El ladrón tiene 35 años y no es la primera vez que roba en la misma zona donde vive. Con dos antecedentes anteriores, en esta ocasión por primera vez fue remitido a la cárcel por algo más de un año.

 

El jueves 4 de febrero, una mujer se presentó en la seccional policial 12ª de La Barra, expresando que al llegar a su casa en balneario Buenos Aires se encontró con una cantidad de efectos que no eran suyos. Había una heladera, una cocina, un calefón, batería de cocina, cañas de pescar y sillas de madera.

Agregó que consultó a su hijo, Fabio Leopoldo Saroba Sastre, sobre la procedencia de todos los efectos y artefactos, quien le respondió sin ningún empacho que los había sacado de una casa deshabitada en calle 23 del propio balneario Buenos Aires. Fue en ese momento que decidió presentarse a la Policía.

En forma inmediata los policías se trasladaron a la casa de la mujer donde incautaron todos los efectos mencionados y detuvieron al sujeto, de 35 años, que tras las instancias de rigor, compareció en el Juzgado Penal de 2° Turno de San Carlos, donde lo condenaron a 13 meses de prisión efectiva.

Fue imputado por un delito de hurto especialmente agravado. Saroba Sastre ya contaba con otros dos antecedentes. El primero de 2007 por hurto especialmente agravado, y el siguiente de marzo de 2019 por el mismo delito pero además por receptación. En ambos casos le impusieron medidas sustitutivas.

En el caso de 2019, la Justicia de San Carlos lo condenó a 12 meses de libertad vigilada, con la obligación de someterse obligatoriamente a un programa de rehabilitación por su consumo problemático de estupefacientes. Le imputaron un delito de hurto especialmente agravado, con un delito de receptación.

Aquella vez, como ahora, efectivos policiales de la seccional 12ª de La Barra, concurrieron al Buenos Aires, desde donde se había reportado la presencia de un extraño saliendo de una finca de calle La Cincha. Cerca de allí, fue intervenido e identificado Fabio Leopoldo Saroba Sastre.

En esos momentos se desplazaba en una moto llevando una serie de efectos que había hurtado poco antes. Posteriormente, en dependencias policiales se confirmó que el birrodado tampoco era suyo, aunque no se pudo probar que lo hubiera robado por lo cual le imputaron receptación.

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