Luego de abordar el tema de la distribución de la riqueza mundial, a partir del espectáculo anual en Davos y el informe de la Fundación Oxfam, resulta interesante adentrarse en el estudio de dicho asunto en Uruguay. A tales efectos, preferí escudriñar en el estudio realizado por el Ec. Mauricio De Rosa, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República O. del Uruguay.
Dicho estudio coloca a nuestro país en la mejor posición en materia de distribución de la riqueza a nivel regional, pero con varias aristas preocupantes. Veamos algunas de ellas:
1) La mitad de la población de nuestro país no posee riqueza económica.
2) El 79% de la riqueza financiera se encuentra en manos del 1% de la población uruguaya.
3) El caso para la riqueza empresarial es mucho peor: el 99% de la misma se encuentra en manos de solo el 1% de la población local.
4) El 10% más rico acumula el 62% de la riqueza total de nuestro país.
Más allá de las dificultades que el propio profesional manifiesta haber enfrentado a los efectos de desarrollar su trabajo, y de las correcciones que a futuro se puedan agregar para mejorar estos resultados, la concentración de la riqueza financiera y empresarial es clara.
Ello se agrava si consideramos que su renta derivada es mayor a las restantes, máxime en períodos de bajo crecimiento económico, si se cumple la teoría de Piketty; por lo que podemos esperar que la situación empeore a futuro a menos que alguien cambie esta tendencia.
La distribución de la riqueza no es sólo un asunto filosófico, la estabilidad del consumo (y sus consecuencias) depende de la riqueza acumulada como ya lo demostró el Prof Modigliani hace ya casi 50 años.
La concentración de la riqueza empresarial es sinónimo de poca competencia, con sus consecuencias en la fijación de precios y extra beneficios. Que los ciudadanos en general no puedan acceder a la riqueza financiera demuestra el poco desarrollo de dicho mercado local, aún con los escasos esfuerzos, como el de UTE.
Todos deberíamos estar preocupados por este tema, es potencialmente explosivo para la sociedad, y reduce el bienestar social total a partir de las consecuencias que genera. Los académicos deberíamos tomar el ejemplo del Ec. De Rosa, un verdadero think tank, y profundizar en este asunto.
En lugar de estar pregonando por cambios en la educación, seguridad, salud, etc; podríamos estudiar cómo esta enorme diferencia en la distribución de la riqueza genera consecuencias sobre ellas.
El gran problema es que muchas veces nuestra audiencia concentra (o cree hacerlo) el 62% de la renta de nuestro país y lamentablemente manifiesta más intolerancia que comprensión, sin entender que sus menos deseados efectos recaerán sobre ella misma.
*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.