El matrimonio narco que se había radicado en Punta del Este hace algunos años, pensó haber llegado al paraíso donde nunca sería descubierto. Con habilidosas maniobras e involucrando hasta el momento a al menos tres uruguayos, pensaban seguir ampliando sus “negocios inmobiliarios”. Vivían a cuerpo de rey y no tenían ninguna actividad lícita conocida.
Se conocieron sorprendentes detalles del auto de procesamiento de uno de los presuntos líderes del cartel mexicano “Los Cuinis” y su esposa, quienes entre 2011 y 2012 se habían radicado en el chalet “Quincho Grande” de Punta del Este, ubicado en el exclusivo barrio Parque del Golf.
La propiedad en realidad, ocupa más de una manzana parquizada y arbolada, que cuenta con una gran cantidad de quinchos diseminados en todo el predio, y una gran casa principal, donde vivían Gerardo González Valencia y Wendy Dalaithy Amaral Arévalo, junto a sus tres pequeños hijos.
La Jueza en Crimen Organizado de 2° Turno, doctora Adriana de los Santos, dispuso el procesamiento del matrimonio, además del padre de la mujer (también mexicano), el matrimonio de caseros del chalet “Quincho Grande”, y un individuo de Piriápolis que “lavaba” parte del dinero del narco.
Información de la Oficina de Control de Activos Financieros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, dio cuenta que la pareja mexicana “estaría vinculada a la organización de narcotraficantes denominada ´Los Cuinis´”, por lo cual en Uruguay se inició una silenciosa investigación.
Iniciado en 2015, el trabajo incluyó vigilancia electrónica, filmaciones, seguimientos personales y declaraciones de los indagados, y testigos, surgiendo que la pareja había vivido anteriormente en Buenos Aires, aunque esporádicamente ya viajaban al principal balneario uruguayo donde finalmente se radicaron entre 2011 y 2012.
Además de Gerardo González Valencia, Wendy Dalaithy Amaral Arévalo y los tres hijos del matrimonio, vinieron a Uruguay las niñeras mexicanas y los abuelos maternos, quienes desde entonces permanecieron durante varios meses en nuestro país, concretamente en el chalet “Quincho Grande”.
“En Uruguay ninguno de los miembros de la familia desarrollaba una actividad laboral, ni comercial, ni lucrativa lícita, no recibía rentas, por lo que los gastos eran cubiertos por fondos que provenían desde México, como lo admitió el ciudadano mexicano procesado”, dice al auto de procesamiento.
Gerardo González Valencia confesó que “ingresaba dinero vivo a nuestro país, no realizando transferencias bancarias. Además, dijo que no posee cuentas bancarias, ni tampoco tenía en México ninguna actividad laboral”, todo lo que constituyó “un serio indicio de que esos fondos provienen presuntamente de las actividades de narcotráfico”.
Tanto la Fiscal como la Jueza del caso, concluyeron que ambos miembros de la pareja están “vinculados a los carteles de Los Cuinis y de Jalisco Nueva Generación”, considerada la más poderosa organización de introducción de drogas a Europa y Asia, fundamentalmente.
Quienes son
El 19 de agosto de 2015, la oficina de Control de Activos Financieros (OFAC) del Departamento del Tesoro de los EEUU, incluyó a Wendy Dalaithy Amaral Arévalo, “en la lista de Narcotraficantes Especialmente Designados, por proveer apoyo financiero y servicios a la organización mexicana de narcotraficantes denominada Los Cuinis y a su líder”.
El líder al que hace mención el auto de procesamiento es Abigael González Valencia, alias “El Cuini”, detenido a fines de febrero en Puerto Vallarta (Jalisco), hermano del ahora procesado en Uruguay junto a su esposa, el padre de esta, y otros tres uruguayos acusados de ser autores de un delito de asistencia al lavado de activos.
En esa información de agosto del año pasado, se da cuenta que Wendy Dalaithy Amaral Arévalo, “posee una cuenta en el HSBC Bank de Uruguay, y se encuentra vinculada con sociedades panameñas y uruguayas que poseen activos en nuestro país” agrega el auto de procesamiento.
En cuanto a las empresas, la mujer era única dueña de Montella Global S.A., constituida en Panamá el 20 de febrero del año 2012; en Tossa del Mar S.A. figuraba como apoderada; en Dalaithy S.A., creada el 29 de julio de 2011, figura como directora. A nombre de alguna de estas empresas estaban todos los bienes adquiridos en Uruguay.
Gerardo González Valencia, en tanto, “ha sido imputado en Estados Unidos por integrar un grupo criminal organizado que se dedica al ingreso de sustancias estupefacientes en aquel país. Los prevenidos utilizando sociedades panameñas y uruguaya, han adquirido bienes de elevado valor económico, con fondos presuntamente ilícitos provenientes del narcotráfico”, revela el auto de procesamiento.
