*) Mag. José Luis Corbo

Y si se trata de explicar el mundo o, mejor dicho, de explicar la sociedad en su conjunto, es probable que encontremos tantas explicaciones como personas. Esto lo hemos repetido hasta el cansancio. Por lo pronto trataré de describir algunas tesis que, a día de hoy, parecen por lo menos irrefutables.

En primer lugar comenzaremos por afirmar, como decía un gran filósofo, que cada sujeto se encuentra asociado a una trama de relaciones productivas con las que se vincula de forma involuntaria. Tiempo y espacio nos ubican en el movimiento de una trama productiva y nos someten a relaciones de las que comenzamos a participar casi sin percibirlo.

Esto no quiere decir, de ninguna manera, que ese condicionamiento represente la cosificación de lo inamovible, la estructura sometiendo al agente o como le quieran llamar, sino todo lo contrario. El hombre produce su vida, y en ese producir se suceden relaciones que asocian a los hombres entre sí, generando dependencia, relaciones productivas que ubican a los sujetos en la trama y le asignan roles, los que estarán condicionados por el lugar de la trama en el que cada uno de los sujetos se ubique.

La forma en que el mundo productivo fluye moldea labores y construye oficios, tareas, trabajos que se acoplan al total de la maquinaria productiva y que imperceptiblemente asignan lugares a cada sujeto productivo. Lo real es que en general, en una sociedad, todos dependemos de todos. La complementariedad de las tareas define la sociedad y la sociedad dialécticamente define las tareas.

Ahora bien… Está claro que no es tan sencillo elegir en qué lugar de la trama productiva me ubico. No es tan fácil como creíamos de niños y no puedo elegir así como así ser astronauta o bombero. Mucho más difícil es ser empresario o gerente de una empresa, salvo que…

Salvo que el lugar que ocupe el sujeto en la dinámica de clases lo ubique ahí sin necesidad de que suceda nada raro. Lo raro sería, por ejemplo, que aquella movilidad social de la que hablaba Stiglitz, y que ronda el 9 %-y no mucho más-, se apiade del obrero y lo habilite a cruzar al otro lado de la brecha.

Lo “no raro”, por otra parte, sería que el hijo del empresario sea empresario y que el del obrero sea obrero, porque el 91% restante que mencionaba en sus estudios Stigliz, no se mueve ni a palos. La herencia sigue siendo el principal factor de riqueza en el mundo desde que existe la propiedad privada, y eso no lo cambia nadie.

Y no solamente se hereda dinero y propiedades, sino que el capital como trabajo acumulado -diría Bourdieu- también habilita a que se hereden cargos, lugares de acceso, relaciones personales y hasta amistades… en fin, hasta los gustos se heredan.

Pero a la luz de esta lógica, podrían decirnos que no hay muchas salidas posibles y caeríamos indefectiblemente en perspectivas funcionalistas que simplemente describen lo inevitable de la reproducción o podríamos, como sugiere también Bourdieu desde aquel poema de Robert Desnos, comernos ese huevo al plato y evitar que siga naciendo el mismo pelícano una y otra vez. Los problemas del sistema productivo se resuelven cambiando el sistema, algo que suena sencillo pero que no viene resultando así.

Y en el desdén que el propio sistema nos genera y como la base material configura la conciencia y el pensamiento, todos parecemos apelar al sálvese quien pueda. Todos queremos ser exitosos dentro del mismo sistema sin cuestionarlo. Queremos ser empresarios, profesionales, inversores, emprendedores o lo que se les ocurra, con la esperanza de entrar al 9 % que se cambia de franja.

Pero no es tan fácil decidir qué ser en la vorágine neoliberal cuando los ejemplos prácticos no están tan claros y cuando el dispositivo hermenéutico que cada sujeto desarrolla lo habilita solamente a lecturas sesgadas del mundo. Es decir cuando todos nos creemos saber mucho sobre el mundo cuando en realidad no sabemos nada.

A modo de ejemplo, podríamos describir lo que sucede cuando pedimos a un adolescente de clase obrera que estudie. En el mayor de los casos, aquel que no tiene intenciones de hacerlo dirá que el estudio no garantiza nada, apelando a la anécdota de un amigo de un amigo que estudió y que no tiene demasiado trabajo y que si no fuese por una renta de unas casitas que le dejaron los padres no viviría dignamente. Anécdota equivocada, si vive de rentas trabajando poco no está en tu barco, simple y sencillamente porque es heredero. Es decir que vive de lo que le dejaron y eso ya lo ubica en otro lugar que no es el tuyo.

Si, por otra parte, tenemos la suerte que ese adolescente decide estudiar, que no nos caiga con la historia del amigo que estudió y trabaja sólo de cuatro a seis horas. Es probable que ese amigo, cuando volvió de la capital ya tenía su estudio armado, o ya tenía su cargo digitado o, en el mejor de los casos, hasta puede haber heredado el cargo de su papá o su mamá.

Por otra parte y en el otro lado del discurso, encontraremos aquellos que nos dicen que Juan es empresario y que ni siquiera terminó el liceo, y que es muy exitoso sin necesidad de romperse la cabeza. Está claro que de esos también los hay, pero la mayoría viene con diez millones o más que le dejaron los papás, y construir el edificio cuando ya tienes diez pisos prontos, es por lo menos más sencillo.

El año pasado, sin ir más lejos, la FUCVAM editó un libro que recopila numerosas investigaciones sobre la riqueza en nuestro país. Al igual que lo hicieron Bourdieu y Passeron en los 60, nuestros investigadores comprobaron que la herencia es la base de la riqueza en nuestro país y que esa base material, ese ser social, configura la totalidad de las acciones y del pensamiento de los sujetos. Los de arriba se casan con los de arriba y los de abajo con los de abajo, lo de los príncipes y las cenicientas sigue siendo ficción, básica y vulgar.

Por otra parte, y no nos cansamos de repetirlo, desmitificar el voluntarismo y las posibilidades de movilidad que ofrece el esfuerzo, es una cuestión educativa. Hay quienes se esfuerzan muchísimo y siguen en el 91 % de los de abajo que no se mueven. Redistribuir la riqueza, eliminar la explotación del hombre por el hombre, desmitificar las bondades capitalistas y las teorías del derrame es obra de todos. O por lo menos así debería serlo si queremos ser productores reales de nuestra sociedad.

 

*) Licenciado en Educación Física. Magister en Didáctica de la Educación Superior. Posgrado en Didáctica de la Educación Superior. Actual Director Coordinador de Educación Física de CEIP Maldonado.

Integrante de la línea "La Educación Física y su Enseñanza" adscripta al grupo “Políticas Educativas y Formación Docente. Educación Física y Prácticas Educativas”.

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