El pasado lunes, el Instituto Nacional de Estadísticas publicó el dato de inflación al cierre de mayo de 2017. La inflación anualizada en Uruguay alcanzó el 5.58%, casi la mitad que hace un año, cuando había llegado al 11% encendiendo entonces todas las alarmas de los analistas privados.
El dato de mayo es el más bajo desde 2005, y por tercer mes consecutivo se encuentra en el rango meta del Banco Central del Uruguay, con piso y techo del 3% y 7% respectivamente. Es más, por tercer mes consecutivo se profundiza el dato en dicho rango, hasta ubicarse casi en el promedio del mismo: el 5%.
Analizando lo mencionado anteriormente, se puede considerar un éxito para el Equipo Económico de nuestro país, máxime cuando ningún analista privado había considerado este posible buen resultado.
Este era uno de los objetivos que se planteara inicialmente el Gobierno del Dr. Tabaré Vázquez. Es de recordar que en su discurso inaugural había establecido que en el primer año, resultaba interesante alcanzar el rango meta de inflación. La demora en alcanzar dicho objetivo se explica por la difícil e impredecible coyuntura económica con la que ha navegado la actual Administración; comenzando con la profunda recesión de Brasil, los shocks que provienen de Europa y USA, y la inestabilidad de Argentina.
Estas aguas turbulentas han hecho imposible alcanzar los objetivos planteados originalmente, aunque el último dato de inflación permite avizorar que los mismos no han sido descartados.
No es el único país que ha intentado frenar el alza de precios. Nuestra vecina Argentina, ha desacelerado su tasa de inflación hasta alcanzar el 22% anualizado en mayo, aplicando viejas e inconsistentes recetas. El resultado ha sido brutal: más de 1 millón y medio de argentinos han caído por debajo del umbral de la pobreza en el año 2016, el desempleo se encuentra por encima del 10% en buena parte del país, y los salarios reales se han desplomado entre 10 y 25%, dependiendo del rubro.
Resultado de ello: el consumo ha caído sucesivamente en los últimos 15 meses. Aún con todo este costo social y económico, la inflación de 2017 ya supera el 10%, en los primeros 5 meses del año.
Con menos analistas a favor, el ajuste en Uruguay ha sido bastante prolijo: la pobreza, lejos de aumentar, ha bajado marginalmente, el desempleo apenas ha subido casi el 1%, el salario real del año 2016 aumentó 2.6%, y de acuerdo a la Universidad Católica del Uruguay la confianza del consumidor se encuentra en niveles de moderado optimismo.
En adición, la distribución del ingreso se ha mantenido en el año 2016, con un Índice de Gini de 0,382 puntos. Como si fuera poco, el déficit fiscal comienza a dirigirse hacia la meta oficial del 2.5%% del PIB. La receta a la uruguaya fue más efectiva y mucho menos dolorosa que la de Argentina.
A esta altura del año 2018, analizaremos estos datos del año en curso. Seguramente tendremos analistas privados locales nuevamente equivocándose en sus pronósticos en materia de inflación y crecimiento, un gobierno argentino aún hablando de ajustes dolorosos, y un Equipo Económico local airoso en sus resultados, quizá sin poder transmitir lo mal que están pasando otros con otras recetas felizmente no aplicadas en Uruguay.
*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.