La directora de Medio Ambiente de la Intendencia de Maldonado, ingeniera Betty Molina, dijo que lo sucedido en gran parte de la costa del departamento, necesita una visualización que vaya más allá de los daños estructurales que son cuantiosos. En tanto, se analizar las soluciones para recuperar lo perdido y evitar nuevos impactos.
La funcionara remarcó que es importante comprender el daño ambiental que ha sufrido la costa Maldonado, porque la situación amerita un análisis muy profundo para tomar las decisiones más adecuadas, porque en algunos casos la recuperación demandará mucho tiempo.
A modo de ejemplo, explicó que en las playas El Emir y De los Ingleses, en Punta del Este, se perdieron más de 20.000 metros cúbicos de arena que no están en otro lugar sino que se la llevó el mar. Subrayó que recuperar ese material perdido por la erosión del agua no es fácil.
Dijo que si bien frente a estas playas se visualiza “un banco” cercano a la costa, que puede ser parte de la arena arrebatada a la playa, no se puede anticipar que el propio mar retorne el material a su lugar, por lo cual solo se debe esperar porque no hay otra alternativa inmediata.
En el caso de lo ocurrido en Santa Mónica, entre los kilómetros 177 y 180 de la Ruta 10, Betty Molina, sostuvo que se perdió todo el cordón de dunas que, ya se había reducido notoriamente en un evento anterior en decenas de metros. Ahora se perdió lo que quedaba, incluida toda la vegetación.
En cuanto a ramblas como la de Piriápolis, que sufrió cuantiosos daños fundamentalmente en la zona de Punta Fría, explicó que se barajan distintas alternativas, aunque una posible es la colocación de estructuras “blandas”, tanto en el agua como en la arena en el caso de las zonas de playa.
De esa forma, sostuvo Molina, se lograría amortiguar el impacto de las olas sobre superficies rígidas como son los paredones. La misma solución se podría aplicar sobre las playas, de manera de reducir la potencia de las olas al momento de impactar sobre los murallones.
Empero, aclaró que para la instalación de rompeolas blandos en el agua, se necesitaría de apoyo externo, porque si bien en Uruguay se conoce el sistema y las técnicas, no hay experiencia en su implementación, lo que parece urgente y necesario para muchas zonas de la costa de Maldonado.
Otra posibilidad para evitar los impactos directos sobre murallones, o como el caso de la Ruta 10, sería la implantación de piedra ahogada y cementada (tipo las escolleras de puertos), aunque, independientemente de los costos hay que analizar muy bien su posición para evitar impactos violentos del mar.
En cualquier caso, las soluciones no son de inmediata aplicación, por lo cual urge realizar trabajos de mejoramiento inmediato en toda la costa, de manera que se presente en condiciones para la cercana temporada de verano. Al margen de lo anterior, pasarelas y accesos de madera, fueron destruidos.