Indignación, dolor, y por otro lado mucho agradecimiento fue lo que invadió a la familia de Lucía Díaz la tarde de este jueves, cuando se realizó la reconstrucción de su asesinato en el mismo barrio que hace poco más de 28 años la vio nacer. El asesino se mostró sereno y explicó cada detalle de aquella trágica noche.

En medio de un exagerado operativo de seguridad encargado por el juez de la causa, doctor Gerardo Fogliacco, que ordenó excluir más de dos manzanas y alejar a la prensa, lo que impidió realizar libremente las funciones, se llevó a cabo la reconstrucción del homicidio de Lucía Díaz.

El doble homicida, Diego Manuel Moreno Arosteguy, llegó enfundado en un chaleco antibalas, engrillado y esposado, al pasaje ubicado entre un amplio predio baldío y el lindero que en un extremo ocupa el helipuerto de Sanatorio Mautone, que une avenida Roosevelt y la calle Guyanas.

En ese espacio hay bancos, una pérgola y aparatos para hacer ejercicios. El lugar está prolijamente mantenido y solo sobresalen dos frondosas palmeras. Los arbustos donde solían dormir indigentes y Moreno Arosteguy escondió el cuerpo de Lucía, fueron quitados.

Acompañado por efectivos de Investigaciones y las autoridades judiciales, fue indicando paso a paso todo lo que ocurrió aquella noche del jueves 9 de julio, a partir del momento que, sentado en un banco, vio llegar a Lucía Díaz sola, portando un teléfono celular en una mano.

Dijo que no la quiso matar, que reaccionó con violencia y le apretó su pañuelo al cuello porque comenzó a gritar, y cuando se dio cuenta le había quitado la vida. Tuvo la fortuna que nadie lo vio cuando desde ese espacio tan abierto, arrastró por unos 10 metros el cuerpo de su víctima, hacia los arbustos.

Su objetivo era cualquiera que pudiera portar algo de valor como para rápidamente cambiar por droga. Solo un tiempo después, esa misma noche, ya había vendido el teléfono de Lucía por $ 600, a gente que él conocía. Menos de 12 horas después mataría a palazos a María Celia Zevallos.

Antes de atacar a Lucía, había andado buscando una presa y de hecho intentó arrebatarle el teléfono celular a una joven en cercanías de la terminal de ómnibus de Maldonado. “Si esa muchacha hubiera denunciado capaz lo deteníamos antes de que matara a Lucía”, aseguró un jerarca policial.

En torno al caso, el magistrado actuante aún puede tomar otras determinaciones, ya no vinculadas a Moreno Arosteguy, que hoy mismo vuelve a la cárcel de Canelones, sino con otras personas que fueron indagadas y detenidas días atrás. Puede surgir algún procesamiento por receptación.

Sin tregua

En filas de la Policía de Maldonado reina una gran satisfacción, porque con el esclarecimiento de este sonado caso, no quedan homicidios pendientes en este departamento en lo que va del año. Cada una de las familias de las víctimas ha agradecido el trabajo realizado.

En este caso, la Dirección de Investigaciones de la Policía de Maldonado, realizó un trabajo sin pausa, más allá de que para cierta parte de la opinión pública eso no estaba ocurriendo. Fueron decenas de horas de estudio de hipótesis y pruebas que se esfumaban.

La localización del teléfono que el asesino le robó a Lucía fue clave; eso ocurrió varias semanas atrás, como lo consignara MaldondoNoticias. A partir de allí, la lupa estuvo puesta en quienes lo habían adquirido, para poder llegar a quien lo había vendido por una suma ínfima de dinero.

Una tía de Lucía, su madre y su hermana, estuvieron en el lugar de la reconstrucción, donde fueron contenidas por amigos y conocidos. Su dolor era inmedible y su repudio hacia quien les arrebató una vida cargada de futuro, infinito. Pero fueron agradecidas.

Primero reconocieron el accionar de la Policía que pudo darles la tranquilidad de saber quien mató a Lucía. Por el otro, a todos quienes aún sin conocerlas les brindaron su apoyo en cada momento desde aquel triste viernes de julio cuando se confirmó lo que había ocurrido.

Su tía Katherine, su madre Luz y su hermana Victoria, saben que nunca más tendrán a Lucía junto a ellas, y sostienen que recién ahora descansará en paz. Esperan ir sanando con el tiempo, mientras mantienen ese vínculo tan cercano con el pequeño Guille, el hijito que dejó Lucía.

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(Fotos: MaldonadoNoticias)

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