Rynchophorus ferrugineus “el picudo rojo de las palmeras”, se encuentra actualmente presente en Maldonado, Montevideo, Canelones, Florida, Flores, San José, Colonia y Lavalleja. Si bien su principal hospedante es Phoenix canariensis (palmera canaria), se ha encontrado atacando otras especies, incluyendo Butia odorata (Butiá) y Syagrus romanzoffiana (Pindó).
Dada la poca experiencia adquirida debido a su reciente introducción (en junio de 2022 se detectó el primer caso), la severidad del daño y el impacto que pueda llegar a tener en las especies nativas es aún incierto. La información pública con que se cuenta sobre la biología y comportamiento del insecto a nivel nacional es muy reducida.
En principio, los ejemplares adultos de “picudo rojo” se han empezado a observar a inicios de primavera siendo su máxima expresión hacia finales de otoño. Se desconoce claramente cuando inician las posturas de huevos y hasta que momento del año continúan, proceso que en los insectos está fuertemente ligado a la temperatura.
En la palmera canaria los estados inmaduros de la plaga penetran por la única yema de crecimiento, ubicada en la cima de la palmera. Su detección temprana es dificultosa por lo que, cuando los síntomas son claramente visibles, muchas veces, es demasiado tarde para realizar el control químico con insecticidas, y la palmera finalmente muere.
La eficacia de las medidas de control químico disponibles, basada en la experiencia de otros países, resulta incierta aún a nivel nacional. Los insecticidas que pueden ser utilizados son limitados, y esto se debe a que además de requerir eficacia en el control de la plaga se deben minimizar los impactos negativos de estos productos en el ambiente.
En áreas urbanas el sistema de aplicación de insecticidas muchas veces se reduce a tratamientos mediante endoterapia (inyección al tronco). Este sistema de aplicación limita el riesgo de exposición de las personas a los insecticidas, categorizados como moderadamente peligrosos, los que deben ser manejados por personal capacitado.
El control preventivo para proteger del ataque a la palmera es una alternativa que reduce el riesgo de infestación, aunque frente a ataques recurrentes con alta población de la plaga la probabilidad de éxito se reduce. Hasta el momento, con la información y la experiencia con la que se cuenta, hay algunas estimaciones.
En ese sentido, informó el Mgap, parece probable que mínimo una aplicación preventiva a principios de la primavera en palmeras visiblemente sanas sería necesaria para reducir el riesgo de infestaciones en aquellas zonas donde ya se han observado otras palmeras infestadas por el “picudo rojo”.
El número de aplicaciones a realizarse va a depender de la residualidad del producto utilizado y de la presión de la plaga en la zona, entre otros factores. En función de estas variables es probable que se requiera más de una aplicación, por lo que se recomienda consultar con un ingeniero agrónomo especializado en el tema.
En caso de no tomarse medidas de prevención o control, o se tomen tarde, la plaga termina matando a la palmera infestada, lo que implica que deba ser extraída ante el riesgo de provocar accidentes. El proceso se debe completar con: el chipeado de hojas, trozado, y destrucción o enterrado de los restos para evitar que la plaga siga desarrollándose.