Una de las claves es lograr que la barra natural que la conecta con el mar y permite un intercambio de agua dulce cargada de nutrientes, por agua salada, vuelva a funcionar naturalmente. En ese sentido está trabajando el Ministerio de Ambiente (MA).

 

La cuenca de la Laguna Garzón, integrada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) desde el año 2014, en la categoría “Área de manejo de hábitats y/o especies”, es observada a través del Programa de Monitoreo Interinstitucional de las Lagunas Costeras del Uruguay del Ministerio de Ambiente (MA).

La cuenca de la Laguna Garzón, limítrofe de los departamentos de Maldonado y Rocha, presenta un mosaico de ambientes de elevado valor paisajístico, natural y patrimonial, representativos de las sierras del Este en sus nacientes y de la costa atlántica en su zona más baja, donde desemboca al mar.

Contiene un número importante de especies prioritarias para la conservación, tanto a nivel nacional como internacional, y es considerada un área de importancia internacional para las aves (IBA-UY018), presentando el relicto más extenso y mejor conservado del bosque y matorral costero del país.

Desde noviembre del año 2017, en la Laguna Garzón se realiza un monitoreo estacional a través del Programa de Monitoreo Interinstitucional de las Lagunas Costeras del Uruguay del MA, incluyendo el cuerpo de agua de la laguna y dos tributarios: los arroyos Garzón y Anastasio.

Los resultados obtenidos han permitido conocer el estado ambiental del sistema, registrando en general buena calidad del agua y sedimentos, aunque se pueden observar indicios del proceso de eutrofización, con registros de cianobacterias potencialmente tóxicas, pero no floraciones.

La apertura natural de la barra que se conecta en forma periódica con el mar, constituye un mecanismo de “autolimpieza” permitiendo la descarga de agua dulce y sedimentos, con mayores valores de nutrientes, y el posterior ingreso de agua marina con valores menores de nutrientes y elevada salinidad.

En las últimas décadas los regímenes de aperturas naturales de este ecosistema, y de otros similares en la misma región, se han visto modificados por aperturas artificiales, las cuales afectan el funcionamiento hidrológico de la laguna y no permiten el completo intercambio de agua con el océano.

Los resultados de calidad de agua observados, señalan que este ecosistema se encuentra en un estado vulnerable, pudiendo volverse rápidamente eutrófico frente a un aumento en su carga de nutrientes y/o a cambios en su hidrodinámica, pudiendo generar distintas consecuencias negativas.

Algunas consecuencias ecosistémicas y ambientales que ello implica, según lo emanado del monitoreo de la Laguna Garzón, son: reducción de la biodiversidad, empobrecimiento de la trama trófica, pérdida de servicios ecosistémicos, y riesgo de floraciones algales o de cianobacterias, entre otros.

En ese sentido y para evitar ese deterioro, el Ministerio de Ambiente se encuentra trabajando para desarrollar criterios basados en información para la apertura de la barra de la Laguna Garzón, que permitan un adecuado intercambio con el mar, promoviendo una mejor calidad ambiental.

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