Este año
Posteriormente, en marzo de este año, se inició una investigación criminal de carácter reservado, ya que surgió en las actuaciones, que Estados Unidos libró una orden de captura internacional, con fines de extradición contra Gerardo González Valencia, alias “Lalo”, “Flaco”, “Silver”, “Silverio”, “Eduardo” y “Laline”, “por introducir en aquel país cocaína y metanfetaminas”.
Más tarde, se estableció no solamente que el matrimonio de caseros de “Quincho Grande” tenía a su nombre una serie de bienes, como varios automóviles de alta gama, sino que un hombre de Piriápolis, identificado como P.G., había entablado una íntima relación con Gerardo González Valencia, llegando a manejarle cientos de miles de dólares.
Este hombre de Piriápolis -también enviado a prisión-, frecuentaba la propiedad del matrimonio mexicano en el barrio Parque del Golf, además de compartir “otras actividades sociales” junto a la pareja, dice el auto de procesamiento, y de ofrecer “en venta los solares de Punta Ballena”, que son tres.
El mismo hombre, también “buscó otras inversiones inmobiliarias para que invirtiera” Gerardo González Valencia, pero según sus manifestaciones, “no se concretó ninguno de dichos negocios”. Sin perjuicio de ello, se encargaba de guardarle dinero al mexicano comprando y vendiendo, indistintamente, moneda extranjera y nacional.
Estas operaciones eran realizadas en un conocido cambio de la ciudad de Piriápolis. P.G., en varias ocasiones se encontró con el mexicano o su esposa, en una estación de servicios de la zona o en el conocido como “cruce peligroso” de las rutas Interbalnearia y 37, en cercanías de la ciudad de Pan de Azúcar.
Con esta modalidad, P.G. se encargaba de “recibir o entregar los paquetes con dinero que fueron filmados por la autoridad administrativa y reconocido por G.”, según el auto de procesamiento. Este hombre, reconoció que Gerardo González “le daba órdenes de qué debía hacer con el dinero que tenía depositado en su casa”.
Reveló que, “en algunas oportunidades debía comprar o vender moneda extranjera, en otras entregarle a su suegro (H.A.P.) la cantidad de U$S 20.000”, lo que ocurrió en una estación de servicios. Otra vez recibió del narco mexicano un paquete de dinero en el “cruce peligroso”.
De las escuchas telefónicas, surgió que se refieren a Punta del Este como “Tumba” y a Montevideo como “Big Tumba” o "Big City”. En Montevideo, se concretaron varios encuentros entre el narco y el hombre de Piriápolis, ya que el extranjero estaba alojado ahora en un hotel de la capital, donde fue detenido la pasada semana.
A todo esto, en la finca de P.G. en Piriápolis, se incautaron US$ 5.000 y $ 300.000 propiedad de Gerardo González Valencia, en tanto que “presuntamente habían quedado en calidad de depósito la suma de U$S 8.000”, dice el auto de procesamiento, en el mismo cambio de la ciudad de Piriápolis.
Como ya lo adelantara MaldonadoNoticias, la etapa final de esta mega investigación se comenzó a gestar el jueves de la pasada semana, cuando los investigadores y la Jueza del caso, coincidieron en que el mexicano estaba a punto de irse de Uruguay. Lo haría con documentación apócrifa.
Su esposa, fue atrapada el sábado en el aeropuerto internacional de Carrasco. Wendy Dalaithy Amaral Arévalo, había viajado hace unos dos meses a México a arreglar unos asuntos particulares, según dijo a los efectivos que la interrogaron. Reconoció que había vuelto a Uruguay a llevar a sus tres hijos a Guadalajara.
Los menores, habían concurrido hasta el año pasado a uno de los colegios privados más afamados de Punta del Este; este año, al viajar su madre a México, el padre decidió irse a Montevideo para evitar los viajes diarios; en la capital concurrían a otro tradicional colegio y liceo privado.
Gerardo González Valencia, su suegro, los tres hijos y las niñeras, estaban alojados últimamente en un hotel de la capital, hasta tanto decidiera donde adquirir una propiedad. El narco ya había hecho algunas gestiones por un chalet en la zona de Carrasco, aunque no alcanzó a afincarse allí.
El presunto capo de “Los Cuinis”, reconoció ante los investigadores que todo comenzó a complicarse en los últimos tiempos, a partir de la información que estaba manejando la prensa sobre los Panama Papers. El paraíso de paz que había encontrado en Punta del Este, llegaba a su fin. Ya poseía bienes en Uruguay por más de US$ 3 millones.
Durante los allanamientos, se incautaron varios vehículos de alta gama, armas, joyas (muchas de subido valor), 12 computadoras y tablets, medio centenar de celulares, uno de ellos satelital, que le permitía a González Valencia comunicarse con otros miembros del cartel en otras partes del mundo, sin ser interceptado.