*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

El suicidio es un acto que la mayoría tiende a ignorarlo por ser “una de esas cosas”. Sin embargo, el mismo constituye un problema social grave, junto con las drogas y el alcohol. Mientras que el suicidio es un síntoma, las cuestiones detrás de éste siempre son de actualidad: la autoestima, la fe, el significado de la vida, el propósito y la habilidad para soportar las dificultades y las desilusiones.

Una de las principales piedras de tropiezo es que vivimos en una sociedad “reactiva”. La mayoría de las personas esperan hasta que “la soga esté alrededor del cuello” para responder. Lo que realmente se necesita es un enfoque “proactivo” con el cual nos ocupemos con anticipación para lo que pueda suceder.

Igualmente se necesita educar a los adolescentes y a los que están a su alrededor para que puedan identificar las señales de peligro de suicidio, aprender a responder a tales señales de manera apropiada y saber dónde referir a los mismos para obtener  ayuda especializada.

Sería difícil el sobreestimar las consecuencias actuales y futuras por causa de esta tendencia suicida, si es que no se hace algo en cada comunidad que ayude a abortar éste tipo de incidentes. Esta desesperante situación no va a cambiar por sí sola. Otras tendencias, tales como el quebrantamiento de la unidad familiar, la decadencia de los valores y la poca consideración del valor de la vida, alimentan la epidemia suicida.

En consecuencia, todo indica que existen conductas observables en la adolescencia por la frecuencia particular de aparición en esta edad y porque las necesidades del desarrollo de los mismos no siempre son canalizadas adecuadamente en los espacios de socialización (familia, escuela) ni se producen los cambios en los sistemas de actividad (estudio, tiempo libre) ni de comunicación (con los adultos y los padres) obstaculizando, frenando la necesidad de autonomía, independencia y generando inseguridad ante la nueva posición social que ocupa el adolescente.

Mucho puede hacerse antes, y nada después de consumada la muerte. Hay que hacer el mayor de los esfuerzos individuales y sociales para evitarla.

RECORDEMOS: El suicidio es una causa de muerte EVITABLE.

 

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina.

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina). Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); en proceso: “Estrés, Depresión y Suicidio”. Disertante en múltiples eventos en varios países.

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