Cada ciudadano tiene una cuota de responsabilidad ante la situación de riesgo implícita en los altos índices de delitos sexuales contra Niños, Niñas y Adolescentes en nuestro Departamento. Resultan necesarias estrategias en los medios masivos de comunicación, que funcionen como políticas sociales de Prevención y que contengan pautas claras para la detección temprana mediante la participación ciudadana.
“RADARES”
Objetivo:
Educar al mayor número posible de ciudadanos sobre la detección temprana de signos y síntomas de Abuso Sexual y Maltrato a Niños, Niñas y Adolescentes, transformándolos en “Radares” de casos posibles y fundamentar su denuncia preventiva.
Metodología:
1- Seleccionar una Fuente de información sobre el tema con alta aceptación Oficial, Nacional e Internacional de los Organismos de Protección a la Infancia y Adolescencia reconocidos y realizar una compilación de sus principales conceptos.
2- Seleccionar un Medio de Información Masivo, disponible las 24 horas a la Ciudadanía en todos los puntos geográficos sensibles a la temática y hogares en general, para hacer llegar la información calificada y consensuada por todas las instituciones responsables de la temática.
Introducción
No es posible determinar si estos problemas tienden a aumentar, o si se han hecho más visibles gracias a los nuevos mecanismos que se han generado para ello, o si han pasado a percibirse como problemáticas ciertas situaciones que antes parecían naturales.
En cualquier caso, hay evidencias de que la agudización de la crisis económica y social generada a principios de la década ha incrementado los niveles de vulnerabilidad de amplios sectores de la población, ha ampliado la desigualdad y ha contribuido a la proliferación de manifestaciones de la violencia social y también familiar.
Fuente calificada:
www.unicef.org/uruguay/spanish/mapa_de_ruta_2013-web.pdf
Medio de comunicación:
www.maldonadonoticias.com
El texto seleccionado para extraer los conceptos fundamentales que se ofrecen a continuación, se llama Mapa de Ruta y fue creado para orientar a todos los maestros del país en la detección temprana de casos en las instituciones educativas.
Teniendo en cuenta la complejidad del problema, es que Mapa de Ruta cuenta con aportes realizados por integrantes del Instituto del Niño y Adolescente de I Uruguay (INAU), el Ministerio de Salud Pública (MSP), el Ministerio del Interior, el Programa Infancia y Familia (Infamilia) del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), y el Consejo de Educación Primaria, que son los organismos que, con distintas funciones, desde el Estado tienen la responsabilidad de garantizar los Derechos de los Niños y Adolescentes.
Las acciones dirigidas hacia los Niños que viven situaciones de violencia comprenden los siguientes objetivos:
• proteger a quienes están en situación de mayor vulnerabilidad;
• garantizar el cumplimiento de los Derechos del Niño en todos los procedimientos destinados a su protección;
• generar estrategias para el cambio de la situación involucrando a todos los actores.
Esto se inscribe en los marcos legales vigentes, como la Convención sobre los Derechos del Niño, el Código de la Niñez y la Adolescencia de nuestro país y la Ley de Violencia Doméstica.
Aspectos conceptuales a tener en cuenta para la intervención en situaciones de maltrato y abuso sexual.
La Convención sobre los Derechos del Niño establece que todos los Niños deben ser protegidos contra toda forma de violencia, sea ésta ejercida por sus padres y cuidadores o por el mundo adulto en general.
La violencia puede ser definida como una relación de abuso de poder de una persona hacia otra, que provoca daño o malestar. En nuestras sociedades el abuso de los adultos hacia los Niños responde a diversos factores, todos ellos vinculados a pautas culturales que conciben al Niño como propiedad de los adultos y al sexo femenino como socialmente inferior al masculino.
El maltrato y el abuso sexual infantil
Existen varios enfoques para categorizar la violencia. En términos generales, la violencia hacia los Niños comprende el maltrato infantil y el abuso sexual.
El maltrato infantil se define como toda acción u omisión intencional que provoque daño físico o psicológico en Niños, Niñas y Adolescentes, practicada por los adultos encargados de su cuidado y desarrollo: padres, tíos, maestros, educadores.
El maltrato infantil puede ser físico, psicológico o por negligencia:
Físico: Cualquier acción intencional que provoque daños físicos en el Niño, sean éstos visibles o no: quemaduras, golpes, pellizcos, fracturas.
