, Corrientes. Argentina.

Presidió la Fundación de la Facultad de Ciencias Económicas, fue miembro del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, y Secretario General de la Sociedad Internacional para el Desarrollo en Argentina.

Fue Secretario de Programación Económica del “Gabinete de la Oposición” de la Unión Cívica Radical (Comité Nacional). Ha sido el introductor en la Argentina del programa Grameen, siendo a su vez presidente de la Fundación Grameen Argentina y representante honorario para la Argentina y el Paraguay del Profesor Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank (el Banco de los Pobres) en el mundo.

Expositor en diversos congresos, nacionales e internacionales, columnista en medios gráficos, radiales y televisivos, es autor de numerosos artículos.

Sus libros: “Fundamentos de la Economía”; “Desarrollo y Estancamiento en el Proceso Económico Argentino”; “La Argentina y el Mundo”; “La convertibilidad en crisis”; “La Argentina de la posconvertibilidad”; “Dos años en la era K”; “Mitos y realidades en la era K” y “El ocaso de la era K”.

Desarrolla su actividad en el ámbito público y privado, como director y asesor de gobiernos locales, empresas e instituciones.

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