*) Lic. en Psicología Adriana Savio Corvino
- 35 feminicidios durante el 2017 y en lo que va del 2018 ya son 9 los casos registrados, lo que podría estar anticipando un año de alta violencia de genero. El 70% de las mujeres que mueren por violencia de género no pidieron ayuda.
En Uruguay las autoridades reciben una denuncia por violencia de género cada 14 minutos, lo que contabiliza un total de 104 denuncias por día, según datos oficiales del Ministerio del Interior.
Hoy por hoy en nuestro país, se calcula que mueren casi 2 mujeres por mes en manos de familiares parejas o exparejas por causales feminicidas. La violencia contra las mujeres ha aumentado exponencialmente y no es que se “sepa más”, es que realmente el número de atentados contra la figura mujer es cada vez mayor y con perfilaciones criminales más voraces y perversas. Ello incluye casos donde la victima incluso estaba en estado de gravidez.
Tal es así también, la escalada y fortificación de las medidas penales contra estas figuras, que actualmente según la ley de Feminicidio del nuevo código penal, son especialmente agravadas cuando el ataque es hacia el sexo femenino y además suman el agravante cuando el crimen se realiza ante la presencia de menores de edad involucrados.
El feminicidio es un CRIMEN DE PODER Y DE ODIO, donde el victimario por un tema referente a falsos sentimientos de supremacía y “autoridad” sobre la víctima, que interpreta inferior o débil, manipula y finaliza fagocitando psíquica y físicamente con el fin último de controlarla por completo y de forma simbólica o real, terminar quitándole la vida y su derecho a existir libre y felizmente como todos lo merecemos por derecho humano.
Se trata desde lo victimológico forense, de víctimas mujeres que “creen” en el poder “mágico” y casi “sagrado” de sus compañeros hombres, para “salvarles la vida”. A su vez ello las lleva a creer que “nada podrán hacer de sus vidas sin su presencia” lo cual se conoce como “síndrome hipnótico” del victimario. Estos aspectos observables en la mente de la víctima la vulneran aún más ante el victimario, que sediento de poder a cualquier costo, no ve límites y mucho menos, reconoce la dignidad más mínima de nadie.
No se trata de que como mujeres “tengamos la culpa” por “elegir” a estos varones, como se dijo disparatadamente por boca de muchos varones de los medios de diversos ámbitos políticos y sociales; se trata de que la víctima TIENE FE EN LA CAPACIDAD DE CAMBIO de estos varones; la victima CREE DEMASIADO Y DE FORMA ULTRA MISERICORDIOSA en el buen potencial de estos varones y por sobre todo, en su voluntad para cambiar su conducta violenta.
HOY SE ENTERAN DE QUE ESTOS perfiles violentos JAMAS CAMBIAN. Quien nace y se forma VIOLENTO jamás podrá volver a quitarse la VIOLENCIA DE SU CEREBRO, la violencia le es estructural y la requiere para vivir, como un código de comunicación de origen.
En este sentido, es claro ver entonces como no solucionaremos el problema de los feminicidios en nuestro país, poniendo más guardias o equipo policial en las puertas de las casas de las potenciales víctimas; hay algo más importante que se FUGA y debe comenzar a ser analizado en serio para generar un verdadero cambio en este tema.
¿Qué sucede a nivel clínico en la mente del violento?
Por un tema neuroendocrinológico, el varón es por constitución el que más tendencia a la explosión violenta tiene, de ahí que el 95% de los casos de violentadores pertenezcan al género masculino.
Este aspecto no busca depositar culpas sobre los varones, pues este tema nada tiene que ver con las lógicas de las culpas, sino más bien con las lógicas de los DERECHOS HUMANOS y el derecho de vivir todos en paz y armonía.
A nivel clínico es llamativo en “enlace” violento que el varón despliega con su pareja o expareja, y esto tiene que ver con una suerte de FASCINACIÓN IDEALIZADA con la figura de la mujer. La mayoría de estos varones proviene de núcleos familiares donde la figura de la mujer estaba muy devaluada y subestimada o, todo lo contrario, más que una mujer era una super mujer casi más “potente” que un varón.
Este elemento es muy llamativo y de gran significancia, ya que, por idealización positiva o negativa, “ella es lo MEJOR… O LO PEOR que me ha pasado…” estos varones caen en desatar toda su ira contra las mujeres.
Este “malestar” muy interno desde la psicología masculina en tales casos, también puede verse y evidenciarse por medio de conductas tales como la de “ENVIDIA”. Varones que aparentemente con las conductas desajustadas que cometen, aparentan expresar envidia y rencor por la mujer, su historia de vida, sus logros o simplemente su sentido de resiliencia, sobreadaptación y positivismo ante las circunstancias de la vida.
Varones que, con sus conductas violentas hacia las mujeres, están por IDEALIZACION NEGATIVA buscando ponerse en el lugar de las mujeres que atacan. DESEANDO ser o parecer ellas mismas.
Es en este aspecto que creo fundamental que mucho más que decir que el varón que le pega o violenta a una mujer es “poco hombre”, deberíamos comenzar a decir que los varones que dañan física o psíquicamente a una mujer, tendrían que comenzar a REVEER SU GENERO Y MASCULINIDAD, pues es más que probable que haya algo del orden del “deseo” por el otro género y lo que las mujeres les muestran, que sientan no poder poseer por el género que tienen y busquen por ende atacar, agredir, degradar, maltratar y denigrar como forma de queja y expresión de malestar.
No todo puede quedar explicado en cuanto a los feminicidios en lo que Lacan llamaría “el empuje hacia la mujer” de los varones, sin embargo, es clave este aspecto presente en las mentes de aquellos varones que eligen violentar a una figura femenina.
En otras palabras, también es responsabilidad de nosotras las mujeres, como madres, mostrar una figura femenina sana y equilibrada como forma extra de prevenir este flagelo llamado feminicidio que hoy se cobra un índice de casi 2 mujeres por mes en manos de sus “hombres” o “varones de confianza”.
Para pensar… y la próxima vez que piensen en denigrar a una mujer, cualquiera sea su forma… piensen en el empuje a la mujer”.
*) Especialista en Psicología Forense y Psicología Criminológica – Perú. Maestrado en Derechos de la Infancia, Adolescencia y Políticas Públicas - UdelaR. Promotora DDHH Mec. Directora del Instituto de Psicología Forense del Uruguay (I.C.P.F.U.)