El sujeto de 41 años y poseedor de múltiples antecedentes penales, había puesto en marcha un complejo sistema para engañar hombres a los que mediante amenazas lograba sacarles distintas sumas de dinero. Admitió que la estafa podría haberle reportado unos $ 2 millones.
La Fiscal de Young, departamento de Río Negro, solicitó la condena de M.G.R.S., de 41 años, imputado por un delito continuado de estafa agravado, quien deberá pasar tras las rejas otros tres años luego que cumpla la pena que purga en estos momentos en la cárcel de Las Rosas.
La investigación se inició el 30 de julio de este año, cuando un hombre denunció que una persona a la que no conocía, y que decía ser agente policial, le exigía bajo amenazas el pago de distintas sumas de dinero mediante llamadas telefónicas y mensajes de texto.
A partir de allí se logró determinar que se trataba de una maniobra que realizaba M.G.R.S. de 41 años -un individuo poseedor de múltiples antecedentes penales alojado en la cárcel de Las Rosas-, a través de un chat de contenido sexual mediante el cual contactaba a distintos hombres.
Maniobra perfecta
El sujeto ingresaba a un chat y se hacía pasar por mujeres, de manera de entablar relaciones con hombres que luego en muchos casos se transformarían en sus víctimas. Trababa amistad y de alguna manera se dejaba seducir, mientras recababa diversa información personal.
Posteriormente, y obtenidos los números telefónicos y otros datos, el delincuente se identificaba como una mujer que comenzaba a mantener conversaciones de contenido netamente sexual, hasta que revelaba que había sido descubierta por su madre, quien la habría golpeado o reprendido.
El paso siguiente era hacerse pasar por la madre de la mujer, quien mediante mensajes de texto le hacía saber a la víctima, que estaba muy enojada porque la conversación que había mantenido anteriormente había sido con su hija de 13 o 14 años, insultándola y tratándola de pedófila.
Finalmente, amenazaba a los hombres con denunciarlos, hasta que haciéndose pasar por un funcionario policial los llamaba (contaba con al menos 8 teléfonos celulares), afirmando que estaba en conocimiento que habían mantenido conversaciones subidas de tono con menores de edad.
En ese momento solicitaba distintas sumas de dinero a cambio de no informar a Fiscalía sobre lo que había sucedido, y ordenaba realizar giros a determinadas personas que decía eran su secretaria u otro agente policial. Si la víctima no tenía dinero, servían las recargas para teléfono celular.
Sin embargo, la maniobra no terminaba allí porque las víctimas seguían recibiendo llamadas para que enviaran más dinero, porque tenían que “darle algo para el comisario”, a un funcionario de Interpol o incluso a un Fiscal, con lo que obtenía grandes sumas de dinero.
Solo una de las víctimas llegó a desembolsar $ 81.500 mediante 8 giros; otros giraron distintas sumas de dinero que fueron de los $ 1.000 a los $ 5.000, sin contar innumerables recargas para teléfono por distintos valores. Todo era cobrado por familiares, allegados o familiares de otros internos.
Las maniobras comenzaron en el mes de abril, según el testimonio del imputado quien había ingresado a la cárcel en febrero e involucró a muchas personas, lo que surge de los informes de las instituciones intermediarias, así como de los audios y desgrabaciones de intervenciones telefónicas.
Si bien no se pudo determinar la cantidad exacta de dinero que obtuvo M.G.R.S., él mismo expresó que podría rondar los $ 2 millones, incluyendo otras maniobras que realizó estando recluido anteriormente y también gozando de libertad. El caso no está cerrado y podrían surgir nuevas detenciones.