*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala
"Estos hijos de p…” dice un joven y define con esas cuatro palabras todo un cuadro de situación social que rápidamente configura amigos y enemigos, incluidos y excluidos, privilegiados y desposeídos. Es que el plural es un poco impersonal y al mismo tiempo bien concreto: ellos, los que deciden, junto con ellos, los que los bancan, junto con todos los ellos que invisibilizan consciente o inconscientemente una realidad de hecho.
Es más, tal vez el “estos” sea mucho peor, en esta conflagración anónima de un dispositivo burocrático donde todos de alguna manera son cómplices. Una comunión de complicidades descentrada, recorriendo un sentido común que comprende que ha habido un aborto de una situación subterránea.
Igualmente, lo que no me cierra es el “p…”
El insulto ya está muy instalado en la jerga cotidiana, arrastrando consigo la adjudicación despectiva de la mujer inserta en el mundo del trabajo sexual sin siquiera poner en la discusión toda la conflagración social detrás de la prostitución en la historia de nuestra cultura.
Dice Agamben que los insultos son un tipo de vocablos no predicativos cuyo propósito no es la referencia a un estado de cosas. El insulto es una experiencia del lenguaje autónoma. No se trata de saber si los hijos de p… son o no son empíricamente unos hijos de p…
Se trata del acto de lenguaje por el cual te insulto, me insultas o nos insultamos, y esa experiencia lingüística excede un significado, ya que busca en sí misma provocar un malestar (o un desahogo).
Hay otros tipos de insultos, como “mierda”, por ejemplo, frente al que se vuelve imposible fijar algún tipo de paralelismo. Nadie podría asumir que si le están diciendo que es una “m…” de persona, hay un intento de calificar a la persona con un rasgo que efectivamente no posee. Si así fuera, todo sería demasiado fácil. Te dicen que vos sos una “m…” y vos demostrás una vez más empíricamente que estas hecho de carne, huesos, sangre y a lo sumo compartís con el resto de la humanidad una pequeña cantidad de excremento diario que por suerte siempre se termina yendo. (Sztajnszrajber,D).
En el presente y en la realidad psíquica de cada persona se perpetúa, en efecto, un salvajismo “indestructible” e “incorregible”, ligado a la constitución psíquica primitiva y a los mecanismos de defensa dirigidos contra los excesos de nuestra naturaleza, verdadera condición original heredada por la especie humana a través de la sucesión de las eras.
La violencia del colonizador no vacilaba en echar mano a las virtudes de la misión civilizadora que él se arrogaba frente a los indígenas. La ideología jurídica que sustituía a la creencia religiosa pretendía garantizar un orden alejado de la desmesura y opuesto a los abusos tanto como a los desbordes de las masas.
Al respecto, menciona Freud, basado en sus observaciones clínicas y en el estudio de la literatura antropológica de su tiempo “que el hombre salvaje vela dentro del hombre civilizado, que es vano querer olvidarlo, y peligroso creer que se ha dejado atrás la inhumanidad inherente a la vida pulsional”. (Benyakar,M).
En Resentimiento y remordimiento, Kancyper (1992) trata un problema antiguo y actual con la sutileza y profundidad que lo caracteriza. Dice: “El resentimiento es el amargo y enraizado recuerdo de una injuria particular, de la cual desea uno satisfacerse. El resentimiento es la resultante de humillaciones múltiples, ante las cuales las rebeliones sofocadas acumulan sus ajustes de cuentas, tras la esperanza de precipitarse finalmente en actos de venganza. A partir del resentimiento surge la venganza, mediante una acción reiterada, torturante, compulsivamente repetitiva en la fantasía y/o en su pasaje al acto” Y agrega: “El sujeto resentido está enfermo de reminiscencias. No puede dejar de recordar, no puede olvidar. El sujeto resentido queda capturado en la atemporalidad, no pudiendo, a su pesar, perdonar”.
*) Doctorando en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).
Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.
Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.
Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.
Secretario General de la Sección Suicidio y Autolesiones de la World Federation for Mental Heald (WFMH).