"La redención discursiva de una pretensión de verdad lleva a una aceptabilidad racional, no a la verdad” (Jürgen Habermas)
En los últimos tiempos hemos sido testigos de una cierta invasión de propuestas vinculadas al ejercicio físico, una suerte de modas del entrenamiento con infinidad de variantes. Muchas de ellas no parecen someterse al análisis que deberían, en función de los riesgos que las propias prácticas conllevan y de las dimensiones éticas que muchas veces trascienden.
Diversos tipos y grupos de entrenamiento son, hoy en día, fácilmente visualizables tanto en espacios abiertos como cerrados. En principio, sus formas irán mutando en función de aquello que los que consumen dichas prácticas deseen, siendo claramente ese deseo el producto de una consciencia cosificada. La propia necesidad es una construcción que obliga al consumidor a desear lo que el mercado necesita que desee. Se mercantiliza entonces el deseo y, por tanto, la necesidad.
Un primer punto que deberíamos aclarar es su origen y las formas en que aquellas prácticas son desfiguradas, formas que las configuran al servicio de fines diversos y de intereses diversos, en función de una cierta demanda específica vinculada entonces a dimensiones estéticas promovidas por la industria cultural.
Lo cierto es que, si bien todas esas modas del entrenamiento se jactan de su creatividad y de la novedad de sus formas, una simple deconstrucción de las mismas dará cuenta de que su historia no es tan reciente y que, en definitiva, no son más que la deformación de antiguas formas con el agregado, muchas veces, de que aquellos que ofician de entrenadores, dado su bajo nivel de idoneidad y de formación, no osaron siquiera apropiarse de las nuevas perspectivas teóricas que ofrecen las ciencias del ejercicio.
Tal vez el ejemplo más claro es el de la llamada gimnasia funcional, muy de moda en la actualidad. Hace más de doscientos años, la escuela gimnástica francesa ya proponía en sus prácticas higienistas ejercicios asociados a movimientos reales, trasferibles al movimiento de la actividad diaria de los sujetos.
En el marco de un escenario particular de la Europa de la Ilustración, esas prácticas gimnásticas cargaban con sentidos implícitos en relación con una idea de educación. La escuela gimnástica francesa respondía a las necesidades e intereses de la época, a las demandas políticas, económicas y sociales.
Hoy, por el contrario, esas agrupaciones de ejercicios parecen ser estrictamente medios para fines estéticos o, en el mejor de los casos, medios para la mejora de la salud, para el desarrollo de las capacidades condicionales y coordinativas. En caso de que el sentido sea este último, la formación del profesional a cargo será poco menos que una obligación que, quienes participan del grupo de entrenamiento, deberían promover y reclamar.
Este último punto es el que requiere de un análisis particular en relación con la Educación Física. La Educación Física es, antes que nada, educación. Y el principal medio para ese proceso educativo será la enseñanza. Cualquier práctica vinculada al ejercicio físico que se realiza como moda de la industria del fitness no deberá, entonces, asociarse necesariamente a la Educación Física. El análisis deberá ser claramente más profundo.
Este punto es clave, ya que nos acerca claramente a una realidad que debemos atender y transformar. La invasión en el mercado de personas no idóneas, no preparadas, a cargo de grupos de entrenamiento, es alarmante. Lo más alarmante es que aquellos que asisten a esos grupos, los entrenados, no saben siquiera, y tal vez no les interesa, el nivel de formación de esos que se dicen llamar entrenadores, muchos de los cuales desconocen las bases del propio entrenamiento y mucho más las de la Educación Física.
No es posible formar a un docente en un curso de fin de semana, más allá del nivel de marketing y del costo del curso. Porque parece también que lo más caro es lo mejor, aunque el formador de entrenadores de fin semana sea también autorreferencial y todo aquello que promueve como panacea sea fácilmente debatible.
Es poco menos que apremiante que, en los casos que esos grupos estén realmente en manos de docentes, sean esos docentes los que marquen las diferencias. Porque ellos son, antes que nada, educadores. Las formas que sus clases adopten pasarán a un segundo plano, siendo solamente los medios. El fondo de dichas clases será la clave, será el fin en sí mismo del proceso pedagógico, donde se pensarán y construirán sus sentidos educativos.
Un último punto, pero no menos alarmante, es la deportivización de esas prácticas. Todo lo que en ellos se construye se significa en una suerte de contienda contra el sí mismo en principio -de ahí el ensimismamiento de sus practicantes-, y contra el resto en segundo término. O sea que una práctica vinculada a priori con la gimnasia termina transformándose en una práctica deportiva.
En muchos de esos casos el devenir es la transformación de los entrenados en runners, y la participación casi antihumana en cuánta carrera exista. En otros tantos es la deportivización de la vida en un mundo que ya está claramente deportivizado, en el que todos los escenarios sociales parecen transformarse en espacios de contienda.
Este último fenómeno habilita a otro tipo de idóneos a vincularse a este mercado. Los ex corredores o ex deportistas parecen tener también rango de entrenadores, una especie de semidioses que trabajan con la misma lógica con la que un hipocondríaco podría ponerse una túnica de médico. Aplaudimos en este sentido a aquellos exatletas que deciden realmente formarse como técnicos o profesores.
El escenario es complejo. La legalización de estas prácticas es una demanda real y urgente. Por lo pronto, lo básico hoy es la necesidad de que aquellos que son realmente educadores por su formación y por su convicción, hagan un último esfuerzo por acercarse definitivamente a la Educación Física, con la intención de evitar ser parte de aquellos que, de una forma u otra, aportan a la promoción de estas prácticas mercantilizadas.
*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).
Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.
(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.
Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.