Este miércoles 16 de octubre es el día Mundial de la Alimentación. Este año se celebra con el tema “Nuestras Acciones son nuestro futuro. Una Alimentación Sana para un mundo hambre cero”.
Aunque fue fijado a nivel internacional, ese lema tiene una importancia particular para Uruguay: se refiere al Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, “Hambre Cero”, de la Agenda Mundial 2030 que se enfoca en “poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”.
No se trata solo de alimentar a las personas que están con hambre, sino de nutrirlas apropiadamente mientras se cuida al planeta en paralelo.
Por eso en este Día Mundial de la Alimentación, que también es el aniversario de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1945, hacemos un llamado para prestar atención a lo que comemos.
En las últimas décadas hemos cambiado drásticamente nuestras dietas y hábitos alimentarios, como resultado de la globalización, la urbanización y el aumento de los ingresos.
Es un fenómeno mundial con particular interés para Uruguay, ya que en América Latina y el Caribe el 60% de la población vive con sobrepeso u obesidad, pero en este país, ese valor sube al 65%. Si hablamos sólo de obesidad, el 28% de los adultos uruguayos mayores de 18 años es obeso y en las mujeres este valor llega al 31%.
En la mayoría de los países y en Uruguay se han adoptado dietas hipercalóricas con alto contenido de almidones, azúcar, grasas y sal. Además, las personas son más sedentarias.
Con el ritmo de vida que tenemos, el poco tiempo para cocinar y para comer apropiadamente, la comida rápida y los ultra procesados son una opción… no es muy saludable. Por otro lado, cuando tenemos tiempo, comemos demasiado.
Los hábitos alimenticios inadecuados están relacionados con una de cada cinco muertes en todo el mundo y están repercutiendo en los presupuestos de salud de los países, representando un costo de alrededor de 2.000 millones de dólares por año a nivel global.
La FAO y la OPS/OMS advierten que el tabaquismo ya no es el factor de riesgo principal de muerte y discapacidad en el mundo, ahora lo son los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo. La mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad matan a más personas que el hambre.
El problema es que, en muchos casos, los alimentos nutritivos que constituyen una dieta saludable, no están al alcance de todos y, por otro lado, son poco promocionados, frente a un intenso “bombardeo” de publicidad con la que cuentan los productos ultra procesados.
También es necesario revisar nuestros sistemas alimentarios, para que además de proveer alimentos nutritivos, sean socialmente justos y ambientalmente amigables, con un impacto reducido, y que no afecten a la biodiversidad, que es esencial para nuestra supervivencia y desarrollo como humanidad.
Por otro lado, el cambio climático amenaza con reducir tanto la calidad como la cantidad de las cosechas en el largo plazo, por la afectación en el rendimiento de los cultivos. El aumento de las temperaturas, en algunas partes del planeta, genera escasez de agua, y en otras, exceso. Esto perjudica, de una u otra forma, a los cultivos. La mayor incidencia de las plagas, es una consecuencia. Todo esto afecta, de una manera directa o indirecta, a nuestra alimentación.
Nuestras acciones
A la hora de actuar, para empezar, podemos cambiar nuestra forma de comer incluir más frutas, verduras, legumbres y semillas en nuestra dieta, prestar más atención a las etiquetas nutricionales, convertirnos en un consumidor crítico, impulsar la disponibilidad de alimentos más sanos en nuestro trabajo o comunidad, hacer actividad física y ser más consciente del impacto del uso y desperdicio de alimentos.
Existe una Guía Alimentaria para la población uruguaya, que fue actualizada hace poco por el Ministerio de Salud, con apoyo de la FAO, la OPS/OMS y UNICEF que puede ser una buena herramienta de partida.
A la responsabilidad individual se suma la de los gobiernos. Estamos ante un problema de gran escala y los gobiernos deben invertir en nutrición y promulgar políticas adecuadas para proporcionar una alimentación más sana y sostenible a un precio accesible.
Estas políticas deben incluir apoyos para que los pequeños productores y agricultores puedan diversificar la producción y contribuir a sistemas alimentarios sostenibles, pero además es necesario educar al público consumidor.
Mucho de esto ya se hace en Uruguay. Lo que falta aún, es incrementar la articulación y coordinación de las políticas para darles más fuerza, algo que podría lograrse con la aprobación de una ley Marco sobre Derecho a la Alimentación, que ya tiene media sanción en Diputados.
Además, la contribución de las empresas alimentarias privadas es clave para poder introducir alimentos más nutritivos. Deben cumplir con sus obligaciones en lo que se refiere a la producción y venta, la reformulación de productos alimenticios y comercialización y publicidad de alimentos, en particular cuando están dirigidos a niños.
Se trata de sumar fuerzas para avanzar en conjunto porque es por el interés de toda la sociedad, a todo nivel.
*) La FAO es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y es la agencia especializada que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre. Su objetivo es lograr la seguridad alimentaria para todos y al mismo tiempo garantizar el acceso regular a alimentos suficientes y de buena calidad para llevar una vida activa y sana.
Con más de 194 Estados miembros, la FAO trabaja en más de 130 países. Todos podemos desempeñar un papel importante en la erradicación del hambre y la malnutrición.
En Uruguay, nos enfocamos en apoyar el cumplimiento del Derecho a la Alimentación Adecuada; avanzar hacia un sistema alimentario sostenible; acompañar la intensificación de la producción agropecuaria, reduciendo la brecha entre sectores urbano y rural y preservando los recursos naturales.
Por más información: http://www.fao.org/uruguay