Emocional/psicológico: Cualquier actitud que provoque en el Niño sentimientos de descalificación o humillación. Se caracteriza generalmente por el uso de la palabra, pero también puede contemplar actitudes no verbales que lo expongan a situaciones humillantes o que coarten sus iniciativas, como encierros, aislamientos o exceso de responsabilidades, entre otras.
Abandono y negligencia: Es la falta de protección del Niño ante eventuales riesgos y la falta de atención de sus necesidades básicas cuando los padres o cuidadores están en condiciones de atenderlas. La negligencia puede ir desde no acompañar los procesos de desarrollo del Niño (participaren reuniones de padres, mostrar interés por sus proyectos, etcétera) hasta no procurarle asistencia médica cuando se accidenta por considerar que la gravedad del suceso no lo justifica.
El abuso sexual es el ejercicio abusivo de poder de un adulto hacia un Niño para satisfacción sexual de quien lo ejerce, en detrimento y con desconocimiento de la voluntad del Niño. Puede ser de tipo no comercial o comercial.
Abuso sexual no comercial. Es cualquier relación o contacto entre un Niño, Niña o Adolescente y un adulto provocada por el adulto a efectos de satisfacer sus deseos sexuales. El abuso puede consistir en la exhibición de los genitales del Niño o el adulto, el manoseo, la violación, etcétera. Para que e/ abuso sexual ocurra y se mantenga, existen por lo general mecanismos de extorsión y coerción por parte del adulto.
En esta dinámica el Niño es ubicado en una situación de extrema vulnerabilidad, pues, para que el abuso se mantenga y el abusador continúe impune, el Niño o la Niña son amenazados con las consecuencias de un eventual relato de la situación y culpabilizados por la relación de abuso.
Abuso sexual comercial: Esta forma de abuso sexual también es conocida como explotación sexual. Se trata de la utilización de Niños, Niñas o Adolescentes en actividades sexuales, eróticas o pornográficas para la satisfacción de los intereses o deseos de una persona o grupo de personas a cambio de un pago o promesa de pago económico, en especie o de cualquier tipo, para el Niño o para una tercera persona. Existen diferentes tipos de explotación sexual, como la prostitución infantil, el turismo sexual, la pornografía y la trata de Niños con fines de prostitución.
Las situaciones de violencia contra la infancia y la adolescencia son muy heterogéneas, tanto por los contextos en que se producen (escuela, familia, instituciones, comunidad) como por la modalidad que adquieren (tipo de agresión, relación con el/la agresor/a, frecuencia y acumulación, entre otras variables). Por tanto, en este campo no es posible generalizar y resulta esencial tener en cuenta las especificidades del caso para determinar el diagnóstico de la situación y el camino a seguir.
Los indicadores que hacen referencia a las situaciones de violencia que viven Niños, Niñas y Adolescentes son aquellos síntomas y signos que se manifiestan en formas físicas y emocionales.
Se considerarán signos todos aquellos fenómenos que puedan ser apreciados por el observador, y como síntomas, aquellos percibidos y descritos por las personas, ya se trate de sensaciones corporales, sentimientos o pensamientos. Las formas en que se manifiestan estos indicadores son: el relato, las marcas físicas, la conducta y el comportamiento.
Los indicadores físicos son los que tienen mayor probabilidad de evidenciar una situación de violencia; en cambio, los indicadores de conducta, comportamiento y emocionales son inespecíficos y pueden originarse en cualquier acontecimiento que esté causando dolor en la vida de un Niño o Adolescente.
Maltrato emocional/psicológico:
El maltrato emocional es una de las formas de violencia más difíciles de determinar, Incluso por la propia víctima, ya que es la que tiende a naturalizarse con mayor facilidad.
Indicadores físicos:
• Trastornos del lenguaje (tartamudeo, balbuceo) y de las habilidades motoras.
• Retraso o lagunas en el desarrollo emocional, mental y físico.
• Desórdenes alimenticios.
• Desórdenes del sueño (se duerme en clase).
• Hiperactivo.
Indicadores conductuales:
• Sometimiento ante a los demás de su edad o los adultos.
• Somete a otros.
• Cambio abrupto en el rendimiento escolar.
• Cambio abrupto en el relacionamiento con sus compañeros.
• Aislamiento.
• Extremos en las conductas: queja, pasividad, timidez, demanda de atención constante, agresividad.
• Busca afecto en cualquier adulto.
• Se esconde en posición fetal.
• Se escapa de la casa; intentos de suicidio.
• Baja autoestima, baja autovaloración, escasa auto-confianza.
• Dificultad o falta de voluntad para expresar sus sentimientos.
• Uso frecuente del enunciado "Yo no puedo".
