El detenido cuenta con múltiples antecedentes en nuestro país por la autoría de delitos muy graves, y casi 11 años atrás protagonizó uno de los hechos policiales más recordados en la historia policial de Maldonado, cuando se fugó, secuestró a una familia y la tuvo privada de libertad durante varias horas antes de ser atrapado en El Pinar.
Según han informado medios paraguayos, este miércoles en un control policial fue detenido José Enrique González Silveiro, de 49 años, quien llevaba en un bolso en las bodegas de un ómnibus, una pistola 9m.m., un fusil de asalto M-4, 50 municiones, y 3 chalecos antibala que lucían la inscripción “Policía”.
La detención se produjo en el kilómetro 147 de la Ruta 5, en el departamento paraguayo de Amambay, cuando la Policía procedió a revisar las bodegas de una unidad de la empresa Golondrina, que se dirigía a Asunción procedente de la ciudad de Pedro Jua Caballero.
Los medios paraguayos subrayan que el detenido, es “un criminal uruguayo” con profusos antecedentes penales que fue trasladado sobre la hora 12.30 del miércoles a dependencias policiales de la ciudad de Bella Vista, junto al bolso con las armas, los chalecos y otros efectos.
Además de las poderosas armas, en el bolso había un par de guantes, una billetera con documentos, un teléfono celular de la empresa Claro y prendas de vestir. Ahora se procura saber si integra alguna banda en Paraguay, si era utilizado como “mula” o si pensaba dar algún golpe en la capital guaraní.
El viernes 18 de marzo del año 2011, a media mañana, José Enrique González Silveiro, quien se encontraba recluido en la cárcel de Las Rosas y era considerado peligroso, fue trasladado a una clínica oftalmológica sita en la avenida Antonio Camacho entre Malvinas y avenida Roosevelt, en Maldonado.
Hasta allí llegó acompañado por su custodio -un efectivo de 19 años-, esposado y con grilletes en sus pies para ser asistido. En el interior de la clínica, el custodio le quitó las esposas, pero González Silveiro con rápidos movimientos se abalanzó sobre la oftalmóloga que lo atendería.
Se trabó en lucha con el Policía al que neutralizó apoyándole en el cuello un corte carcelario que llevaba entre sus ropas. Bajo amenazas con degollarlo, se hizo quitar los grilletes y tras esposar al custodio y encerrarlo junto a la doctora, ganó la calle y enfiló sus pasos hacia un coche Citroën C3.
El automóvil se encontraba estacionado frente a un supermercado, y era ocupado por el conductor (hijo de Conrado Bonilla, médico y ex ministro de Salud Pública), la esposa de este y su bebé de 5 meses, además de la niñera. González Silveiro portaba el arma de reglamento del Policía.
Amenazando a todos, ascendió al asiento trasero y obligó al conductor a dirigirse por distintas calles con intenciones de huir hacia Montevideo. A esa altura la Policía ya estaba alertada de lo ocurrido y distintas unidades se desplegaron tras sus pasos en distintos puntos de Maldonado.
El Citroën fue visto procurando encontrar la salida hacia la ciudad de San Carlos. Se sabía que el delincuente estaba armado y apuntaba esporádicamente a la cabeza del pequeño hijo de la pareja. La orden fue seguirlo a una distancia prudencial sin intentar interceptarlo hasta tanto se iniciara una negociación.
El coche tomó Ruta 39 hacia San Carlos, donde se detuvo, ya que el secuestrador permitió que la niñera, una mujer mayor, presa de una crisis nerviosa, descendiera del mismo en la zona del Teatro de Verano. En ese lugar se entabló el primer diálogo con él intentando que depusiera su actitud.
Pero al grito de que en la cárcel lo querían matar, obligó a Bonilla a retomar la marcha hacia la Ruta 9, tomando en dirección a Montevideo. A esa altura el operativo ya se había ampliado y aunque no había orden de detención compulsiva, distintas unidades policiales iban cerca del coche.
Rutas abiertas
Aunque no se sabía si en la zona de Los Cardos continuaría por Ruta 9 o la Interbalnearia, se había ordenado la “liberación” en el Peaje de Solís para no alterar al delincuente que hacía conducir al secuestrado amenazando permanentemente a su pequeño hijo.
Finalmente el coche continuó por Ruta Interbalnearia, pasando libremente por el Peaje Solís y continuando sin ser perturbado por la Policía que, kilómetros más adelante ya había desarrollado un vasto operativo con participación de efectivos de varios departamentos.
También se habían desplegado comandos de la entonces Guardia Metropolitana y unidades de Policía Caminera que garantizaban el libre tránsito del coche con los tres rehenes y el secuestrador. Mientras, se fue diagramando el procedimiento de detención que se concretó en el kilómetro 31.
En cercanías del Peaje Pando, una unidad de la Metropolitana “se plantó” delante del Citroën, mientras que detrás lo hizo una camioneta de Policía Caminera y a un costado varias unidades policiales de Maldonado de las que descendió una docena de efectivos fuertemente armados.
El coche quedó encerrado y en un perfecto asalto sin que se llegara a disparar un solo proyectil, el secuestrador se vio de pronto con una docena de armas apuntándole a la cabeza optando por entregarse sin ofrecer resistencia. Ya habían transcurrido dos horas y 150 kilómetros de persecución.
Durante gran parte del tiempo que duró el secuestro y fuga, el delincuente dialogó dos veces con dos comisarios y luego telefónicamente con el juez Gabriel Ohanián. En ningún momento expresó la intención de entregarse por lo cual se realizó el operativo final en la zona de El Pinar, en Canelones.
José Enrique González Silveiro, ya era poseedor de profusos antecedentes penales por homicidio y rapiñas en el departamento de Canelones, y nuevamente fue a prisión imputado por el juez de 4° Turno de entonces, Gabriel Ohanián, pero claramente tuvo una pena leve.
El Policía de 19 años que lo custodiaba, fue encontrado responsable de la fuga y posterior secuestro y también fue procesado con prisión. Durante semanas, varios jerarcas policiales y de la cárcel de Las Rosas (en ese entonces a cargo de la Jefatura de Maldonado), tuvieron que declarar.