El poeta Héctor Borda Leaño falleció, a los 95 años, a la una de la madrugada del miércoles 26 de enero de 2022, en la ciudad de Malmö (Suecia). Fue miembro del movimiento poético “Gésta Bárbara”, de Oruro (Bolivia). Ha publicado varios poemarios y ha obtenido dos veces el Premio de Poesía Franz Tamayo. Primero en 1967 por su poemario La Ch’alla y en 1970 por su poemario Con rabiosa alegría. En 2010 el Estado Plurinacional de Bolivia, le otorgó la medalla al mérito cultural Marina Núñez del Prado.
Trabajó en la mina San José de Oruro y observó, desde cerca, las injusticias sociales y la desigualdad. Conocía la cadencia del minero que talla su destino a golpe de fatiga. Borda Leaño entendió que la poesía no es solamente un ejercicio estético, sino también una trinchera.
En sus versos, Bolivia no es solo un paisaje de bailes tradicionales o de postales turísticas, sino una tierra herida por la injusticia y la explotación. Muchos de sus poemas tienen la dureza de una mina de estaño y la melancolía de una zampoña que suena en el altiplano.
Su poesía dialoga con la historia y la denuncia, pero sin perder el pulso de la belleza. Hay en sus versos una tristeza digna, pero también una esperanza firme. No clama venganza: simplemente escribió lo que otros prefirieron callar. Y, por lo tanto, su escritura es imborrable.
Yo fui uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Estocolmo que se llevó a cabo en septiembre de 1991. Y Borda Leaño participó en ese encuentro. Presentó una ponencia acerca de los 500 años de explotación. La presente entrevista se realizó hace doce años por correo electrónico.
Javier Claure: Escribir poesía puede ser un acto de hacer frente a la miseria humana. ¿Cómo defines tu poesía?
Héctor Borda: Durante mi juventud me dediqué a la política en Bolivia. Las grandes injusticias sociales me marcaron mucho. Y esto lo expreso en mi poesía. Por mis propias circunstancias me acerqué a las minas, y como trabajador conocí a fondo el proletariado minero. La vida del minero toca las fibras más hondas de mi ser, y mi poesía va tomando cuerpo en ese sentido. No sé si es una forma de hacer frente a la miseria humana, pero es para mí una forma de decir mis verdades y mi sentir.
JC: Sé que pertenecías al movimiento poético Gesta Bárbara de Oruro. Hablando con Alberto Guerra (†) me contó que fuiste tú, quién lo invitaste para que formara parte de ese movimiento. Cuéntame algo de esa época.
HB: Primero que nada, los muertos siempre tienen más razón que los vivos. Así que no vale la pena refutar las afirmaciones de mi querido amigo Alberto. Pero si de algo sirve, te diré que en ese tiempo existían dos Gestas Bárbaras. Una que vio la luz en Potosí con Enrique Viaña, y otra fundada en La Paz por Gustavo Medinaceli a su regreso de Europa. Yo no pertenecía a ninguna de ellas, era simplemente un observador, un colado. Aquí quiero acotar que los vivos pueden equivocarse, los muertos ya no se equivocan.
JC: Tu último poemario lleva como título Poemas Desbandados. ¿Podrías contarme algo sobre los poemas incluidos en ese libro? ¿En qué te inspiraste?
HB: Los poemas de ese libro están inspirados en personajes reales recogidos de todos los rincones de Bolivia. Poemas desbandados es una antología de otros libros anteriores.
J.C: ¿De qué manera ha influido en tu poesía, el hecho de haber vivido exiliado en Suecia?
HB: Mi producción poética de mayor intensidad se da mucho antes de llegar a Suecia. No creo que el exilio en Suecia haya influido mucho en mi poesía. Es un exilio de estómago lleno. En Suecia yo me entrego totalmente a la lectura. Y siento que estoy parado frente a un semáforo en rojo esperando el momento para pasar. Sin embargo, otros exilios en otros países de América Latina influyen en mi poesía, especialmente cuando vivía exiliado en Argentina. No solo por las circunstancias políticas que me tocó vivir allí, sino también porque me involucro justamente en esas circunstancias. Conocí a gente con ideas progresistas y empecé a compartir mi poesía con poetas y escritores comprometidos con su país. La necesidad de escribir se hizo más intensa.
JC: Por último, ¿Cómo poeta qué opinas de la muerte?
HB: Cuando uno tiene la edad que yo tengo, ahora 85 años, no se pregunta eso. Pero puedes leer mi poema «ch’alla de la muerte», y así sabrás lo que opino de la muerte en términos de la poesía.
Hasta siempre querido amigo Héctor Borda Leaño. Tus consejos los llevo en mi universo interior. Agradezco profundamente a Eliana Borda por su paciencia y colaboración para que se haga realidad esta entrevista.
*) Es poeta y sociólogo boliviano. Nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España) y miembro de número (300-ES-026) de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España.
Ejerce el periodismo cultural. Ha estudiado informática en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan) y en la Universidad de Uppsala (Suecia). También estudió matemáticas en la Universidad de Estocolmo, casa de estudios donde además obtuvo una Maestría en Pedagogía y una Licenciatura en Sociología.