El 25 de abril es el Día internacional de la lucha contra el maltrato infantil, fecha creada para fomentar los derechos de los niños a nivel mundial, así como para concienciar a la colectividad sobre las consecuencias del maltrato en infantes. La fecha coincide cuando Maldonado y el Uruguay entero aún tienen muy presente el caso del pequeño Felipe Romero.
En momentos de gran sensibilidad por lo ocurrido el fin de semana con el niño Federico Romero (10), asesinado en circunstancias que aún se investigan por un hombre de 32 años que se quitó la vida, se recuerda este martes 25 de abril el Día Internacional de la lucha contra el maltrato infantil.
A pesar de este caso, que aún conmueve especialmente a la comunidad de Maldonado, y a la del país entero, ninguna organización pública o privada ha convocado para esta jornada a una reflexión colectiva, abierta y participativa sobre los derechos de los niños y como actuar para evitar su vulneración.
El maltrato infantil está definido como el abuso y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye el maltrato físico o psicológico, el abuso sexual, la desatención y negligencia, y la explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño.
Uruguay no es ajeno al maltrato infantil, un problema mundial con graves consecuencias que pueden perdurar toda la vida. A pesar de los datos que arrojan distintas encuestas en varios países de ingresos bajos y medianos, se desconoce mucho acerca de la situación en otros tantos países.
El maltrato infantil es complejo y su estudio resulta difícil, porque subsisten muchas variables dependiendo de cada país y las distintas situaciones socio-económicas, políticas y territoriales. En Uruguay de las variables menos presentes, figura la explotación comercial, y prevalece la sexual.
Algunos cálculos dan cuenta que cada año mueren por homicidio 34.000 menores de 15 años, cifra que no reflejaría la verdadera magnitud del problema, ya que muchas muertes debidas al maltrato infantil se atribuyen equivocadamente a “accidentes” domésticos, como caídas, quemaduras o ahogamientos.
De acuerdo a distintos estudios, más allá de las consecuencias directas e inmediatas de este flagelo en lo social, el maltrato infantil genera un impacto económico que abarca costos de hospitalización, tratamientos de la salud mental, y los servicios sociales de asistencia a las víctimas.
La prevención del maltrato infantil requiere de un enfoque multisectorial, en tanto que los programas más eficaces son los dirigidos a los padres, porque aportan conocimientos y técnicas positivas para criar a sus hijos y alejarlos de los riesgos a que pueden estar expuestos en distintos ámbitos.
Hay programas eficaces para reforzar los factores de protección frente al abuso sexual en la infancia (por ejemplo, el conocimiento del abuso sexual y los comportamientos protectores). La intervención temprana en la vida del niño genera mayores beneficios y reduce los riesgos.