El pedido del Fiscal Rodrigo Morosoli, fue contundente en cuanto a la responsabilidad que le cupo en el caso Cambio Nelson, a los 4 procesados la noche del sábado y al contador Humberto Capote, quien por el momento está en libertad. En las entrañas de Camvirey S.A. había muchas más ilicitudes de las imaginadas y seguro habrá más consecuencias.

Durante las actuaciones previas a los procesamientos dispuestos por la Justicia, quedó semiplenamente probado para el Fiscal Rodrigo Morosoli, que al fallecer Wilson Sanabria el 30 de setiembre del año 2015, sus derechos y obligaciones fueron heredados por sus tres hijos: Paula, Francisco y Guillermo.

Pero concretamente en el caso de Camvirey S.A., todas las acciones quedaron en manos de Francisco quien automáticamente se transformó en el único director, no solo de la casa central ubicada en la terminal de ómnibus de Punta del Este, sino de las otras 10 en distintos departamentos.

Cambio Nelson comenzó a funcionar en 1998, bajo la dirección de Wilson Sanabria y Nelson Calvette; éste último se transformó en mano derecha del entonces influyente dirigente colorado, por su experiencia como operador cambiario, al extremo que la empresa llevó su nombre de pila.

Durante la investigación, quedó probado que además de la operativa natural de una casa de cambio, Camvirey S.A. recibía fondos de clientes, los que eran mantenidos en la institución para ser posteriormente aplicados en el pago de gastos de los depositantes, funcionando como una suerte de “cuenta corriente”.

Esta operativa contravenía la reglamentación vigente para las casas de cambio; los clientes fueron captados a lo largo del tiempo por el propio Wilson Sanabria y también por Nelson Calvette, quienes les ofrecían la ventaja de tener el dinero a resguardo para distintas operativas.

Quedó comprobado que muchos clientes depositaron elevados montos de dinero, por los que recibían un interés superior al brindado por las entidades de intermediación financiera. La investigación permitió detectar al menos 3 cuentas de ese tipo; esta actividad se desarrollaba desde fines de los ´90.

Al timón

Francisco Sanabria, tras el fallecimiento de su padre -el 30 de setiembre de 2015-, se hizo cargo de Camvirey S.A., comenzando a realizar todo el trabajo operativo, manejando las cuentas, confeccionando los cheques, efectuando depósitos, y en general, dirigiendo la disponibilidad de la empresa.

En tanto Nelson Calvette, se mantuvo como gerente de la casa cambiaria y todas las sucursales, y continuó captando depósitos de “la clientela fidelizada por la larga trayectoria pública y empresarial” de Wilson Sanabria. Por su parte Soledad Ubilla siguió desempeñándose como contadora.

La función de Ubilla era de Oficial de Cumplimiento de Cambio Nelson ante el Banco Central del Uruguay; a la vez, realizaba también el trabajo operativo contable y financiero de la empresa, bajo las órdenes de Francisco Sanabria y Nelson Calvette. Era asimismo la encargada del tesoro.

Como contador externo de la empresa, actuaba Humberto Capote, quien fue contratado por Wilson Sanabria en 2010 para oficiar de asesor y concejero de la operativa del cambio. También la contadora Beatriz Silva tenía relación profesional con la empresa: era la encargada de liquidar haberes y tributos de Camvirey S.A.

Manteca al techo

Según varios testimonios de los indagados, Francisco “mantenía un tren de vida fastuoso”. En un caso se llegó a declarar que “quería comprar con dinero cosas que no son comprables”. En este escenario, la investigación demostró que empleó a Camvirey S.A. como medio para captar capital.

A través de los depósitos de su clientela, posteriormente los desviaba hacia las cuentas de sus sociedades comerciales. Esos dineros se empleaban en pagar los gastos corrientes y la operativa de dichas empresas, no siendo posteriormente reembolsados a la cuenta de Camvirey S.A.

Según un informe del Banco Central (BCU) del 17 de marzo de 2017, “las evidencias obtenidas sugieren que la operativa de pagos y cobranzas se encontraba totalmente desvirtuada”. La empresa recibía regularmente fondos de clientes por fuera de sus actividades permitidas.

Esos fondos, eran desviados hacia otras actividades tampoco permitidas, como pago de gastos de empresas vinculadas y, “financiación de pago de cuentas de otros clientes (saldos deudores) considerando además los cuantiosos y reiterados movimientos deudores de sus accionistas y familiares cuyos saldos llegan prácticamente a alcanzar el patrimonio de la empresa”.

