El Instituto Técnico Forense (ITF) remitió a la Jueza Adriana Morosini resultados de las pericias en torno al caso Felipe Romero, asesinado el 21 de abril en Villa Serrana, Lavalleja, por Fernando Sierra, entrenador de fútbol infantil obsesionado con ser su “padre” del pequeño. En agosto habrá nuevas instancias a nivel judicial.
Del avance fueron notificados los dos abogados de los padres, Alexandra Pérez y Luis Romero; el de éste último, había solicitado acceder a todas las actuaciones para conocer exactamente que ocurrió con su hijo durante los días previos a su secuestro y muerte.
La documentación proveniente del ITF fue puesta en conocimiento de la Fiscal del caso, doctora Sabrina Flores, y aunque los resultados no trascendieron, complementan en parte las pericias preliminares realizadas por el médico forense Sergio Mozzo en Maldonado.
Todavía se esperan resultados de otras pericias que podrían determinar si el niño efectivamente era abusado sexualmente y eventualmente desde cuando, a partir del primer diagnóstico realizado por el médico forense Sergio Mozzo, que confirmó en la autopsia tal extremo.
En tanto, ya se fijó una audiencia para el mes de agosto, en la que comparecerían los padres del niño asesinado, así como eventualmente allegados al mismo e incluso familiares de Fernando Sierra. Allí se determinaría si hubo algún tipo de responsabilidad en todo lo ocurrido.
Pedido
El abogado Gumer Pérez, se había presentado el viernes 28 de abril en la sede Penal de 4° Turno, para informar que su patrocinado, Luis Alberto Romero, estaba a disposición de la sede, y que además quería acceder a todas las actuaciones para saber realmente que ocurrió con su hijo Felipe.
Consultado sobre la relación que Romero mantenía con su hijo Felipe, el abogado aseguró que “tenía un vínculo que hace tiempo estaba cortado”, aunque no precisó desde cuando. “Por eso el quiere saber que fue lo que pasó de forma directa y creo que lo mejor es ponerse a disposición de la doctora”.
Esa semana, la Jueza que lleva adelante la causa, doctora Adriana Morosini, interrogó al director de la escuela 2, a la que concurría el niño, así como a la maestra de su grupo, que fue quien entregó el niño a quien a la postre se convertiría en su asesino.
La magistrada, también accedió al testimonio de la psicóloga de Sanidad Policial que tras entrevistarse con Felipe tiempo atrás, recomendó a su madre alejarlo de Fernando Sierra, según trascendió, por la obsesión que el entrenador de fútbol infantil tenía con él.
Inesperado
En el entorno de la hora 9.30 del sábado 22 abril, cuando el operativo de búsqueda de Fernando Adrián Sierra López (32) y el niño Felipe Romero (10) se intensificaba en la zona de Villa Serrana, Lavalleja, los efectivos que participaban se encontraron sorpresivamente con el escenario menos deseado.
A unos 750 metros de donde Sierra López había dejado abandonado el automóvil que conducía, en una quebrada y en medio de una espesa vegetación, estaban los cuerpos, prácticamente juntos, del entrenador de futbol infantil y del pequeño que él decía amar como si fuera su hijo.
Los primeros datos dieron cuenta que todo había ocurrido en las últimas horas del jueves 20, apenas el individuo llegó a esa zona con el pequeño al que a media tarde había retirado de la escuela 2 de la ciudad de Maldonado. Eligió un lugar que ya conocía y al que iba con frecuencia.
Sobre la hora 15.00 de aquel jueves, el técnico de fútbol infantil, Fernando Sierra, se presentó en la escuela N° 2 de Maldonado a retirar a Felipe, como lo hizo en otras ocasiones. Sin embargo, dos horas más tarde la madre del pequeño llegó al centro educativo a levantarlo y no se encontraba.
La mujer radicó denuncia en la seccional 12ª de La Barra, porque en esa jurisdicción se domiciliaba el hombre y podría estar en su propia casa. Fernando Sierra había dejado su auto (un BYD) y alquiló un Chevrolet Prisma, que luego fue encontrado en Villa Serrana.
Desde ese momento se radió el pedido de búsqueda del hombre y el coche incluyendo el cierre de fronteras. El vehículo y sus ocupantes fueron vistos por última vez a través de cámaras de video vigilancia, a la altura del cruce de las rutas 39 y 9, al Norte de la ciudad de San Carlos.