*) Ec. Pablo Broder

Según un último relevamiento, la imagen presidencial positiva bajó de marzo a agosto 30 puntos, mientras que su percepción negativa creció en igual medida.

Este pronunciado descenso podría residir no solamente en la carencia de rumbo o estrategia en la actual coyuntura. Las razones también habría que encontrarlas en que el presidente atenta contra sí mismo. Unifica a la oposición y pierde el apoyo de sectores medios propios y ajenos.

En este marco, la marcha del 17A podría constituir un ejemplo. La razón de su masividad habría que buscarla en el clima de agobio y fastidio de la mayoría de la población, producto de la interminable cuarentena sin haber logrado disminuir la difusión de la pandemia (el país se encuentra en una poco apetecible posición - N° 12-, en el ranking de países con mayor cantidad de contagios), por el operativo impunidad desarrollado por la vicepresidente, y también por la ineficiencia y  torpeza de distintas decisiones (que llevan al Presidente a infringirse sucesivas autoagresiones) como por ejemplo:

  • prohibición total del tránsito aerocomercial así como al transporte terrestre interjurisdiccional
  • persecución por parte de dos helicópteros de un remero solitario en el Delta
  • la tragedia de un padre que infructuosamente intentó darle un último abrazo a su hija moribunda
  • el fracasado intento de expropiación de Vicentin
  • generar un clima de violenta confrontación verbal y política
  • el avance del proyecto de reforma de la justicia, presionado por las necesidades judiciales de la vicepresidente, conteniendo la cláusula Parrilli atentatoria a la libertad de expresión.
  • el DNU que dispone congelar hasta fin de año las tarifas de telefonía, Internet y de televisión paga, a la vez que los declara servicios “públicos” y “esenciales”, disposición que conlleva un potencial condicionamiento a los contenidos periodísticos.

Pese al despliegue mediático que está realizando el presidente, no son observables indicios de mejora en su imagen.

El problema es que las consecuencias de sus desaciertos las sufre toda la comunidad, que así le responde.

 

*) Es Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, habiendo realizado cursos de especialización en Economía Moderna en la Universidad Federico Santa María (Valparaíso, Chile).

Fue profesor y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires; y profesor (en la carrera de postgrado) y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de la Cuenca del Plata, Corrientes. Argentina.

Presidió la Fundación de la Facultad de Ciencias Económicas, fue miembro del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, y Secretario General de la Sociedad Internacional para el Desarrollo en Argentina.

Fue Secretario de Programación Económica del “Gabinete de la Oposición” de la Unión Cívica Radical (Comité Nacional). Ha sido el introductor en la Argentina del programa Grameen, siendo a su vez presidente de la Fundación Grameen Argentina y representante honorario para la Argentina y el Paraguay del Profesor Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank (el Banco de los Pobres) en el mundo.

Expositor en diversos congresos, nacionales e internacionales, columnista en medios gráficos, radiales y televisivos, es autor de numerosos artículos.

Sus libros: “Fundamentos de la Economía”; “Desarrollo y Estancamiento en el Proceso Económico Argentino”; “La Argentina y el Mundo”; “La convertibilidad en crisis”; “La Argentina de la posconvertibilidad”; “Dos años en la era K”; “Mitos y realidades en la era K” y “El ocaso de la era K”.

Desarrolla su actividad en el ámbito público y privado, como director y asesor de gobiernos locales, empresas e instituciones.

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