En Uruguay, la leña es el segundo energético más utilizado a nivel residencial luego de la electricidad. Su uso tiene un fuerte componente cultural que en ciertos casos puede presentar una característica estacional, por ejemplo en el uso de la parrilla o a los hornos a leña en verano o las estufas a leña en invierno.
El uso intensivo de la leña como fuente de energía tiene consecuencias en la calidad del aire que se respira, y si bien no es un problema mayor hoy, puede serlo mañana, indica en un informe el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma).
Teniendo en cuenta esta última consideración, nuestro país ha avanzado en el conocimiento de otros procesos y experiencias, con el fin de prevenir antes que curar, como el caso de Chile que el año pasado lanzó un plan de Uso de leña y sus derivados para calefacción.
El pasado mes de marzo se realizó en el Centro de Formación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), un taller denominado “Calefacción por biocombustibles sólidos en el sector residencial. Aportes para una hoja de ruta nacional”.
La actividad se enmarcó en la cooperación de la Coalición de Clima y Aire Limpio (CCAC por su sigla en inglés) con Uruguay a través de la consultora Microsol: Contribución a la definición de una hoja de ruta para la calefacción sustentable en el sector residencial en la metrópolis de Montevideo.
Y del proyecto de Cooperación Sur-Sur entre Uruguay y Chile: Eficiencia energética en el uso de leña para calefacción residencial, para fortalecer las políticas públicas en este ámbito a partir del intercambio de experiencias. Participaron técnicos y representantes del MIEM, del Mvotma y de la Intendencia de Montevideo.
Según datos de la Dirección Nacional de Energía (DNE), en Uruguay el 54% de los hogares se calefaccionan con leña; y la gran mayoría de estos equipos son estufas de hogar abierto. Esto acarrea algunos riesgos y afectaciones tanto para la calidad del aire como para la salud humana, asociados a la emisión de gases y material particulado.
Este tipo de equipos arrastra un alto grado de ineficiencia. La identificación de los problemas asociados representa a su vez una oportunidad de mejora, que puede darse a través de la incorporación de nuevas tecnologías más eficientes para calefaccionar con leña.
Una de las líneas de acción planteadas en el Plan Nacional de Eficiencia Energética 2015-2024, establece que el 25% de los hogares que calefaccionen con esa fuente lo hagan con estufas eficientes de alto rendimiento. Estas metas también han sido adoptadas en el marco de la Contribución Determinada a nivel Nacional al Acuerdo de París.