• Reproducción de modelos negativos de comportamiento en el juego: gritos, golpes, minus-valoración.
• Sobre-reacción ante los errores.
• Comportamientos regresivos (chuparse el dedo, hablar como un bebé, orinarse en la cama a una edad impropia).
Abandono y negligencia:
Comprende las conductas y omisiones que los adultos de referencia están en condiciones de evitar.
Es necesario considerar que:
1) todos los Derechos son para todos los Niños y Niñas, independientemente de su condición social, económica y cultural;
2) para que las familias, como titulares de Derechos y Obligaciones, puedan cumplir con ello, deben contar con los recursos necesarios para el ejercicio de sus Derechos básicos (trabajo, vivienda, educación, salud, participación, entre otros).
Es fundamental tener presentes estos conceptos para evitar que situaciones de pobreza se interpreten como de abandono y/o negligencia. Al categorizar una situación como de posible abandono o negligencia se deben considerar, entre otros aspectos: a) si la familia está en condiciones de evitar la situación en cuestión; b) si cuenta con los recursos necesarios (materiales u otros) o puede acceder a ellos; c) si se le ha brindado apoyo para que pueda cumplir con sus funciones básicas, y d) si a pesar de los apoyos brindados los Niños continúan en situación de vulnerabilidad.
Indicadores generales:
• Hambre frecuente, alimentación inadecuada, malnutrición.
• Poca higiene personal, suciedad frecuente, mal olor corporal.
• Vestimenta inadecuada para el clima.
• Falta de cuidado médico y dental; enfermedades o lastimaduras no tratadas; falta de adecuada inmunización, problemas dentales serios, problemas de vista u oído.
• Cansancio crónico, indiferencia o desgano.
• Lastimaduras inexplicables o producto de una pobre supervisión.
• Pide, mendiga o roba comida.
• Estadías prolongadas en instituciones o en la calle.
• Faltas Injustificadas a la escuela.
• Se duerme en clase o está cansado.
• Consumo de sustancias psico-activas sin prescripción médica.
• Expresa que nadie lo cuida.
• Baja asistencia, llegadas tarde crónicas.
• Comportamiento apático.
• Asume responsabilidades adultas en casa.
• Comportamiento destructivo respecto a sí mismo y respecto a otros.
• Comportamientos extremos: agresividad y retraimiento.
• Comportamiento inadecuado para su edad: se comporta como un Niño más pequeño.
• Excesiva voluntad de agradara los demás. Tristeza extrema.
En el maltrato físico podrán observarse únicamente las marcas físicas visibles, ya que la revisación sólo puede estar a cargo del personal de salud debidamente autorizado.
Indicadores físicos:
• Mordeduras, especialmente las recurrentes.
• Falta de pelo, especialmente en la nuca o detrás de las orejas.
• Marcas en las manos; marcas dispersas o en forma de guante.
• Laceraciones, abrasiones y hematomas inexplicables o cuyas explicaciones son inconsistentes.
• Hematomas:
• hemorragias retínales;
• hematomas en las axilas causados por sacudimiento;
• hematomas causados por patadas y golpes en la cara, espalda y cuello, en patrones inusuales o formas distintivas que puedan sugerir el uso de instrumentos (forma de bucle, lineal, circular, rectangular, enracimada), en diversos estadios de cicatrización o curación.
• Quemaduras:
- quemaduras de cigarrillo (poseen forma circular y generalmente se encuentran en las palmas de las manos, en las plantas de los pies o el abdomen);
- quemaduras por inmersión en líquido hirviendo, que adquieren forma de "guante" o de "bota";
- raspaduras en brazos, piernas, cuello o rodillas, que pueden ser ocasionadas por arrodillarlo en algo caliente o rasparlo en el piso o contra la pared;
- marcas de quemaduras con forma de objetos (que coinciden con la forma de una plancha o de una espumadera, por ejemplo), provocadas por el golpe o la presión contra el cuerpo del Niño con un objeto caliente.
• Fracturas, dislocaciones, heridas:
- fracturas o dislocaciones inexplicables o cuyas explicaciones son inconsistentes;
- fracturas en varios estadios de curación (cicatrices);
- heridas abdominales;
- raspaduras y lesiones en labios, lengua y piel alrededor de la boca.
Indicadores conductuales/actitudinales:
• Sometimiento ante los demás de su edad o los adultos.
• Somete a otros.
• Manifestaciones extremas de las emociones: agresividad y retraimiento excesivos.
