*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

El maltrato femenino se produce en todos los estratos raciales, religiosos y socioeconómicos. Es más frecuente cuando va asociado a problemas de abuso de sustancias en la familia, sobre todo abuso de alcohol o “crack”.

Otros factores que contribuyen al problema son de tipo conductual, cultural, intrapsíquico e interpersonal. La mayoría de los hombres que agreden a sus esposas proceden de hogares violentos, en los que fueron testigos del maltrato de la madre o víctimas ellos mismos de maltratos cuando eran niños.

El acto de agresión actúa en sí mismo como refuerzo de la conducta: el hombre que golpea a su esposa una vez, probablemente volverá a hacerlo. Los maridos agresores son, por lo general, inmaduros, dependientes, inseguros y padecen intensos sentimientos de inadecuación.

La agresividad del esposo es un patrón conductual diseñado para humillar a la esposa y reconstruir la baja autoestima. Los maridos impacientes, impulsivos y agresores trasladan la agresividad que les provocan los demás contra sus esposas.

El abuso es más frecuente cuando el marido se siente amenazado o frustrado en su propia casa, en el trabajo o con sus compañeros. La dinámica se debe a la identificación con un agresor (el padre, el jefe), poner a prueba una conducta (¿seguirá conmigo, le haga lo que le haga?), deseos distorsionados de demostrar la hombría y deshumanización de la mujer.

Como ocurre en la violación, la agresión se acepta como algo permisible cuando la mujer se percibe como una propiedad. Alrededor del 50% de las mujeres maltratadas se criaron en hogares violentos y su rasgo común más característico es la dependencia.

Cuando la mujer maltratada intenta dejar a su marido, éste suele responder con mayor agresividad y amenaza. Si hay niños pequeños que cuidar, el problema se agrava. La terapia familiar resulta eficaz para tratar el problema, normalmente coordinada con instituciones sociales y legales.

Es necesario brindar la mayor atención y tiempo a ésta problemática, apenas emerjan los primeros síntomas de violencia. “Dejarla pasar” puede producir consecuencias lamentables, como el suicidio u homicidio-suicidio.

RECUERDE: El SUICIDIO es una causa de muerte EVITABLE.

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); en proceso: “Estrés, Depresión y Suicidio”. Disertante en múltiples eventos en varios países.

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