El Centro de Rehabilitación de Maldonado (Cerema), única institución en su tipo del país, dedicada a la rehabilitación física de personas mayores con distintas discapacidades, ha llegado a un punto límite por falta de recursos para su funcionamiento y pago de salarios.
Cerema, que no cuenta con apoyo económico estatal, está atravesando un momento que para muchos era desconocido, pero que en los últimos días se visibilizó generando una gran preocupación, por tratarse de una institución única en su tipo en nuestro país.
El Centro de Rehabilitación Física de Maldonado, se sostiene básicamente con aportes de la Intendencia Departamental, con donaciones de algunas empresas y campañas benéficas que se realizan esporádicamente, como eventos o recaudaciones en cajas de supermercados.
Cerema, un centro de rehabilitación de adultos de alta complejidad, que no integra el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), por lo cual no recibe aportes del Estado. Los pacientes, en medida de las posibilidades de cada familia, también realizan aportes pero son mínimos.
Desde que asumió la nueva administración departamental, encabezada por el ingeniero Enrique Antía, Cerema no ha firmado un nuevo convenio de colaboración, aunque esos recursos no serían suficientes para mantener operativo el centro y afrontar los salarios de los funcionarios especializados.
Poco apoyo
A poco tiempo de haber asumido la actual administración departamental, el ingeniero Antía visitó Cerema, ocasión en la que manifestó su preocupación por los escasos recursos que se obtenían, teniendo en cuenta que alrededor de un 30% de los pacientes eran de otros departamentos.
En agosto del año pasado, diputados de Maldonado se reunieron con autoridades de ASSE, luego de haberlo hecho con el Intendente Antía, para analizar nuevas vías de apoyo para Cerema. Si bien las autoridades se mostraron interesadas, el apoyo solicitado no se materializó.
Cerema fue construido por la Intendencia en un predio propio ubicado en las calles Zelmar Michelini y 3 de Febrero, en base a un proyecto propuesto por el área de Políticas Diferenciales en el año 2007, dirigida en ese momento por el hoy director del BROU, Eduardo Elinger.
La moderna construcción demandó una inversión de U$S 700.000, en tanto otros U$S 60.000 fueron aportados por la comuna para la adquisición de equipamiento. Desde su concepción, el centro estuvo dirigido a atender personas mayores de 15 años con distintos tipos de discapacidades físicas.