*) Ec. Pablo Broder
Hace no más de un mes, se dibujaba en estas columnas un cuadro, que de no ser tan dramático y casi insostenible, podría calificarse de aburrido por su persistencia en el tiempo:
- veloz inercia inflacionaria potenciando los riesgos de una espiralización
- agotamiento de las reservas de divisas augurando (hecho que ya ha ocurrido), una estampida del tipo de cambio
- brecha cambiaria que alimenta su propia perversión, al incentivar la sobrefacturación de importaciones y el proceso inverso en las ventas al exterior, todos factores causantes de la falta de incentivos para la inversión
- carencia de gas en las escuelas e industrias en un país colmado de combustible en su subsuelo
- crisis por falta de gasoil con camiones parados a la vera de los caminos, cargados con cosecha, ganado en pie, o mercaderías en muchos casos perecedera
- riesgo país en niveles impensados
- títulos argentinos en las peores cotizaciones en el nivel internacional, incluso respecto de los denominados bonos basura
- industriales y productores rurales padeciendo su preocupación por la falta de insumos ante un nuevo cepo al dólar
- niveles récord de pobreza e indigencia, entre otros.
En este contexto, mientras el gobierno nominal demostraba indiferencia por los reales conflictos del país, la vicepresidente en ejercicio no cesaba de exteriorizar su credo consistente en poner dinero en los bolsillos de sus acólitos como tránsito posible para un panorama más optimista en vista a las elecciones del próximo año, minimizando expresamente la importancia del déficit fiscal, la emisión monetaria y el cumplimiento de los compromisos con el FMI.
El país vivió 30 horas de angustia, desde que se conoció la dimisión del ministro de economía, hasta que según trascendió, luego de varios ofrecimientos rechazados, se concretó la designación de su reemplazante, cuyas iniciales declaraciones la exhibieron como una funcionaria realista, a tenor de las primeras medidas anunciadas, tales como racionar el gasto público, congelar designaciones en la administración pública, así como su compromiso de cumplir el acuerdo que la Argentina firmó con el Fondo Monetario Internacional.
Estas propuestas, no obstante, activaron las contradicciones en el frente oficialista, (por ejemplo respecto a la descabellada propuesta del mal llamado “salario básico universal”), donde predominó la sorpresa por escuchar de boca de la nueva ministra, un rosario de medidas similares a las que condujeron fuera del gobierno a su antecesor Martín Guzmán.
En tanto, sigue ausente mención alguna respecto al único camino posible para salir de este derrotero hacia el iceberg al que se encamina el país, esto es un plan integral que genere credibilidad y confianza reafirmando la vigencia de la institucionalidad, proponiendo las necesarias reformas fiscal, previsional, laboral, entre otras, que incentiven la llegada de la inversión privada local y externa.
No obstante este difícil escenario, podría ser posible intentar vislumbrar, al menos, algunas posibles luces:
- La hipotética mesura y racionalidad (atento a las pocas medidas anunciadas) de la nueva ministra.
- La oposición, luego de meses de exhibirse lejos de la preocupación de los argentinos, ha intentado demostrar también estar en consonancia con las reales problemáticas de la hora, reafirmando una necesaria unidad, y desacelerando al menos visiblemente, la imprudentemente anticipada carrera de candidaturas.
- Y finalmente la población de a pie, otrora silenciosa, que con las marchas en todo el país del 9 de julio último y las demostraciones muy firmes del sector agrario, nuevamente ha dicho presente, aspecto esencial para la vigencia democrática en la Argentina.
Débiles factores aun, que no obstante, permiten alentar la expresión que dio inicio a estas líneas: ¿habrá margen para la esperanza? Muy limitado. Muy difícil.
*) Es Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, habiendo realizado cursos de especialización en Economía Moderna en la Universidad Federico Santa María (Valparaíso, Chile).
Fue profesor y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires; y profesor (en la carrera de postgrado) y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de la Cuenca del Plata, Corrientes. Argentina.
Presidió la Fundación de la Facultad de Ciencias Económicas, fue miembro del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, y secretario general de la Sociedad Internacional para el Desarrollo en Argentina.
Fue Secretario de Programación Económica del “Gabinete de la Oposición” de la Unión Cívica Radical (Comité Nacional). Ha sido el introductor en la Argentina del programa Grameen, siendo a su vez presidente de la Fundación Grameen Argentina y representante honorario para la Argentina y el Paraguay del Profesor Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank (el Banco de los Pobres) en el mundo.
Expositor en diversos congresos, nacionales e internacionales, columnista en medios gráficos, radiales y televisivos, es autor de numerosos artículos.
Sus libros: “Fundamentos de la Economía”; “Desarrollo y Estancamiento en el Proceso Económico Argentino”; “La Argentina y el Mundo”; “La convertibilidad en crisis”; “La Argentina de la posconvertibilidad”; “Dos años en la era K”; “Mitos y realidades en la era K” y “El ocaso de la era K”.
Desarrolla su actividad en el ámbito público y privado, como director y asesor de gobiernos locales, empresas e instituciones.