*) Mauro Mendiburu Benedetto

El pasado día miércoles, el INDEC de Argentina publicó los datos de pobreza e indigencia de dicho país. El históricamente llamado “Granero del Mundo”, o denominado por su actual presidente en funciones “Supermercado del Mundo”; demuestra una extrema fragilidad en su estructura socioeconómica.

Según los datos publicados, el 32,3% de la población argentina estudiada es pobre, y el 6.3% de la misma es indigente. Cuando desagregamos los datos, la situación empeora: en el Noreste argentino el 40% de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza y el 7.6% es indigente; el Noroeste argentino las cifras son 35.8% y 7.6%, respectivamente. En el Gran Buenos Aires y la Patagonia, las cifras son menores (30.9%, 24.7%; y 6.2%, 3.3%; respectivamente), aún así dan mucha pena.

Continuar con el análisis decepciona aún más, por ejemplo, más de la mitad de los niños de todo el país se encuentran por debajo de la línea de pobreza. O el total de pobres, sumando a la población no considerada en el estudio alcanzaría los 12 millones de argentinos, o sea casi cuatro veces nuestro país.

Y podemos seguir, la pobreza e indigencia se han acentuado en los últimos 9 meses a partir de la política económica del actual gobierno (para vergüenza de los economistas, el FMI ha felicitado al actual Gobierno por su política económica, apenas un día luego de conocidas estas cifras). O podemos continuar, desde la década de 1970, la pobreza ha aumentado casi en todos los períodos de gobierno.

Si lo comparamos con el resto de América Latina, Argentina se ubica en una de las peores situaciones. Comparado con Uruguay, donde la pobreza e indigencia ascienden a 9.7% y 0.3%, parece encontrarse en otro continente. Argentina está peor que Colombia o Paraguay, apenas por encima de Bolivia, y dicha brecha se agudiza, a partir de los buenos planes socioeconómicos de éstos últimos que han reducido el nivel de pobreza e indigencia en los últimos años; mientras que como mencionábamos, en Argentina no dejan de subir.

La reacción de las autoridades argentinas fue la esperada: echarle la culpa al gobierno anterior; el presidente en funciones Macri habló de la herencia social, y como buen político tradicional, confesó que su slogan de campaña “Pobreza cero”, ya no es un objetivo de Gobierno, o sea solo era instrumento electoral.

La reacción del gobierno anterior también fue la aguardada: echarle la culpa al gobierno actual por sus políticas económicas, como si no hubiese culpa alguna que asumir por su parte. Mientras tanto, casi la mitad de niños argentinos se subalimentan, y buena parte de la población se encuentra desempleada y desesperanzada, aguardando que el próximo año alguno de estos políticos deje de mentirles en campaña electoral, y haga algo por ellos.

Lo que nadie contabiliza (ni el Fondo Monetario Internacional con sus felicitaciones, ni los economistas con sus discursos, ni los políticos con sus mentiras), es el saldo a mediano plazo de esta fragilidad social de la querida Argentina. Con suerte, todos ellos estarán viviendo fuera de Argentina en dicho plazo para no sufrirlo.

*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.

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