Robert Edilberto Pérez, en un caso realmente insólito, fue reprocesado en las últimas horas, imputado por los delitos de lesiones personales y porte de arma “por reincidente”. El narco más afamado de San Carlos fue enviado a la cárcel en agosto de 2015, pero meses después, logró la prisión domiciliaria por movilizarse en silla de ruedas.

Este jueves, el Juez Penal de 2º Turno de la ciudad de San Carlos, dispuso el procesamiento con prisión de Robert Edilberto Pérez, de 43 años de edad, como autor de un delito de lesiones personales en régimen de reiteración real, con un delito de porte de arma “por reincidente”.

Robert Pérez, el narco más afamado y solvente de la ciudad, aunque había sido enviado a la cárcel a comienzos de agosto de 2015, había logrado que la Justicia le otorgara prisión domiciliaria, ya que, desde 2007 se encuentra en silla de ruedas tras un enfrentamiento con otro delincuente.

En esta ocasión, efectivos de Investigaciones del Distrito 3 de la Policía, hace dos días allanó nuevamente la casa de Robert Pérez porque había información de que continuaba en el negocio de las drogas y además -como otras veces- tenía armas en forma ilegal.

Allí se incautó un arma de fuego y otra de aire comprimido, además de municiones y droga cuyo detalle no fue aportado por la Policía. Fue detenido junto a su pareja, una joven de 20 años, aunque ésta última fue dejada en libertad por disposición del magistrado actuante.

El caso genera todo tipo de reacciones en la comunidad carolina, “cansada” según varios testimonios, de que este individuo goce de tantas libertades a pesar de cometer en forma permanente delitos vinculados al narcotráfico. “Se ríe de la Policía porque sabe que siempre sale enseguida”, señalaron.

Tiene suerte

El viernes 7 de agosto del año pasado, la Jueza Penal de 2° Turno de San Carlos, procesó con prisión a Robert Pérez, por un delito de violación a la Ley de Estupefacientes -en la modalidad de tenencia no para consumo- en régimen de reiteración real, con un delito de receptación.

Un procedimiento de la Brigada de Hurtos de la seccional 2ª de San Carlos, tras la pista de los autores de un robo a una barraca de la avenida Alvariza, desembocó en el allanamiento de la confortable finca de Pérez, ubicada en la calle Ituzaingó, cerca de la vía férrea.

Antes, habían sido detenidos un joven de 22 años y una chica de 26, quienes aportaron datos claves para probar que el “bunker” de Robert Pérez, era un gran centro de distribución de drogas y de receptación de efectos robados. También fue detenido un hombre de 39 años en Castillos.

En la casa del narco -que cuenta con múltiples medidas de seguridad, como cámaras, altas rejas y robustos portones de hierro-, se incautó una pistola calibre 9m.m. marca Steyr, de procedencia austriaca y gran cantidad de proyectiles, otros varios calibre 3.57, y 71 proyectiles calibre 32.

También se encontraron 37 dosis de cocaína, 1 pequeño envoltorio con marihuana, una balanza de precisión y $ 203.000 en efectivo. Asimismo, se ubicaron varios efectos cuya procedencia Pérez no pudo justificar, ya que los recibió como pago por entregas de drogas.

El mismo día que fue procesado, la Policía volvió a allanar su casa, ya que habían surgido otros elementos indicadores de que había más droga cuidadosamente guardada. Efectivos de San Carlos y de Policía Científica, finalmente la encontraron dentro de una pared.

Convenientemente escondidos detrás de un tabique de yeso, se ubicaron dos pequeños paquetes, conteniendo uno 76 dosis de cocaína -que pesó 19,3 gramos-, y otro con 43,3 gramos de cocaína en estado máxima pureza que aún no había sido fraccionada en dosis.

La historia delictiva de Robert Pérez es extensa; se transformó en un hombre poderoso económicamente, capaz de vulnerar fuerzas de seguridad para mantenerse en los negocios del narcotráfico, aún luego de movilizarse en silla de ruedas (en 2007 recibió 6 balazos en un choque con otro delincuente).

