*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala
Muchos hombres intentan un planteamiento de la vida en conformidad con una filosofía o una visión del mundo y del hombre sin tener en cuenta las dimensiones profundas y personales del hombre. Esto se verifica especialmente en las culturas industrializadas y racionalizadas.
El hombre vive alienado, como número en medio de una gran masa impersonal, sin tener en cuenta sus problemas personales. O bien corre detrás de valores engañosos, orquestados por una pérfida publicidad, olvidándose de los verdaderos problemas. Y sucede que todo este conjunto llega el momento en que no sólo no ofrece ninguna satisfacción, sino que se hunde dejando aparecer el vacío y la nada.
Albert Camus nos ha dado una descripción interesante cuando habla del hombre moderno preso entre los engranajes de la vida moderna y superracionalizada; levantarse, tranvía, trabajo, comer, tranvía, trabajo, descanso, dormir, lunes, martes, miércoles…; de pronto todo se derrumba, se revela en toda su crudeza el absurdo y el vacío de semejante existencia. En éste contexto recordemos el texto ya clásico: Existe un solo problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.
El hombre no vive sólo de economía, de política, de tensiones sociales. La experiencia del vacío y de la nada no es más que un modo negativo de protesta y de repulsa de una civilización que debería servir al hombre, pero que lo ahoga en sus aspiraciones más profundas y más personales.
La estructura interpersonal resalta con mayor claridad cuando se considera la función del amor en la existencia humana. Tanto el amor que un ser humano recibe de los demás, como el amor que les da a los otros ilustran la misma dimensión interpersonal de la existencia.
El amor recibido de los demás es uno de los factores más determinantes para el desarrollo y el equilibrio de la persona. A través de la palabra de amor y del lenguaje de amor de otra persona para con él, el hombre toma conciencia de sí y de su propia dignidad.
Se sabe, sobre la base de una larga experiencia, que la ausencia de verdadero amor en los primeros años de la infancia e incluso más adelante, conduce no pocas veces a graves desequilibrios y profundas perturbaciones de la personalidad.
La mayor parte de los “inadaptados” proceden de familias desunidas, donde se vieron perturbadas las relaciones de amor o fueron quizás inexistentes.
Cuando una persona, tiene la impresión de que no hay nadie en el mundo que los aprecie, caen en la sensación de que el vacío absoluto invade su existencia. Muchos no están en disposición de soportar esa “inutilidad” y se sienten fuertemente tentados por la idea del suicidio.
Así pues, ser amados por otra persona debe ser considerado como una condición de base para la convivencia humana y social.
RECUERDE: El SUICIDIO es una causa de muerte EVITABLE.
*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina
Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).
Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.
Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.
Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); en proceso: “Estrés, Depresión y Suicidio”. Disertante en múltiples eventos en varios países.