*) Mauro Mendiburu Benedetto

El pasado día viernes, la delegación argentina en Nueva York encabezada por Luis Caputo, presentó una interesante propuesta de cancelación de adeudos con los denominados Holdouts, o acreedores de deuda pública argentina que se han negado a participar de los distintos planes de quitas presentado por los diferentes gobiernos argentinos desde el año 2004.

La última oferta se puede sintetizar en el reconocimiento de buena parte de las pretensiones de los mencionados acreedores, quienes se han presentado ante magistrados de U.S.A., y que han obtenido resultados judiciales bastante favorables a los mismos.

A manera de ejemplo, de un total de Usd 3500 millones de dólares en default, la propuesta ofrece aproximadamente Usd 8000 millones de dólares en efectivo como forma de cancelar dicho adeudo, incluyendo multas y recargos. Considerando el precio bajo al que se compraron dichos bonos argentinos, la rentabilidad resulta superior al 1000%, nada despreciable.

Si bien esto no colma la totalidad de lo solicitado por los Holdouts, la propuesta aparece como muy tentadora, y sin dudas muestra un fuerte cambio en la posición de Argentina mantenida hasta este momento.

Por el lado del Gobierno de Macri, si bien es muy costosa la salida, considerando su política económica donde el endeudamiento internacional es una de las claves de la misma, la aceptación de la propuesta allanaría el camino hacia la financiación internacional.

Por lo tanto, resulta fundamental solucionar definitivamente este problema, y no parece ser importante (al menos para el actual equipo económico) el costo inicial de Usd 8000 millones, que podría incrementarse en otros Usd 5000 millones, si el resto de los litigantes o potenciales litigantes Holdouts se suben a esta propuesta.

Pero el gran ganador de esta pulseada, es sin dudas el sistema financiero internacional. Más exactamente: el mercado, que ha vencido la posición de los distintos Estados de una especie de ley de quiebras internacional. Más allá de las declaraciones en la O.N.U., y los buenos mensajes de quienes consideran no existe una salida ordenada para situaciones críticas como la vivida por Argentina en el año 2001, parece claro que los inversores y el sistema financiero descubrió que en el peor de los casos, existe un camino para obtener rentabilidades descomunales, y en el mejor de ellos, hay un rumbo para que el default no sea una válvula de escape fácil para los gobiernos.

Volveremos a escuchar aquella frase de Walter Wriston, ex Presidente de Citibank, cuando decía: “Los países nunca quiebran”. Con todas las consecuencias que ello va a generar, visto lo ocurrido en la historia reciente del mundo.

*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.

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