El “patovica” de 35 años de edad, que ayer a la tarde en Piriápolis provocó la muerte de un individuo en situación de calle, de 28 años, fue enviado a prisión por un delito de homicidio ultra intencional. De un solo golpe le fracturó la columna a Martín Aguilera, quien murió prácticamente en el acto.

 

Nunca se produjo una riña o una pelea como trascendió desde la tarde del sábado, cuando un conocido “patovica” de Piriápolis, de 35 años de edad, golpeara con tanta brutalidad a Martín Aguilera de 28 años de edad, ante los ojos de media docena de personas, que le provocó la muerte.

Tal vez por el “temor” de algunos testigos, la Policía y la justicia tuvieron que apelar a varias indagatorias, a la autopsia del cuerpo y a filmaciones de la estación de servicios donde se produjo la mortal agresión, para confirmar que Aguilera no murió por un repentino quebranto de salud durante una pelea.

Todo ocurrió poco antes de la hora 17.00 de este sábado, cuando de pronto, en la pista de la estación de servicios Petrobras de avenida Piria y calle Reconquista, irrumpió un joven corriendo y otro hombre persiguiéndolo hasta que pudo tomarlo, frente a dos surtidores de combustible.

El perseguidor, tomó del brazo a Aguilera que cayó al piso, y tras ello le propinó un golpe que, según la autopsia, la provocó fractura de columna a la altura de las vértebras cervicales. P.S.C.D. luego lo arrastró unos metros, tirándole encima algunos efectos personales.

Aguilera se ve moribundo en un video que ha circulado en las últimas horas. El agresor ayudado por otras personas, arrastran a la víctima varios metros, para dejar el cuerpo –probablemente ya sin vida- sobre un cantero que da casi sobre la avenida Piria, en la esquina con calle Reconquista.

Una emergencia médica móvil que acudió al lugar, trabajó durante casi una hora en acciones de reanimación, pero todos los esfuerzos fueron en vano. En horas de la noche del sábado, la autopsia echaría luz sobre la verdadera causa de la muerte del individuo de 28 años.

Los protagonistas

Martín Aguilera no era oriundo de Piriápolis, aunque desde hace algún tiempo se lo veía permanentemente en el balneario, oficiando incluso de cuidacoches en la zona céntrica de la ciudad. No tenía domicilio fijo y vivía en situación de calle según múltiples testimonios.

No poseía antecedentes penales aunque registraba varias indagatorias por delitos tales como rapiña y hurto. En Piriápolis, la Policía lo había intervenido en algunas ocasiones, por haber sido encontrado pernoctando en predios privados, debajo de algún arbusto o en aleros de algunas fincas.

MaldonadoNoticias, pudo saber de fuentes calificadas, que Martín Aguilera días atrás habría sido encontrado en el predio de una hermana de P.S.C.D. con aparente intención de robo. Aunque el asunto no pasó a mayores, la mujer le habría comentado lo ocurrido a su hermano.

El sábado a la tarde, P.S.C.D. encontró a Aguilera a quien pretendió darle un escarmiento, produciéndose una persecución que terminó en la pista de la mencionada estación de servicios. Allí se produjo la agresión, que no fue una golpiza sino un certero y mortal golpe.

El ahora procesado por homicidio ultra intencional, habría sido protagonista de otras agresiones en el entorno de boliches bailables en los que trabajaba. Pero nunca hubo una denuncia policial, tal vez para conservar su “amistad” y no tener problemas.

Con este lamentable caso, nuevamente se pone sobre el tapete la discusión en torno a los guardias de seguridad o “patovicas” contratados por distintos establecimientos, quienes nadie sabe cuando y como son evaluados psicológicamente.

Generalmente son corpulentos, modelados “a fierros”, y con conocimientos en artes marciales o defensa personal; muchas veces se extralimitan en sus funciones y agreden impunemente en la vía pública. Las pruebas en su contra, no siempre se obtienen con facilidad.

 

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