A fines de noviembre del año 2008, 7 personas -4 de ellas policías-, marcharon a la cárcel por su vinculación con los negocios del narcotraficante más notorio de San Carlos. Aquella vez fue “descabezada” una de las organizaciones dedicadas a la venta de drogas, más importantes de todo el departamento.

Por aquel caso, el titular del Juzgado Penal de 2º Turno de la ciudad de Maldonado, doctor Federico Álvarez Petraglia, procesó con prisión a 7 personas: 3 policías de la comisaría de San Carlos, el propio comisario de esa dependencia, el cabecilla de la banda, su esposa y un chofer.

El titular de la comisaría de San Carlos, fue a la cárcel por un delito de cohecho (coima), en tanto otros dos efectivos de la misma dependencia terminaron tras las rejas por idéntico delito; uno de ellos era el propio responsable de la Brigada de Hurtos y Rapiñas de esa seccional.

Pérez, fue a prisión por 2 delitos de soborno en reiteración real y 1 delito de tenencia de estupefacientes; su esposa E.J.L.S. y su chofer G.T.F., también fueron a prisión por violación del Artículo 57 de la Ley 17.016, que pena la colaboración a quienes cometen delitos de narcotráfico y obstaculizan el accionar policial y judicial.

Los fulminantes operativos se desataron a partir de la detención en el kilómetro 111 de la Ruta 9 (cercanías de Pan de Azúcar), de Robert Pérez, quien viajaba rumbo a la ciudad de San Carlos con su chofer, y un menor de 12 años de edad. Sin embargo se encontraron solo 10 gramos de cocaína.

Luego hubo media docena de allanamientos, en los que se detuvo a la esposa del narco y a los efectivos policiales acusados de integrar una red que permitía mantener “liberadas” ciertas zonas de la ciudad de San Carlos, cuando la banda desarrollaba sus operaciones.

A fines de enero de 2011, con la detención y procesamiento de una joven de 21 años, a quien se le encontró una importante cantidad de cocaína y pasta base, además de 2 armas robadas dentro de una mochila, cayó quien era su novio: Robert Pérez que ya gozaba de plena libertad.

La Brigada de Narcóticos de la Policía de Maldonado allanó la finca de Pérez, donde vivía a cuerpo de rey. Muy habilidoso, tenía las “manos limpias”, aunque muchas pruebas en su contra: toda la droga que llevaba su novia, y el testimonio de tres consumidores lo catapultaron a la cárcel.

A comienzos de 2012, otra vez gozaba de libertad y seguía embarcado en los mismos negocios. En aquella ocasión fue a la cárcel por haber entregado un arma para defensa del cabecilla de otro grupo de narcos que regenteaba una “boca” en el barrio Maldonado Nuevo.

Tras la fachada de una pañalera, una bloquera, un negocio de alquiler de autos, algunas viviendas para alquilar y una tienda, funcionaba el negocio de otro conocido delincuente que solo “vendía” durante el día, ya que por la noche era acosado por consumidores “cautivos” que lo robaban.

Miguel Ángel Hortiguera, era amigo de Robert Pérez, y por temor a que otros delincuentes terminaran por afectarle el negocio, recurrió a él para pedirle un arma “limpia” (sin rastros sobre su origen y sin haber sido utilizada para delinquir durante un tiempo prudencial).

Pérez le prestó una pistola 9m.m., hasta que tuvo que devolverla porque otros amigos de Rocha deseaban comprarla. A esa altura la Policía de Maldonado ya estaba tras los pasos de la banda, varios de cuyos integrantes fueron detenidos cuando iban hacia San Carlos.

Robert Pérez resultó procesado pero sin prisión por el delito de porte y tenencia de arma modificada. Sin embargo, Hortiguera, su esposa y la empleada de la tienda tras la cual estaba camuflada la boca de venta de drogas en Maldonado, fueron enviados a prisión.

Aunque el narco en los últimos años se había mostrado “tranquilo” según fuentes policiales, seguía cautelosamente con los negocios que le han permitido una gran solvencia económica. Ya con 43 años y movilizándose en silla de ruedas, ha optado por refugiarse en su confortable casa.

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