Con una concurrencia que se estima superó las 30.000 personas, atascamientos en las rutas de ingreso a la ciudad de Pan de Azúcar y colapso de los espacios para estacionar, comenzó este viernes la 18ª edición del festival “Dulce Corazón del Canto” en la ciudad de Pan de Azúcar. El punto más alto fue la actuación del argentino Abel Pintos que hizo delirar al público con un espectáculo de unas dos horas.

La inauguración de la 18ª edición de “Dulce Corazón del Canto” no pudo ser mejor, y así ha sido reconocido por la organización, autoridades y vecinos de Pan de Azúcar, ya que se estima que en la noche del viernes se registró el récord histórico de asistencia para una sola jornada.

Se calcula que bastante más de 30.000 personas concurrieron a la jornada inaugural, lo que provocó grandes enlentecimientos en las rutas de ingreso a la ciudad, y que cientos de automóviles debieran estacionar a distancias superiores a los 2 kilómetros del evento.

Los puntos más altos de la jornada inaugural estuvieron en la entrega del Arco de Tacuabé, reconocimiento reservado todos los años para acciones destacadas de instituciones, o a la trayectoria de algunos artistas. Esta vez fue para un querido y reconocido dúo de la ciudad.El Dúo Amanecer, merecido receptor del premio "Arco de Tacuabé".

En forma sorpresiva, incluso para sus integrantes, el “Dúo Amanecer” integrado por Miguel Lencina y Cyndia González, fue el receptor de este reconocido premio que consiste en una artesanía que simboliza un rudimentario instrumento musical indígena por muy pocos conocido.

El “Arco de Tacuabé” -instrumento de cuerda- se compone de una vara unida en forma de arco por sus dos extremos con un lazo de crines de caballo. Se tocaba con tres dedos, pero con la particularidad de que su ejecutante tomaba el otro extremo del lazo de crines con sus propios dientes.

Desde Argentina

El cierre de la primera jornada estuvo a cargo del artista argentino Abel Pintos que llegó a este festival por segunda vez en su historia, luego de una recordada actuación en el año 2004, cuando aún no tenía el brillo y el poder de convocatoria de la actualidad.

Con una actuación de gran nivel de aproximadamente dos horas, Abel Pintos hizo delirar al público presente y muy especialmente a una importante cantidad de grupos de fanáticos y fanáticas que llegaron no solo desde distintos puntos del país, sino desde el exterior.

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