La Fiscalía Departamental de Maldonado de 1° turno, a cargo de Sebastián Robles, solicitó el archivo de la investigación del fallecimiento de Gonzalo Aguiar (46), quien la madrugada del lunes 26 de febrero de este año murió de un balazo en una finca del barrio Cantegril de Punta del Este. Su expareja se encontraba con medidas limitativas desde aquel momento.
De acuerdo a lo investigado por la Fiscalía actuante en el caso de la muerte de Gonzalo Raúl Aguiar Gadea, de la pericia psicológica de la indagada, Romina Natalia Camejo Díaz, de 26 años, “surge que en el marco de la relación de pareja existió por parte de él violencia física, económica, patrimonial, simbólica, doméstica y psicológica”.
Además, da cuenta del miedo que la joven sentía “porque estaba en juego su integridad física y la de su familia”, ya que Aguiar constantemente le recordaba los contactos que tenía y el daño que podía hacerle a sus familiares, física y laboralmente, situación que empeoró en noviembre de 2022 cuando se enteró de que estaba embarazada.
Desde ese momento aumentaron los niveles de violencia. Cuando ella intentaba huir, Aguiar o sus custodios, “la perseguían, la interceptaban en la ruta y la hacían volver con él, o cuando estuvo internada en ocasión del nacimiento de la hija de ambos y el equipo especializado en violencia de género del centro asistencial debió actuar tras episodios violentos de él”.
Por otra parte, la situación sobre la tenencia de la hija y el régimen de visitas fue motivo de instancias de conflicto por parte del individuo, quien tenía la firme intención de quedarse con la tenencia. “A raíz de ello, se reconciliaron, pero debido a un profundo temor que le concedieran las visitas al padre y al miedo por la integridad de su hija”.
Para ese entonces, reveló Fiscalía, Romina Camejo ya “se encontraba completamente aislada y peleada con su familia”. De las declaraciones de los testigos surgió que eran constantes los insultos, las escenas de violencia y de celos, incluso hasta por las interacciones de ella en las redes sociales.
También manifestaron que Aguiar amenazaba a la joven con hacerle daño y que le iba a “partir la cabeza”. Las conductas violentas del fallecido no eran solamente respecto Romina, sino también con otras personas con las que tuvo vínculo, quienes en sus declaraciones indicaron que era una persona conflictiva.
Apuntaron que Aguiar “buscaba siempre el enfrentamiento y que era difícil encontrarlo sobrio ya que consumía frecuentemente estupefacientes”. Uno de los testigos incluso, manifestó tenerle miedo ya que no se sabía cuál era su límite y que, “él te hablaba como si no los tuviese”.
Aseguró que “incluso lo llegó a amenazarlo de muerte diciéndole que eligiera el color de flores para poner en el cementerio a sus hijos y a él”. El mismo testigo, además, se refirió a dos situaciones de violencia en la que fue torturado. De la investigación también surge que a Aguiar le gustaba ostentar sus vinculaciones a nivel político y policial.
Por ello, amenazaba a su entorno diciendo que “él conocía a todo el mundo dentro de la policía, que la controlaba y que si lo denunciaban los iba a matar porque él se iba a enterar antes que nadie. Esta actitud generaba miedo y terror impidiendo que lo denunciaran, haciéndolos sentir que no podían hacer nada”.
Además, en la investigación se confirmó que Aguiar “acostumbraba a ostentar su escolta de guardias de seguridad y su gran variedad de armas”. Todos los testigos afirmaron que constantemente portaba armas y que amedrentaba con ellas en las más diversas ocasiones haciendo gala de su presunto poder.
Un testigo declaró que “cuando había un problema o de repente salía a bailar, era muy común en él hacer líos, le gustaba el lío, era una persona que le gustaba eso y siempre alardeaba el arma”. En virtud de todo lo anterior, el Fiscal Robles concluyó que la conducta de Romina Camejo la madrugada del 26 de febrero, fue en legítima defensa.
“… la imputada no es penalmente responsable de sus acciones pues actuó en legítima defensa”, por lo que se procedió al archivo de la investigación. Además, agrega “que existió por parte de Aguiar “una agresión ilegítima, quien en esa misma noche le anunció a la indagada que iría a matarla y llevarse a la niña…”.
Fue poco después, que “irrumpió violentamente en el domicilio y aun estando a escasos metros de la imputada continuó con las amenazas de muerte”. Surgió del relevamiento realizado por la Policía Científica que esa noche Aguiar profirió amenazas contra la integridad de Romina Camejo a través de mensajes de texto.
“Voy a ir y le voy a romper la cabeza, la voy a cortar en pedazos (...) la voy a partir al medio...”. Así es que luego llegó al chalet “Melody”, donde, según un testigo llegó “gritando (...) te voy a matar, dame la bebé, dame la bebé”. Tanto testigos como la imputada, fueron claros respecto al convencimiento de que Aguiar portaba un arma en sus manos.
Finalmente, el Fiscal indica que, se tuvo en cuenta “la personalidad del fallecido, su uso habitual de armas de fuego, su temperamento violento, la irrupción en horas de la madrugada en el domicilio, en un gesto típico de cuando él portaba el arma, todo lo que además fue precedido de amenazas concretas de muerte…”.
En cuanto a la cantidad de disparos efectuados por Romina Camejo, “los mismos duraron el tiempo que duraron las amenazas por parte de su pareja, luego buscó un lugar seguro e inmediatamente procuró la presencia policial”, estableció el Fiscal en el pedido de archivo del caso efectuado este jueves 19 de diciembre.
De acuerdo a la información obtenida por MaldonadoNoticias en los días posteriores al hecho, Romina Camejo utilizó una pistola Taurus 9m.m. con la que le efectuó 7 disparos a Aguiar, 5 de los cuales dieron en el cuerpo, y uno de ellos en el páncreas que fue el que le provocó la muerte prácticamente en cuestión de minutos.