Desde el año 2005, en noviembre se conmemora el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas del Tránsito, lo que supone, no sólo el cuidado y la atención puesta en las muertes que se dan como consecuencia de los siniestros, sino también en los sobrevivientes que sufren lesiones.
Las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicaban que para el 2020 los traumatismos resultantes del tránsito podrían ser la tercera causa de muerte y discapacidad en el mundo, acercándose a la gravedad que representan otros problemas de salud como la malaria, la tuberculosis y la infección por el VIH.
En el año 2019 se registró en Uruguay la tasa de mortalidad más baja del decenio por accidentes de tránsito. Basados en un sistema de información 100% fiable y auditable, único en el continente, las cifras arrojan que también fue esta tasa de las más bajas de Latinoamérica.
Si bien en Uruguay la mortalidad como consecuencia de siniestros de tránsito ha bajado sostenidamente en los últimos años, un 20% entre 2018 y 2019, el número de lesionados bajó solamente un 3,9%, lo que se traduce en un total de 30.745 personas heridas en 2019 de las que 3.050 fueron lesionados graves.
Un gran número de estas personas lesionadas graves pueden luego sufrir deficiencias físicas, sensoriales, o psicosociales y discapacidades a largo plazo. Los traumatismos resultantes del tránsito generan en su mayoría lesiones y discapacidades a nivel de la estructura física del cuerpo.
Empero, no son pocos los casos en los que se sufre otro tipo de discapacidades de orden sensorial (auditivas-visuales), mental (intelectuales, cognitivas, neurológicas) o mixtas. Todos estos tipos de discapacidades exigen un proceso de rehabilitación integral para las personas afectadas, sus familias y la comunidad.
La atención de rehabilitación de estas personas con deficiencias y limitaciones debe ser lo más precoz posible con el fin de prevenir complicaciones e iniciar cuanto antes la recuperación funcional, la provisión de órtesis, ayudas técnicas, y el entrenamiento en las actividades de la vida diaria.
La rehabilitación comprende un conjunto de medidas e intervenciones dirigidas a recuperar el funcionamiento personal y lograr la mayor independencia e inclusión social posibles. Este proceso debe ser coordinado, continuo, interdisciplinario, centrado en el paciente y en los servicios calificados.
Es imprescindible robustecer los servicios de rehabilitación para que sea accesible tempranamente, de la complejidad adecuada a las necesidades del paciente, continuo y de calidad. Desde el MSP se han relevado los recursos disponibles en el territorio nacional y ya se cuenta con información de base.
Esta permite comenzar a diseñar y construir en forma progresiva una red de servicios de rehabilitación según niveles de complejidad, que permita el acceso a esta modalidad de atención, de calidad para quien lo necesite y donde lo necesite, ya que en Uruguay es necesario fortalecer y articular estos servicios.
Se remarca, además, que las acciones más efectivas para combatir este flagelo siguen estando en la prevención: el uso de casco, chaleco reflector, cinturón de seguridad y la capacitación de los conductores siguen siendo las medidas más valiosas para evitar los siniestros y con ello, los costos humanos, sanitarios, financieros y sociales que provocan.