Según el Ministerio Público, Francisco Sanabria “no pudo verificar estas operaciones financieras y contables por sí mismo”, ya que en varias ocasiones declaró que tenía total desconocimiento del “corazón” o “la cocina” del negocio, responsabilidad que le adjudicó a Humberto Capote.

A Capote precisamente, un testigo lo ubica “participando activamente en reuniones relativas al funcionamiento del cambio y sus controles”, adjudicándole además “un rol de consejero”. El mismo testigo sostuvo que la opinión de Capote era tenida en cuenta por el fallecido Wilson Sanabria.

También Nelson Calvette sostuvo que Capote era “quien llevaba las actas de la sociedad”, señalando enfáticamente que, “la contabilidad de la empresa la llevaba Humberto Capote, que fue presidente del Banco Central, que esa era la seguridad que teníamos ahí”.

Francisco Sanabria dijo reiteradamente que “nunca hubiera aceptado la responsabilidad de seguir adelante con la empresa si no hubiera tenido la seguridad de que ellos (Calvette y Capote) estaban ahí, que me hubieran explicado lo que me explicaron”, porque había una amistad “muy grande” con su padre.

Maquillados

De la información contable incautada en distintos allanamientos, se pudo identificar que los estados contables presentados en el BCU, “no reflejan la real operativa desarrollada con los clientes, lo que eventualmente hubiera permitido detectar irregularidades en forma temprana”.

A modo de ejemplo, el efectivo en caja se mostraba con previa deducción del saldo neto de cuentas deudoras y acreedoras que contenían el movimiento de las cuentas con clientes, accionistas y empresas vinculadas. Los estados contables presentados al BCU, no mostraban esos saldos deudores y acreedores con clientes, “estando oculto bajo el rubro disponibilidades”.

El contador responsable de realizar el informe de compilación (la presentación de los estados contables de la empresa en función de las normas contables vigentes en la materia), dijo desconocer la operativa de la empresa, a pesar de tener acceso al “módulo contable” del sistema informático utilizado por la empresa.

Según el Fiscal, quedó probado que “merced a los oficios” de Capote, Cambio Nelson pudo continuar con su actividad irregular sin poder ser controlado por el Banco Central. Se destaca la responsabilidad que tuvo un profesional de extensa trayectoria y que ocupó cargos de jerarquía en el sistema financiero.

También la conducta de Calvette fue considerada “convergente con el accionar delictivo” de Francisco Sanabria, aunque hasta ahora no se ha podido comprobar que se haya beneficiado del desvío de los depósitos, ya que desempeñó un papel preponderante en tal actividad, y “era la cara visible de la empresa”.

Asimismo, no fue aceptado el argumento de la Oficial de Cumplimento ante el BCU, que “se enteró ahora de que no se podía recibir depósitos, con las noticias...”, y no resulta verosímil “su excusa de haber sido contratada como mera funcionaria administrativa”, cuando los testigos coinciden que era la mano derecha de Francisco.

En cuanto a las denuncias por libramiento de cheques sin fondos, hasta el momento el Juzgado Penal de 10° Turno ha recibido al menos 6 denuncias por tales maniobras, las que totalizan una suma cercana al medio millón de dólares. Francisco ya sabía que no podría enfrentar esos pagos cuando los emitió.

En cuanto a las falsificaciones documentarias, está semiplenamente demostrado además que los casi cien empleados de Camvirey S.A., “percibían retribuciones salariales no reflejadas adecuadamente en los recibos de sueldo, cuya confección estaba bajo la responsabilidad de la contadora Beatriz Silva.

Quedó demostrado que la contadora Soledad Ubilla remitía a Silva información falsa en cuanto a las asistencias de los empleados a sus puestos de trabajo, la que posteriormente era volcada ante el Banco de Previsión Social. Esto fue denunciado por unos 15 empleados de distintas sucursales de Cambio Nelson.

El Ministerio Público concluyó que el cúmulo de prueba documental y testimonial recabado, permite requerir al Juez Souto, “que habilite el pasaje a la etapa sumarial respecto de cinco indiciados”, sin perjuicio de que se revelaron indicios suficientes que ameritan iniciar una investigación en Crimen Organizado.

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