A comienzos de abril, el INE publicó los datos de pobreza, indigencia y distribución del ingreso al cierre del año 2016. Estos valores eran altamente esperados por quienes los seguimos desde nuestra actividad académica, ya que reflejarían los cambios (de haberlos) en ellos producto de aumento de los niveles de desempleo y desaceleración económica acaecidos en Uruguay.
Claramente nos mostrarían qué tan resistente se encuentra nuestra economía, luego de recibir estos shocks externos, en relación a la variable ingreso y distribución del ingreso.
Para sorpresa de muchos, lejos de ver un fuerte impacto (como hemos estado acostumbrados hasta el año 2003), la actual estructura económica protegió de alguna manera a nuestro tejido social. Pese a todo, el índice de pobreza ha bajado levemente del 9.7% al 9.4%; y el de indigencia cae al 0.1%. Por otra parte, el Índice de Gini que mide la distribución de los ingresos entre deciles poblacionales ha caído a 0,383 (0.003 menos que en 2015).
Si la foto es alentadora, mucho más lo es la película. Comparado con el año 2004, donde la pobreza alcanzaba a más del 40% de la población uruguaya, o el año 2007, donde el Índice de Gini se encontraba en 0,45; resulta claro que los programas económicos de los últimos 10 años han sido totalmente efectivos en aspectos distributivos.
Y ello sin generar impactos importantes en el crecimiento económico, ya que Uruguay ha venido creciendo en los últimos 14 años en forma ininterrumpida, tal como lo decíamos en la nota anterior.
Con números absolutos, el éxito de la política económica es contundente: Desde 2003 (cuando 1.2 millones de compatriotas eran pobres), 900.000 uruguayos dejaron de ser pobres. Y las “crisis” económicas, como las han descrito reiteradamente buena parte del elenco político-económico nacional, no han logrado hacerlos retroceder. De cada cuatro pobres, tres dejaron de serlo, y casi sin excepción no han vuelto a la pobreza.
El dato de pobreza es el más bajo desde que se tiene registros. Nadie puede presentar un plan mejorado al actual en base a registros históricos.
Se quiebra el mito de que la pobreza solo se combate con crecimiento, y que es necesario crecer primero para reducirla; o dicho de otra forma, que solamente el mercado en auge (sin planes sociales) puede reducir el nivel de pobreza.
Si bien quedan muchos objetivos por conseguir (aún 300.000 compatriotas se encuentra bajo el umbral de la pobreza, muchos de ellos niños, y trabajadores no registrados), queda claro que una verdadera política de Estado debería ser la continuación del buen camino transitado. No sea que esta película termine teniendo un final poco feliz, y volvamos a los problemas de la segunda mitad del siglo XX.
*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.