*) Javier Claure Covarrubias

 

Durante este último tiempo ha aumentado la rusofobia, en Suecia, en grado superlativo. Muchos titulares de los periódicos hacen alusiones despectivas contra Rusia y principalmente contra Vladimir Putin.

Se han mostrado imágenes de Putin, con el rostro desfigurado, declarando que está enfermo. En un artículo comparan a Putin con Hitler, con Pinochet y con Saddam Hussein. Otro artículo señala que Putin está llevando a cabo una “guerra religiosa” dirigida por el Patriarca Kirill.

Pero el artículo más grotesco es en el que figura el comandante sueco Roger Djupsjö (RD). Le hacen la siguiente pregunta:

¿Cómo describe usted la situación de Rusia?

RD: Como una rata arrinconada en una esquina. Y hace lo que sea para salir de allí.

Calificar de rata al Ejército ruso, uno de los más poderosos del mundo, es un grave insulto a la inteligencia.

Cada día que pasa tanto Suecia como Finlandia analizan la posibilidad de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. El secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, que sigue el libreto de su patrón del Norte, ha reiterado en varias ocasiones que Suecia y Finlandia son bienvenidos a dicha Organización.

En el Congreso del Partido Socialdemócrata Sueco, realizado en noviembre del año pasado, se repitió lo que caracteriza a este partido político: la neutralidad es la piedra angular de la política de seguridad sueca. Por lo tanto, se manifestó que Suecia no ingresaría a la OTAN.

Pero más allá de las buenas intenciones de permanecer lejos de la OTAN; Magdalena Andersson, primera ministra socialdemócrata de Suecia, se ha transformado en un camaleón que cambia de color según las cuerdas que van tirando, muy sutilmente, desde Estados Unidos y los países miembros de la OTAN.

Unos días después de la operación militar por parte de Rusia contra Ucrania, Andersson dijo en una conferencia de prensa: “No está en la agenda del Gobierno sueco enviar una solicitud para ingresar a la OTAN”. Asimismo, enfatizó que tal solicitud “desestabilizaría aún más la situación en Europa”. A finales de marzo dijo en la televisión: “De ninguna manera descarto la posibilidad de que Suecia sea miembro de la OTAN”.

El punto de inflexión se dio el 13 de abril cuando llegó a Estocolmo Sanna Marin, primera ministra socialdemócrata finlandesa, para conversar con su homóloga sueca sobre el ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN. Marin dijo: “Si Finlandia ingresa a la OTAN, entonces Suecia debería hacerlo también. Sería bueno que Finlandia y Suecia tomen la misma decisión al mismo tiempo”. Pues, ambos países nórdicos siguen la misma línea cuando se trata de política de seguridad. Y claro, la determinación de Finlandia, sin duda alguna, influye a Suecia.

En este sentido, el Partido Socialdemócrata Sueco, con Magdalena Andesson a la cabeza, parece estar dando un viraje de 360 grados. Andersson ahora habla, con más seguridad, de un posible ingreso de Suecia a la OTAN. Y lo más sorprendente es que los socialdemócratas junto a otros partidos, en el parlamento, decidirán si Suecia ingresará o no a la OTAN.

Varios periódicos suecos han especulado que Magdalena Andersson entregará la solicitud de ingreso a la Alianza Atlántica del Norte, el 29 de junio. Fecha clave tomando en cuenta que los países miembros de la OTAN, tendrán una reunión en Madrid. De ser cierta esta hipótesis, se estarían violando los derechos democráticos del pueblo sueco, ya que una decisión de tal magnitud no sería el resultado de un referéndum popular.

En realidad, el pueblo sueco está dividido en este aspecto. Según NOVUS, empresa de análisis e investigación, el 41 por ciento de la población sueca está de acuerdo que su país ingrese a la OTAN, el 35 por ciento está en contra y el 24 por ciento está inseguro.

Magdalena Andersson ha rechazado rotundamente efectuar un referéndum en torno a la problemática del ingreso de Suecia a la OTAN. Sin embargo, el análisis de la política de seguridad sueca será presentado el 13 de mayo. En fin, todo apunta que Suecia ingresará a la Alianza Atlántica del Norte.

Con el asesinato del líder socialdemócrata, Olof Palme en febrero de 1986, la socialdemocracia sueca quedó agonizando. Perdió su brillo, y se deterioró en ciertos aspectos. Hoy, Magdalena Andersson, presiona el gatillo, poco a poco, para dar un tiro certero y acabarla de matar.

 

*) Es poeta y sociólogo boliviano. Nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España) y miembro de número (300-ES-026) de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España.

Ejerce el periodismo cultural. Ha estudiado informática en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan) y en la Universidad de Uppsala (Suecia). También estudió matemáticas en la Universidad de Estocolmo, casa de estudios donde además obtuvo una Maestría en Pedagogía y una Licenciatura en Sociología.

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