Uruguay procura desarrollar un programa que registra buenos resultados en otros países para reducir el número de homicidios, la mayoría de los cuales no están vinculados al narcotráfico como se piensa, sino por diferencias entre personas individualmente, familias o bandas. “Barrios sin Violencia” comienza a desarrollarse en Montevideo pero se espera poder extenderlo a otras zonas del país, y que sea una política de Estado que traspase los gobiernos de turno.
Homicidios por diferencias de distinto tipo -por mascotas como perros o gatos, por la mirada a una novia o pareja, por el volumen alto de algún equipo de música-, son la mayoría de los que se registran en nuestro país, y no por cuestiones vinculadas a las drogas o al narcotráfico como se supone, dijo el asesor del Ministerio del Interior, Diego Sanjurjo.
El funcionario, en diálogo con el periodístico La Nueva Mañana de Aspen FM de Punta del Este, habló del modelo “Cure Violence” (“Curar la Violencia”) que aplica tres estrategias contrastadas para detener la violencia, mediante la conformación de equipos de mediadores, integrados por líderes o referentes comunitarios que se han criado y viven en comunidades de riesgo.
Lo consiguen estableciendo una red de contactos locales que les permite advertir conflictos y recibir pedidos de ayuda de los involucrados, sus familiares o amigos. Tras la detección, los llamados “interruptores” contactan a los implicados, se reúnen con ellos personalmente y aplican métodos de mediación, brindando ayuda y replanteando situaciones.
Sanjurjo, explicó que esa mediación lleva a comprender a las partes enfrentadas, que hay otras salidas para conflictos menores que en el caso de desembocar en un homicidio, desatan un espiral de violencia que puede no tener fin y terminar con personas muchos años en la cárcel. Eso ha ocurrido en algunos barrios de Montevideo e incluso en el interior.
El modelo “Cure Violence” se ha ejecutado con éxito en diferentes contextos, probando su eficacia a lo largo de diversas comunidades, culturas y etnias. El programa ya se ha replicado en más de 100 comunidades y barrios de más una decena de países, incluyendo Brasil, Colombia, Honduras, Jamaica, México, Puerto Rico, y Trinidad y Tobago.
En Uruguay lleva el nombre de “Barrios sin Violencia” y comienza a implementarse en Montevideo mediante la contratación de ong´s que se encargan de buscar a los “interruptores” y conformar los equipos de trabajo para intervenir en aquellas zonas donde se producen conflictos que terminan en uno o más homicidios por diferencias que se pueden canalizar por otras vías.
Datos oficiales del Ministerio del Interior, dan cuenta que entre 1990 y 2022, los homicidios aumentaron un 86% en Uruguay, con la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes pasando de 6,6 a 10,2. Su máximo histórico se dio en 2018 (12 homicidios por cada 100.000 habitantes), con aumentos relevantes adicionales en los años 2012 y 2022, el último tras la pandemia de Covid-19.