El 29 de junio de 1973 a media tarde, llegaba al aeropuerto de Don Torcuato, en Argentina, un pequeño avión que había volado clandestinamente desde Uruguay. Piloteado por Jorge Henderson, había llevado a Wilson Ferreira Aldunate y a su esposa Susana Sienra a comenzar un largo exilio. Este viernes, en los actos recordatorios de los 39 años del regreso del caudillo blanco a Uruguay, Henderson, que hoy tiene 83 años, recibió un reconocimiento.
El miércoles 27 de junio de 1973, se produjo el golpe de Estado en nuestro país, que daría comienzo a una de las etapas más oscuras de la historia uruguaya, que se extendió hasta 1985. Dos días después de la disolución de las cámaras se produjo un hecho histórico que tuvo a Maldonado como escenario.
El caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate y su esposa Susana Sienra, lograron llegar a Argentina en un vuelo clandestino realizado desde el aeropuerto de El Jagüel, en Maldonado, en un avión Cesna 182 piloteado por Jorge Henderson, dueño entonces de un conocido frigorífico.
Henderson no era piloto profesional, pero era amigo de Wilson Ferreira por lo cual no dudó en emprender aquel arriesgado viaje, aun sabiendo que al tocar suelo argentino (lo hizo en Don Torcuato) podía quedar detenido. Eso no ocurrió aunque al retornar estaba requerido y tuvo que volver a Argentina.
“Me tocó actuar en un momento complejo, difícil, duro, triste”, dijo Jorge Henderson en una entrevista en el periodístico Frecuencia Abierta de Aspen FM de Punta del Este, durante los actos recordatorios a 39 años del regreso de Wilson Ferreira a nuestro país, realizados este viernes en Maldonado.
Reveló que a partir de golpe de Estado, “habíamos tenido dos días para pensar todo lo que se estaba perdiendo en Uruguay, los uruguayos; en materia de poder dialogar, de poder llegar a la mayoría de las soluciones que el Uruguay necesitaba”, recordó Henderson que tiene hoy 83 años.
“Ese día se fue Wilson y se fue junto con el todo un proyecto de país, del que no hemos tenido noticias, digamos, porque su cabeza, su mente, su impulso, eran algo realmente muy importante”, aseguró. Luego narró brevemente como fueron aquellas 48 horas previas al vuelo a Argentina.
Contó que cuando ocurrió el golpe de Estado, se encontraba en su establecimiento rural en la Ruta 26, en Paysandú (cerca de Tambores), pero que no tenía su avión, porque en esa época del año por las condiciones climáticas es cuando se vuela menos y los aparatos son sometidos a mantenimiento.
“Me llamó Radiccioni (uno de los fundadores de Por la Patria, Partido Nacional), el 27 de noche, y me dijo ´tenés que venir´, es urgente que vengas. Y Ahí me fui en ómnibus a Paysandú y de Paysandú a Montevideo, en los viejos ómnibus de Onda, y cuando llegué me enteré que Wilson había salido del Parlamento…” narró.
Recordó que aquella noche el caudillo blanco durmió en “un barquito”(en el puerto del Buceo) y luego viajó a Punta del Este en una unidad de la empresa Martinelli, y que se encontró con él en una casa de la zona de Laguna del Sauce, donde se planificó el escape a Argentina.
Luego contó las peripecias para obtener combustible para la aeronave que iba a pilotear, los detalles del permiso para despegar y la maniobra que realizó en la cabecera de la pista para que Wilson y su esposa -que estaban escondidos en un pajonal del lado exterior del perímetro-, pudieran subir.
“El alambrado y el caminito lo habíamos hecho un rato antes, tirados en el piso para que no nos vieran. Cortamos el alambrado para dejar la pasada de Ferreira hasta debajo del ala del avión, por donde se subió a avión”, contó, y dijo que el viaje hacia Argentina fue totalmente normal.
“Era un día muy despejado, muy frío, muy lindo, pero claro, la tensión estaba en otro lado”. Recordó que arribaron a Don Torcuato tras “una hora y poquito de vuelo”, alrededor de las cuatro de la tarde. Tras despedirse de Wilson y su esposa, lo autorizaron a volar después de la intervención de la Policía aeronáutica.
Para finalizar la entrevista en Frecuencia Abierta, Jorge Henderson dijo que el destino tiene sus trampas y tuvo que permanecer en Buenos Aires, ya que en la pista, cuando se aprestaba a despegar, el Censa 182 que piloteaba encontró un pequeño pozo y la hélice se rompió.
Volvió a Uruguay en un vuelo comercial pero familiares y amigos lo estaban esperando para decirle que lo querían detener. Henderson fue llevado vía aérea nuevamente a Argentina, donde permaneció exiliado por algunos meses hasta poder volver con seguridad a su país.