• Esquiva el contacto corporal con otros, demostrando desconfianza.
• Actitud de defensa y temor ante el posible contacto corporal (se cubre la cara con las manos o se corre de lugar).
• Miedo o falta de ganas de volver a casa (llegadas tempranas a la escuela y salidas tardías).
• Usa ropa inadecuada para la época del año a fin de tapar las marcas de su cuerpo. Experimenta retrasos lingüísticos. Autoconcepto o autoimagen desvalorizados. Incapacidad de confiar. Fugas de la casa.
Creencia de que el castigo es merecido; sugiere que otros Niños Deberían ser castigados en forma severa.
• Vergüenza o culpa.
• Bajadas súbitas del rendimiento escolar.
• Problemas de sueño.
• Desórdenes alimenticios.
Abuso sexual
La determinación del abuso sexual es compleja. Algunos aspectos que se consideran para el diagnóstico son:
• la edad del Niño y su desarrollo evolutivo;
• el entorno inmediato del Niño y la etapa vital que está atravesando;
• las posibles reacciones del Niño para defenderse ante situaciones de crisis o adaptarse a ellas.
El relato del Niño es uno de los insumos fundamentales en la etapa de revelación de la situación.
Debe tenerse en cuenta que a menudo esa revelación llega con retraso, es contradictoria y poco convincente, debido a los sentimientos y emociones del Niño.
Indicadores físicos del abuso sexual:
• Dificultad para sentarse o caminar por molestias en los genitales.
• Ropa interior manchada o sangrienta.
• Dolor y/o picazón en la zona genital.
• Enuresis y encopresis.
• Embarazo.
Indicadores conductuales:
• Agresividad.
• Sometimiento ante/de otros.
• Permanencia excesiva en la escuela/liceo o institución de confianza.
• Desconfianza respecto a las figuras significativas.
• Dificultad para concentrarse.
• Sentimientos de que su vida no tiene sentido.
• Tristeza extrema.
• Trastornos del sueño.
• Evita cambiarse de ropa frente a otros o participaren actividades físicas.
• Conducta o conocimiento sexual sofisticado o inusual para su edad.
• Conductas insinuantes con adultos desconocidos.
• Cambios bruscos en el rendimiento educativo.
• Comportamientos extremos.
• Retraimiento, aislamiento, miedo, ansiedad.
• Se lastima a sí mismo.
• Evita participar en actividades recreativas por desconfianza.
• Resistencia o rechazo a estar solo con determinada persona.
• Juego sexual persistente e inapropiado para su edad, sea con sus pares o con juguetes.
• Miedo de que lo toquen.
• Promiscuidad sexual, comportamiento seductor.
• Consumo de sustancias psicoactivas sin prescripción médica.
• Forzar a otros Niños a tener actos sexuales.
Indicadores emocionales/Psicológicos:
• Miedo de las posibles represalias de su familia si cuenta lo que sucede.
• Miedo de que nadie le crea. Miedo de que la situación de violencia se agudice contra él/ ella o su familia. Miedo de su futuro (en ocasiones, sobre su orientación sexual).
• Angustia, ambivalencia y confusión. El abusador es una persona de su confianza, a quien también quiere y con quien tiene una relación muy cercana. La ambivalencia está determinada porque el destinatario de su afecto es también quien le ocasiona daño.
El sentimiento de ambivalencia que predomina en estos Niños les provoca mucha angustia y crisis emocional. Por un lado, sienten que son queridos, "especiales" (según palabras del propio abusador), que cuentan con ciertos privilegios por la situación vivida (reciben más atención, contacto físico y, en ocasiones, regalos), y a la vez sienten una sensación de dolor, angustia e incomodidad, de que algo "no está bien”.
A esto se suma el miedo (a veces terror) de que romper el silencio, contarlo que están pasando, provoque la ruptura de la familia, la pérdida del cariño de sus padres, así como de que nadie les crea. Los Niños que viven situaciones de abuso han roto la confianza en el mundo adulto y es necesario que la recuperen para contarlo que les sucede. El miedo, la angustia y la ambivalencia anestesian sus sentimientos y emociones (a veces el relato parece sin carga afectiva, como si le pasara a otra persona) y paralizan su capacidad de actuar.
• Vergüenza. Siente vergüenza de lo que pasó o de lo que está viviendo. Siente ganas de ocultarse, de ocultar su cuerpo. No quiere que lo toquen.
• Culpa. Siente que lo que sucede es culpa suya, que de alguna manera lo provocó y se lo merece. Cuando ayuda a revelar la situación, siente culpa pomo haber sido leal a su familia y por haber traicionado el silencio que sostenía el circuito de abuso.
