La definición de la segunda copa más importante del continente a nivel de clubes, se jugó en el estadio Domingo Burgueño Miguel. Se buscaba un escenario más cálido por el número de espectadores que pudiera concurrir, pero que a su vez contara con un entorno de servicios de alta calidad.

 

El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, reconoció que Maldonado como sede de encuentros de gran relevancia a nivel internacional, “conjuga muchas condiciones para que una final de una Copa Conmebol Sudamericana se pueda disputar, y a los hechos me remito”.

Aseguró que se vivió una fiesta en Maldonado, “un hermoso espectáculo, sabemos que el pueblo uruguayo y en particular (el) de Maldonado, saben valorar no solamente el fútbol; y la hospitalidad sobre todo de esta ciudad que tiene tanta costumbre de acoger a los turistas”.

Domínguez remarcó que Maldonado “hizo gala” de esa condición para recibir visitantes, algo que el conoce por venir a Punta del Este, junto a su familia, desde hace 49 años. Además, dijo que le tiene un cariño especial al “Campus” porque de niño su madre lo traía a hacer natación.

En un mensaje para todo el espectro futbolero del continente, el presidente de la Conmebol dijo que hay que “creer en grande, creer que así como el fútbol lo logra lo podemos lograr todos”. Fue la primera vez en la historia, que una final de este fuste se disputó en el interior uruguayo.

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