*) Alberto Fernando Prandi De Césare
Desde hace años ha cambiado el comportamiento de los turistas que vacacionan en la costa uruguaya; la propuesta sol y playa sigue siendo nuestro principal atractivo y razón principal para que la actividad turística tenga una innegable incidencia en la economía de nuestro país.
Pero nos hemos negado sistemáticamente a reconocer esta nueva realidad, aceptando que el período de ocupación plena se acotó a los últimos días de diciembre y los primeros diez días de enero.
Es lo que ocurrió esta temporada pero que fue un calco de las anteriores más allá de diferencias cambiarias, problemas sanitarios y/o factores climáticos; los actores públicos y privados del sector turístico, desde meses antes, comienzan a hablar de “expectativas”, de “mesurado optimismo”, de “condiciones favorables”, en síntesis que este verano sí iba a ser diferente con alta presencia de turistas a lo largo de todo el verano, o sea el período que hemos denominado hasta ahora cómo “alta temporada”.
Nos dejamos llevar por el exitismo de una buena ocupación en el período señalado para luego asistir “sorprendidos” a la caída de la actividad a partir de allí, significativa durante la segunda quincena de ese mes y estruendosa en el mes de febrero, más allá del feriado de Carnaval.
Entonces, parece haber llegado la hora de rediseñarnos integralmente, a partir de “este secreto a voces” que indica una verdad incuestionable, que la segunda quincena de enero y el mes de febrero hoy forman parte de la “temporada media”.
Repensar la propuesta turística entendiendo que más allá de la necesaria búsqueda de incentivos para reforzar la parte débil del verano, dónde el Estado deberá apoyar cómo nunca antes lo ha hecho, se deben y se pueden generar propuestas que complementen el “Sol y Playa”, que permitan desarrollar turismo de calidad todo el año a través de un uso adecuado de los excelentes y variados entornos naturales con que cuentan los departamentos de la costa y sus zonas aledañas, utilizando la infraestructura, nuevamente, pública y privada, promoviendo actividades culturales, sociales y deportivas, con suficiente peso para que sean convocantes, tanto a nivel local como internacional. En otras palabras “CAMBIAR LA MATRIZ TURÍSTICA DE LA PROPUESTA SOL Y PLAYA”.
Sólo así la actividad empresarial será viable, sólo así se podrán sostener los puestos de trabajo todo el año y no en períodos cada vez más cortos, sólo así se podrá revertir la caída real de la principal actividad turística del país, que sin rentabilidad no es sustentable.
Debemos empezar ahora, ya se ha perdido demasiado tiempo. Este cambio es posible pero llevará un período importante, necesita de mucha creatividad e ingenio de nuestra gente mejor capacitada en la materia, aportando, por eso es un camino que requiere se empiece a recorrer, con todos y entre todos.
Los cambios se producen de la mano de las crisis, el turismo de sol y playa está viviendo una situación crítica. Felizmente, las condiciones para revertirlo están dadas. La presencia de un número creciente de familias del exterior (léase de Argentina) radicándose en el Uruguay, particularmente en Punta del Este, aunque los mismos no pueden en ese caso ser considerados turistas, son el elemento dinamizador que va a permitir el desarrollo de muchas actividades de todo tipo así cómo permitirán potenciar un turismo de negocios, que debemos promover activamente, haciendo posible que se consolide la radicación de empresas del exterior y del resto del país en nuestra zona.
*) Casado, 3 hijos y 1 nieta.
Operador inmobiliario de Punta del Este y La Paloma desde 1978.
Presidente de la Asociación de Inmobiliarias de Punta del Este (Adipe), por dos períodos consecutivos 2001-2003 y 2003- 2005.
Subsecretario de Turismo y Deporte a partir del 2005 integrando el gabinete del primer gobierno progresista en la historia del Uruguay.
Presidente de Rotary de Punta del Este en el período 2002-2003.
Presidente y socio fundador de la Asociación de Empleados de Inmobiliarias (Aedi) por el período 2003-2005.