En la dinámica del abuso se identifican las siguientes etapas:
• Secreto. Esta situación se inicia muchas veces como un juego, como un secreto especial que el adulto tiene con el Niño o la Niña. Se trata siempre de adultos de mucha con flama (padre, padrastro, tío, abuelo, amigo de la familia), respetados por los demás adultos de la familia y muy queridos por el Niño, quien no puede imaginar que esa persona le haga daño.
• Impotencia. Al secreto se suman las amenazas, que generan miedo (o terror) no sólo E perder el cariño de ese adulto —pese a que le hace mal—, sino también a lastimara su madre, a romper la familia. Todo esto genera un sentimiento de gran impotencia, un convencimiento de que de esa situación no se puede salir. El Niño se convence del poder del adulto y de que él merece que eso le suceda.
• Atrapamiento y acomodación. Ante esta situación, el Niño o la Niña busca mecanismos de acomodación: "Cuando sabía que él venía a mi cuarto, me parecía que era parte de la pared", "No sentía nada", "No me acuerdo qué pasaba porque hacía de cuenta que no estaba ahí”.
• Divulgación retrasada, conflictiva, no convincente. Cuando se logra vencer el terror, romper el silencio y revelar la situación, en general hace mucho tiempo que ocurre. Las revelaciones suelen ser discursos confusos, pero cargados de angustia, vergüenza y terror.
• Retractación. Contra los mitos y ^prejuicios, los Niños no mienten cuando revelan que están viviendo estas situaciones. El fenómeno de la retractación -cuando el Niño dice que lo que contó no es así- ocurre cuando comienza a percibir los cambios que se provocan en su entorno una vez que la situación se revela: cambios en la familia, peleas, separación, recriminaciones, angustia de su madre... Si a esto se suma un proceso de intervención en que el Niño es revictimizado -debe relatar varias veces la situación vivida y dejarse revisar por distintas personas-, es muy probable que se retracte. Por lo tanto, si esto sucede, tenemos que continuar creyendo en él.
Cuando la situación se conoce, la familia no siempre reacciona apoyando al Niño. Muchas veces aparecen creencias y prejuicios que justifican o minimizan lo que sucede. En otros casos los adultos más cercanos confían en el Niño al principio, pero, una vez que se inician los movimientos familiares que la revelación provoca (separaciones, ruptura de vínculos, detenciones policiales, procesamientos judiciales, mudanzas...), la culpa circula y el Niño se siente culpable por lo que le sucede a su familia. En algunas situaciones incluso es culpado explícitamente.
Para evitar la re-victimización:
A fin de disminuir los daños de estas situaciones en la vida de los Niños, es necesario que las medidas que se adopten para intervenir en ellas prioricen la restitución de los Derechos vulnerados y la construcción de un proyecto de vida que habilite vínculos sociales basados en el respeto y la confianza, y evite, ante todo, la re-victimización.
En los casos de violencia, la re-victimización se genera cuando el Niño no sólo es víctima de la situación vivida, sino también de una intervención inapropiada cuando pide ayuda. La falta de información sobre lo que está sucediendo, el manejo indiscriminado de la información sobre él y su familia, la falta de mecanismos que le permitan incidir en las decisiones adultas, las reiteradas pruebas y entrevistas, la culpabilización por lo que sucedió, la desvalorización de su relato y la discriminación son algunas de las situaciones a las que puede ser expuesto un Niño víctima de abuso o maltrato cuando la intervención es Inadecuada.
*) Psicólogo Clínico, egresado de la Universidad de la República en Setiembre de 1993, ha desarrollado su carrera en el Departamento de Maldonado hasta la fecha, desempeñándose en tareas de Proceso Psico-diagnóstico, Seguimiento y Asesoría, en esfera individual, vincular de pareja, familiar, empresarial y comunitaria. Desde el año 2001 suma a sus tareas clínicas el análisis colectivo y el diseño de políticas sociales en Violencia Doméstica, Maltrato y Abuso Sexual Infantil y Adolescente, Seguridad Comunitaria y Rehabilitación de Personas Privadas de Libertad.
Ha recibido numerosos reconocimientos oficiales por su aporte a la Comunidad, destacándose Declaraciones de Interés Departamental, Ministerial del Interior, de Relaciones Exteriores, de Educación y Cultura, de Turismo, de la Suprema Corte de Justicia, Asociación de Magistrados del Uruguay y Presidencia de la República.